La OCS: ¿suma de fortalezas o de problemas? Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Estudios, Seguridad y defensa by Xulio Ríos

El ingreso de Arabia Saudita marcará la próxima cumbre de la OCS, que sigue ampliando su base asociativa. No obstante, ese alargamiento intensifica el reto de mejorar su credibilidad a la hora de desactivar los conflictos y desavenencias que enfrentan a algunos de sus socios. Aunque la OCS se plantea “hacer más” para apaciguar un mundo en el que proliferan las tensiones de todo tipo, su aparente falta de cohesión puede representar un hándicap insalvable. Mientras a todos preocupa la inestabilidad afgana, la relación sino-india sigue deshojando la margarita, la indo-paquistaní se mantiene fría, la saudita-iraní queda a la expectativa, la tayiko-kirguiza está bajo sordina, solo el eje sino-ruso no parece resentirse en demasía.

Palabras clave: OCS, heterogeneidad, conflictos, cohesión, estabilidad.

The SCO: a sum of strengths or a sum of problems?

Abstract

Saudi Arabia’s accession will mark the next SCO summit, which continues to broaden its membership base. However, this enlargement intensifies the challenge of improving its credibility in defusing the conflicts and disagreements that confront some of its partners. While the SCO plans to «do more» to defuse a world of proliferating tensions of all kinds, its lack of cohesion may represent an insurmountable handicap. While everyone is concerned about Afghan instability, the Sino-Indian relationship continues to unravel, the Indo-Pakistani relationship remains cool, the Saudi-Iranian relationship remains on hold, the Tajik-Kyrgyz relationship is muted, and only the Sino-Russian axis does not seem to be suffering too much.

Keywords: SCO, heterogeneity, conflicts, cohesion, stability.

Introducción

La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) celebró su reunión de ministros de Relaciones Exteriores los días 4 y 5 de mayo en Panaji, la capital de Goa, en India, previa a la cumbre de la organización prevista para el próximo verano, que China quiere preparar a fondo. El tema del encuentro, de dos días de duración, fue «Hacia una OCS segura».

Al igual que ocurre con los BRICS, en la OCS China aspira a fortalecer el papel e influencia de su red de acrónimos; no obstante, este objetivo sigue lastrado por un déficit de credibilidad al no ser capaz de diluir las tensiones internas que afectan a a algunos de sus socios. Esto es muy evidente en el caso de la OCS. En el haber, cabe señalar la importancia del ingreso saudí, sin duda otro golpe diplomático de Xi Jinping, aportando un singular motivo de satisfacción tras mediar en la firma de un acuerdo entre Riad y Teherán para la reanudación de las relaciones diplomáticas tras siete años de interrupción (1). Los saudíes entran en la OCS como socios de diálogo, el primer paso hacia una participación plena.

La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) fue fundada en 2001 y ahora está integrada por la India, Kazajistán, China, Kirguistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. No es propiamente un bloque militar y tiene como principal objetivo el fortalecimiento de la seguridad en la región, así como la cooperación económica y cultural (2).

Heredero del Grupo de Shanghái y del «Grupo de los Cinco» creado en abril de 1996 por iniciativa de China con Moscú, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán, al que Uzbekistán se unió en 2001, la OCS fue, en el nuevo contexto postsoviético, inicialmente un foro regional informal.

Con el objetivo crucial de estabilizar las fronteras, también pretendía luchar contra la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y de armas. A finales de la década de 1990, a estos objetivos se añadió el de blindar a los respectivos gobiernos frente a los riesgos de desestabilización propagados por los grupos islamistas asentados en la región históricamente fragmentada e inestable del Valle de Ferganá.

Ya como foro del «Grupo de Shanghái» convocado en 1999, bajo la égida principal de Beijing, muy preocupado por las amenazas étnico-religiosas que se cernían sobre la región autónoma de Xinjiang, pasó a hacer hincapié en la lucha contra el «extremismo religioso», el «separatismo étnico» y “terrorismo”.

Posteriormente, yendo más allá de las viejas rivalidades, la solidaridad sino-rusa en Asia Central se fortaleció ante los temores de un intervencionismo político de Washington en busca de algún «cambio de régimen» a través de las “revoluciones de color” cuyos ecos, por cierto, han regreso de nuevo a esta cumbre de ministros de Goa.

Desarrollado en paralelo al compromiso del ejército estadounidense en Afganistán, cuyas bases operativas se habían establecido en KarshiKhanabad en Uzbekistán y Manas en Kirguistán, cerradas respectivamente en 2005 y 2011, el proselitismo de Washington chocó contra la reacción conjunta de Moscú y Beijing.

En este período, la OCS, con la entrada de India y Pakistán, se expandió en 2016 a ocho miembros de pleno derecho y luego a nueve con la entrada de Irán en septiembre de 2021, aumentando aún más la marca antiestadounidense y antioccidental de su posicionamiento estratégico.

Así pues, hoy, la OCS nos muestra un registro nada desdeñable. Es la mayor organización regional del mundo, cuyo territorio total supera los 34 millones de km2 (de los cuales el 50 por ciento es ruso) -más del 60 por ciento de Eurasia- y su población, de más de 3 mil millones, representa casi la mitad de la población mundial. Por lo tanto, hay mucho en juego.

En total, la «familia extendida» de la OCS aglutina a 21 países y cubre tres continentes (Asia, Europa y África), con un PIB total de los nueve miembros permanentes combinados que ronda los 20 billones de dólares, de los cuales las tres cuartas partes cabe atribuir a China.

(….. El texto completo en:https://www.ieee.es/contenido/noticias/2023/06/DIEEEO54_2023_XULRIO_China.html)

(Para el Instituto Español de Estudios Estratégicos, Ministerio de Defensa)