Los movimientos de personal con motivo del XX Congreso del PCCh afectarán al núcleo duro de las relaciones con Estados Unidos y supondrán el carpetazo definitivo a la influencia de Jiang Zemin
Entre congreso y congreso, en el PCCh, la vida parece seguir igual. Y como en la canción, unos vienen y otros se van. En el próximo conclave, como no acostumbra a fallar, la nómina de afectados es interesante.
Dando por hecho, como la práctica totalidad de los observadores coinciden, que Xi Jinping seguirá siendo el hombre fuerte del Partido y del país, cierta incógnita rodea el futuro del número dos, el primer ministro Li Keqiang. Él mismo anunció su partida en las sesiones parlamentarias de este año, las lianghui, que debería efectivizarse en marzo de 2003. Tiene su lógica: cumpliría los dos mandatos de cinco años, es renuente a vulnerar esa norma optando a un tercero, y el llamado a relevarle es un líder de su propia corriente, Hu Chunhua. ¿Problema? Nacido en 1955, su edad le permitiría continuar desempeñando aun cierto papel. ¿En qué puesto? Quizá en la vicepresidencia del Estado. De número dos del Partido a número dos del Estado. Podría ser, aunque la vicepresidencia del país es un puesto prácticamente florero, sin poder real alguno. De esta forma, en cierto modo se repetiría la fórmula vigente (7+1): un ex miembro del Comité Permanente del Buró Político, el sancta sanctorum del poder chino, en la vicepresidencia del Estado (que actualmente ostenta Wang Qishan, ex miembro también del Comité Permanente).
Una opción alternativa, de entrada de escaso recorrido, sería más compleja aun: crear la presidencia del Partido, que sería para Xi, cediendo a Li una secretaría general devaluada, y conservando Xi la presidencia del país y de la Comisión Militar Central. Esa bicefalia entraña muchos riesgos a futuro e iría a contrapelo de la concentración del poder que no solo ha sido defendida por Xi en estos años sino por el propio Deng Xiaoping tras la crisis de Tiananmen en 1989 con el fin de asegurar la unidad del poder civil y militar.
La opción de la vicepresidencia, por tanto, está ahí. Más si consideramos que el actual vicepresidente Wang Qishan (nacido en 1948) será uno de los que deben jubilarse y el puesto quedará vacante.
¿Quiénes más podrían salir? Hay figuras destacadas. En el Comité Permanente del Buró Político no debiera haber dudas con Li Zhanshu (nacido en 1950), presidente del Parlamento, y Han Zheng (1954), número 7. En el Buró Político también se jubilarían algunas figuras importantes, entre ellos, Liu He, Yang Jiechi o Sun Chunlan. También el número 9, Wang Chen.
Y esto siempre que se mantengan los actuales 7, pues la cifra podría reducirse a 5 o también extenderse a 9. Su composición es flexible. Podrían seguir: Wang Yang (1955), Wang Huning (1955) y Zhao Leji (1957). Todos ellos han cumplido un único mandato de los dos a los que inicialmente podrían aspirar.
De tres en tres
Yang Jiechi es el máximo responsable de los asuntos exteriores en el PCCh y una figura clave en los últimos años a la hora de gestionar las complejas relaciones con EEUU. Su partida puede abrir camino a Wang Yi, consejero de Estado y actual ministro de Exteriores, quien podría sustituirle. Liu He, por su parte, reputado economista, amigo de la infancia de Xi Jinping, ha conducido igualmente las complejas negociaciones comerciales con Washington en los últimos años. Estas dos partidas afectarán al núcleo de gestión de la relación internacional más importante que tiene China actualmente: con los EEUU.
Sun Chunlan, por su parte, la única mujer en el Buró Político (de 25 miembros), con experiencia sindical, afín a Hu Jintao, con un papel muy protagonista en la lucha contra la pandemia, debe igualmente salir de escena tras haberse frustrado el intento de convertirla, en 2017, en la primera mujer en formar parte del Comité Permanente del Buró Político. Hoy, en el Comité Central del PCCh, de sus 204 miembros titulares, hay un total de 10 mujeres. Se trata del 4,9 por ciento. Una de ellas al menos, dudosamente más, debiera acceder al Buró Político. Quizá Chen Yiqin, la más joven, de 62 años, jefa del PCCh en Guizhou, la tercera mujer responsable del Partido a nivel provincial desde 1949. Pueden competir con ella Bu Xiaolin, de linaje sólido en Mongolia Interior, o Xian Hui, gobernadora de Ningxia, Entre los 174 suplentes, la cosa va un poco mejor, con 20 mujeres.
Entre quienes pueden promocionar a la más alta responsabilidad hay tres figuras clave: Hu Chunhua, Chen Min´er y Li Qiang.
El primero está llamado a ser el nuevo número 2, en sustitución de Li Keqiang. Hu Chunhua (nacido en 1963) lleva tiempo preparándose para esa misión. Miembro de la sexta generación de líderes, de origen humilde, ha sido un estudiante brillante que desarrolló una carrera política muy paralela a la de su mentor, Hu Jintao. Su gestión queda asociada a la erradicación de la pobreza extrema, sin duda, el principal éxito político de Xi en esta última década.
Chen Min´er (nacido en 1960), jefe del PCCh en Chongqing tras la destitución, por corrupción, de Sun Zhengcai (el llamado inicialmente a sustituir a Xi Jinping), es una persona muy cercana a Xi, con quien trabajó en Zhejiang. Como Hu Chunhua, tiene fama de brillante y diligente.
En cuanto a Li Qiang, jefe del Partido en Shanghái, es igualmente afín a Xi, de quien fue secretario privado (mishu) en su época en Zhejiang. Se daba por cantado su ascenso al Comité Permanente en este XX Congreso; sin embargo, lo controvertido de su gestión en el brote epidémico de los pasados meses, hace abrigar ciertas dudas, que el propio Xi podría resolver a su favor, lo cual determinaría también cuán fuerte es la influencia y estabilidad de Xi en el aparato y un indicador de su poder.
De esta forma, a modo de previsión inicial, el Comité Permanente del Buró Político del PCCh para el próximo quinquenio podría configurarse del siguiente modo: Xi Jinping, Hu Chunhua (primer ministro), Wang Huning (que presidiría la Asamblea Popular Nacional), Wang Yang (repitiendo mandato en la presidencia de la Conferencia Consultiva), Zhao Leji (en la lucha contra la corrupción), Chen Min´er y Li Qiang. Chen podría ser el sustituto de Xi en 2027, si este no aspira a un cuarto mandato. El orden citado es importante en el argot político chino por cuanto establece su posición en la jerarquía del poder.
Otras figuras
Entre otras figuras interesantes a tener en cuenta que podrían ser objeto de aseguramiento o promoción cabría citar a Cai Qi (nacido en 1955), jefe del PCCh en la capital Beijing, quien debe repetir en el Buró Político. Otro tanto podríamos decir de Li Xi (nacido en 1956), sucesor de Hu Chunhua en Guangdong y también un hombre de Xi. Ding Xuexiang (nacido en 1962), figura ascendente, debiera continuar. En la propaganda, Huang Kunming (1956), podría repetir.
En el alero podrían estar Guo Sengkun (nacido en 1954) o Li Hongzhong (nacido en 1956). El primero por su edad y el segundo, jefe del Partido en la municipalidad especial de Tianjin, con una hoja de servicios un tanto controvertida que podría verse aligerada con las reiteradas proclamas de lealtad a Xi tras haberse destacado como miembro del clan de Jiang Zemin.
Será interesante observar qué pasa con Chen Quanguo (nacido en 1955), si sigue o no en el Buró Político. Chen fue el jefe del Partido en Xinjiang desde 2016, donde aplicó una severa política de control de la población uigur.
Chen Xi (nacido en 1953), compañero de habitación de Xi Jinping en la Universidad Qinghua, debiera jubilarse por motivos de edad.
Un adiós para siempre
Jiang Zemin (con 96 años cumplidos) ha sido una figura clave de la China post-1989. Este XX Congreso podría simbolizar el fin de su alargada influencia, que ha persistido tras la finalización de su mandato (1989-2002) tanto bajo el dominio de Hu Jintao (2002-2012) como de Xi Jinping (2012 en adelante). Ha sido Xi, a pesar de haber contado con su apoyo para acceder a la máxima jefatura, quien ha asestado los golpes más duros a su facción, con fundamento en las elites costeras, ampliamente incrustada en el aparato económico, tecnológico, de seguridad y militar. El tiempo de Jiang Zemin y de su clan de Shanghái, ha llegado a su término.
Xi, por tanto, intentará aprovechar el XX Congreso para cerrar grietas en todos los ámbitos. Su condición de “núcleo” y la primacía de su “pensamiento” deben marcar el futuro inmediato del partido y del país. No obstante, otorgando prioridad al control, asegurado por la preeminencia de sus partidarios y un culto al alza a su personalidad, se corre el serio riesgo de incubar una crisis sucesoria a medio plazo que podría tener un severo impacto si se profundiza a la par que la compleja situación internacional y las dificultades internas derivadas de la pandemia y de una economía en apuros.