Se cumple este año el primer cuarto de siglo de la tragedia de Tiananmen. Muchas cosas han ocurrido en China desde entonces y se podría decir que mucho ha cambiado China también, al menos en ciertas percepciones. No obstante, el dictamen oficial se mantiene inalterable: una sedición contrarrevolucionaria cuyo triunfo habría conducido el país al caos echando por tierra el largo y difícil camino del renacimiento.
Preguntas:
1. ¿Considera que el recuerdo de aquella tragedia sigue vivo en el país y constituye un asunto que preocupa a las autoridades chinas?
2. ¿Que consecuencias políticas destacaría de aquella protesta?
3. ¿Estima que en algún momento el PCCh puede propiciar una relectura de su interpretación de aquellos sucesos?
Contamos con la autorizada opinión de Jorge E. Malena, de la Escuela de Estudios Orientales, Universidad del Salvador (Argentina) y Jorge Tavares da Silva, Presidente do Observatório de Comércio e Relações Internacionais do ISCIA e professor Convidado na Universidade do Minho (Portugal).
Se cumple este año el primer cuarto de siglo de la tragedia de Tiananmen. Muchas cosas han ocurrido en China desde entonces y se podría decir que mucho ha cambiado China también, al menos en ciertas percepciones. No obstante, el dictamen oficial se mantiene inalterable: una sedición contrarrevolucionaria cuyo triunfo habría conducido el país al caos echando por tierra el largo y difícil camino del renacimiento.
Preguntas:
1. ¿Considera que el recuerdo de aquella tragedia sigue vivo en el país y constituye un asunto que preocupa a las autoridades chinas?
2. ¿Que consecuencias políticas destacaría de aquella protesta?
3. ¿Estima que en algún momento el PCCh puede propiciar una relectura de su interpretación de aquellos sucesos?
Contamos con la autorizada opinión de Jorge E. Malena, de la Escuela de Estudios Orientales, Universidad del Salvador (Argentina) y Jorge Tavares da Silva, Presidente do Observatório de Comércio e Relações Internacionais do ISCIA e professor Convidado na Universidade do Minho (Portugal).
RESPUESTAS DE de Jorge E. Malena, de la Escuela de Estudios Orientales, Universidad del Salvador (Argentina)
1. ¿Considera que el recuerdo de aquella tragedia sigue vivo en el país y constituye un asunto que preocupa a las autoridades chinas?
Debido a lo inusual de los acontecimientos (manifestaciones a lo largo de las principales ciudades del país, represión violenta de las mismas, imposición de la ley marcial durante meses, etc.), difícilmente esta tragedia haya quedado en el olvido en aquellos ciudadanos de más de 15 años de edad.
En cuanto a la dirigencia en particular, la paralización del poder central, la división respecto a qué hacer, la purga realizada (la cual alcanzó a la misma cúspide), etc, generaron la percepción de que podrían colapsar no sólo el gobierno del PCCh sino también la propia RPCh. Por tales motivos, las autoridades chinas tampoco pueden olvidarse de la tragedia ni despreocuparse por el recuerdo que de la misma tiene el país.
2. ¿Qué consecuencias políticas destacaría de aquella protesta?
Entre el ciudadano común (y en particular los intelectuales) la difusión de conceptos como democracia, libertad, derechos humanos, transparencia, rendición de cuentas, etc. Asimismo, la pérdida de legitimidad entre la población del «partido revolucionario», el cual pasó a percibirse como un partido autoritario concentrado en el mantenimiento del poder.
Entre el liderazgo, la toma de conciencia sobre los efectos no deseados de la reforma y apertura económica («las moscas entraron cuando se abrió la ventana», hubiese dicho Deng). A partir de allí, no sólo la represión volvió a ser una herramienta central para que el PCCh se asegurase el control de la sociedad, sino que también el trabajo ideológico tomó nuevos bríos.
El logro de un crecimiento económico del 10% promedio durante la década de 1990 logró atenuar la situación, generándose un modelo de obediencia basado en la simulación y la conveniencia.
3. ¿Estima que en algún momento el PCCh puede propiciar una relectura de su interpretación de aquellos sucesos?
Si fue posible que el PCCh efectuara, a principios de la década de 1980, una reevaluación del papel que le cupo a Mao Zedong en la historia, sería dable esperar que se haga lo propio con la tragedia de Tian Anmen. Una causa central para ello es la exigencia que aflora en la sociedad china de vigencia del imperio de la ley.
En esta década, «legalidad» significará también «memoria y justicia», y -para que el PCCh ejercite legítimamente el poder- se tendrían que reinterpretar los hechos de abril-junio de 1989.
Respuestas de Jorge Tavares da Silva, Presidente do Observatório de Comércio e Relações Internacionais do ISCIA e professor Convidado na Universidade do Minho (Portugal)
1. 1. ¿Considera que el recuerdo de aquella tragedia sigue vivo en el país y constituye un asunto que preocupa a las autoridades chinas?
O massacre de Tiananmen (1989), de forma geral, permanece mais vivo no exterior do que no interior da China, uma vez que se trata de um assunto que as autoridades chinesas procuram incessantemente censurar. Nas pesquisas na internet vocábulos e expressões como “força policial”, “Protesto na Praça da Paz Celestial em 1989”, “liberdade de expressão”, “democracia”, “direitos humanos” e até “tanque” estão inacessíveis. A China mantém uma estrutura policial dedicada exclusivamente à vigilância das navegações online, atuando sempre que identifica “entradas suspeitas”. Numa altura em que decorre o 25.º aniversário sobre a repressão do movimento pró-democracia da Praça de Tiananmen, os serviços do Google estão a sofrer perturbações.
Neste sentido, não admira que os jovens desconheçam o “massacre” e muitas pessoas não queiram falar do assunto. Em alguns casos, sendo conhecido o ocorrido, fruto do trabalho da propaganda, a repressão de 1989 pode até ser vista de forma positiva. A ação da polícia e do exército são interpretados como sendo importantes na ajuda à estabilidade social, tendo evitado uma guerra civil e permitindo que a economia chinesa crescesse e se tornasse a segunda maior do mundo.
Ainda assim, o massacre mantém-se vivo de forma oculta entre “bolhas” de resistência, particularmente aqueles que mais sofrem com os desequilíbrios sociais e repressão política. Naturalmente que o governo chinês se preocupa bastante com o assunto, nomeadamente nas datas dos aniversários do acontecimento, aumentando a vigilância na praça Tiananmen, controlando a concentração de pessoas e desativando motores de busca na internet, advertindo estudantes universitários de forma a evitar incidentes. Importa salientar que há todos os anos milhares de insurgências populares, provocadas por injustiças do poder local, motivadas por casos de corrupção ou de degradação das condições ambientais. Mesmo durante as “primaveras árabes” de 2010, no norte de África, as autoridades chinesas expulsaram jornalistas estrangeiros por temerem o contágio à sociedade chinesa.
2. ¿Qué consecuencias políticas destacaría de aquella protesta?
São várias as consequências retiradas dos acontecimentos do protesto na praça da Paz Celestial em 1989. Desde logo, o enfraquecimento da diplomacia chinesa no espaço internacional, que resultou no embargo de armas e económico da União Europeia e dos Estados Unidos. O embargo foi um enorme revés aos interesses nacionais chineses, apontados por Li Peng, o Primeiro-ministro da altura, como “uma violação da soberania nacional”. O investimento direto estrangeiro e as trocas comercias reduziram-se drasticamente, os empréstimos do Banco Mundial, do Banco Asiático de Desenvolvimento e de outros governos foram cancelados e as receitas do turismo baixaram. Internamente, para além da permanência de níveis elevados de autoritarismo, o presidente Deng Xiaoping tentou encontrar na economia a solução para os crescentes desagrados sociais. A sua “viagem ao sul”, de 1992, ainda no rescaldo dos acontecimentos de 1989, serviu bem este propósito.
3. . ¿Estima que en algún momento el PCCh puede propiciar una relectura de su interpretación de aquellos sucesos?
A posição do governo chinês parece inalterável nos próximos anos em relação acontecimentos ocorridos em Pequim no dia 04 de junho de 1989, continuando a classificar o incidente como uma “insurreição contrarrevolucionária». Hong Lei, um porta-voz do Ministério dos Negócios Estrangeiros chinês, ao ser questionado sobre os acontecimentos referiu recentemente que “[A] posição da China é clara e já tirámos as pertinentes conclusões acerca do incidente”. Nada haverá mais a dizer sobre o assunto numa China que permanece autoritária na sua visão política, uma forma clara de manter a unidade nacional. No entanto, sem sair deste registro, o governo chinês, agora liderado por Xi Jinping, tem vindo a mostrar maior sensibilidade social. Este novo governante, enquadrado no slogan propagandístico do “sonho da China”, quando a economia já não chega para agregar todos os consensos, tem nas preocupações das desigualdades sociais, no ataque à corrupção, na recuperação do orgulho histórico nacional e na recuperação da tradição confucionista as formas de manter a China socialmente unida.