EL PCCh se prepara para una nueva etapa y un nuevo relevo generacional. Las bases del cambio se han ido conformando en los nueve meses de elecciones que han vivido sus organizaciones territoriales, culminadas en junio. Y el proceso se completará en el XVII Congreso, con la elección de una nueva dirección central.
El balance de lo conocido hasta ahora incide en tres aspectos. En primer lugar, la reducción de la media de edad de los nuevos líderes, que ha pasado a ser de 58 años, según informaba recientemente el Renmin Ribao. Los nacidos en los años cincuenta suponen el 57 por ciento del total de dirigentes territoriales, mientras que los nacidos en los años 40 representan el 39%. Un 5% de los nuevos vicepresidentes provinciales rondan los cuarenta años, lo que es bastante inusual. La observación de la edad ha sido impuesta por una directiva del departamento de organización central, que establece la proporción de grupos etarios que debe existir en los órganos directivos. Según estipula, no menos de tres miembros del Comité Permanente provincial deben tener menos de 50 años, y al menos uno debe rondar los 45 años.
La edad no es una cuestión menor, asegura Li Min, profesor de la Escuela del Partido. Un punto de vista que también comparte Xu Xianglin, profesor de la Escuela de Administración de Beida, quien asegura que el proceso de renovación es muy necesario, pues los viejos funcionarios tienden a ser demasiado conservadores. Claro está que existe otro factor adicional de extrema importancia: de entre los nuevos cuadros debe surgir la quinta generación de dirigentes que deben reemplazar a los actuales a partir de 2012.
En segundo lugar, la formación. Se está produciendo un vuelco importante en el currículo académico y profesional de los nuevos dirigentes. Muchos de los actuales, que en su época de estudios vivieron intensas convulsiones políticas, carecen de una formación adecuada para afrontar los nuevos tiempos. Los primeros dirigentes fueron personalidades que participaron, a diferente nivel, en las guerras revolucionarias. Más tarde se fueron incorporando algunos tecnócratas. Ahora, un 60% de los dirigentes territoriales elegidos en los últimos meses tienen formación en economía o en derecho, con doctorados o estudios avanzados en administración. Las personas nacidas a finales de los años sesenta han podido acceder al sistema universitario, que fue recuperado en 1976, al final de la Revolución cultural, conviviendo con el primer impulso reformista iniciado en 1978. Ello también plantea inconvenientes: según informaba recientemente el diario China Daily, a muchos de los nuevos cuadros que frecuentan las escuelas del Partido solo les preocupa lograr una promoción rápida, aplicándose poco al estudio y mucho más a congraciarse con dirigentes situados en mejor posición, un “estilo de trabajo” que solo puede reproducir los grandes males (corrupción, abuso de poder) que aquejan el régimen y que, en palabras de He Yong, vicesecretario de la Comisión de disciplina del PCCh, constituyen una cuestión “ de vida o muerte para el Partido y el Estado”.
En tercer lugar, la reducción. El número de vicepresidentes en los comités provinciales del Partido se ha reducido más de la mitad, pasando de 158 a 67. En la mayor parte de las provincias ha pasado de 4 a 2. Se trata con ello, según fuentes oficiales, de favorecer una mayor democracia interna en el Partido, eliminando la práctica habitual de que un pequeño circulo tome las decisiones principales. Esa concentración de poder se pretende limitar más, y acompañarla de otras medidas que promuevan la información y la participación social.
En su discurso del 25 de Junio, Hu Jintao ha enfatizado estos elementos: la democracia interna, el fortalecimiento del PCCh, poner límites a la corrupción y a los corruptos. Solo así el PCCh podrá afirmar su papel en la sociedad china. A la par, situando los problemas de las personas en el epicentro de la gestión y de las preocupaciones de los dirigentes. En suma, el cambio en el modelo de crecimiento que se viene reclamando en los últimos tiempos, exige un cambio en las actitudes y un nuevo retrato de los dirigentes, que eluda la dicotomía entre quienes desean ir más rápido (especialmente en lo político) y quienes anhelan volver atrás (recuperando la ortodoxia).
Todo ello hace prever una importante renovación en los órganos centrales. La hipótesis de una reducción considerable del Comité Permanente (de 9 a quizás 5, o un máximo de 7, como en el XV Congreso) parece plausible, y, tomando en consideración la edad de sus integrantes, no más de tres permanecerían en él: Hu Jintao (1942), Wen Jiabao (1941) y Li Changchun (1944), el responsable ideológico. Entre los promovidos pudiera encontrarse Wang Zhaoguo (1941), ex primer secretario de la Liga de las Juventudes, auténtico vivero de Hu Jintao, y actual responsable de la Federación Nacional de Sindicatos Chinos, lo que vendría a simbolizar también el giro social de la reforma. En la lista también se incluyen a He Guoqiang, del departamento de organización del Comité Central; Zhou Yongkamg, ministro de seguridad; o Liu Yunshan, responsable de propaganda.