Xi Jinping alienta un giro copernicano hacia una China tecno-hegemónica y post pragmática, un retorno a los fundamentos ideológicos del Partido Comunista de China, pero con ciertos ajustes, en aras de una nueva identidad nacional basada en el xiismo, como símbolo y rostro de la nueva revolución china. De a pocos, esta nueva identidad absorbe al propio Partido para consolidarse como impronta de la nueva China.
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