Una encuesta del Pew Research Center a 14 276 residentes de 14 países industrializados en 4 continentes arrojó que en promedio el 73 % ve a China de manera desfavorable, informó el martes el Wall Street Journal. El resultado es lamentable, pero no sorprende. Es inevitable dado el creciente prejuicio bajo una narrativa anti-China de la opinión pública occidental.
Particularmente después del brote de COVID-19, Estados Unidos acorraló a sus aliados occidentales a fin de politizar la pandemia y estigmatizar a China, en un intento de encubrir su incapacidad para manejar el virus. Muchas élites políticas occidentales y medios de comunicación atacaron a China con excusas y engañaron a muchos que no cuentan con un conocimiento claro del país con una serie de absurdos. En repetidas ocasiones denigraron su imagen e instigaron el sentimiento público para lograr objetivos políticos contrarios al país.
Tomemos como ejemplo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Para su campaña de reelección, regresó a la Casa Blanca el lunes con detalles clave sobre su salud no tan claros y puso en peligro la vida de cientos de asistentes. Sin embargo, el mandatario no se inmutó y, en cambio, intensificó sus ataques al afirmar que «China va a pagar un precio muy alto». El predominio de esta mentalidad solo ha llevado a que más personas pierdan el contacto con la realidad como ranas que viven en el fondo de un pozo.
El sondeo de Pew reveló que «una media del 61 % indica que China ha hecho un mal trabajo al lidiar con el brote». Esto es un reflejo de cuán profundamente las élites políticas y la prensa han envenenado las percepciones de la gente. De hecho, China no ha escatimado esfuerzos para contenerlo y ha mostrado la mayor transparencia al trabajar con todos los países a fin de enfrentar esta amenaza sin precedentes para la humanidad. La encuesta demuestra cómo se malinterpreta y se aprovecha maliciosamente su buena voluntad.
Muchas naciones occidentales no se han centrado en encontrar medidas efectivas para frenar el virus, sino en culpar a China. Sin embargo, este tipo de manipulación pública no puede ocultar el hecho de que su ineptitud ha matado a cientos de miles de personas.
Laura Silver, investigadora principal del Pew Center y autora del estudio, dijo que su alcance internacional se redujo debido a la pandemia y no cubrió muchos más países de Asia, América Latina y África, donde a menudo las opiniones sobre China son más optimistas. No obstante, esta encuesta claramente sesgada llegó a los titulares de los principales medios occidentales, demostrando que la lógica absurda de Washington de responsabilizar a China ha logrado cegar a los occidentales. Esto es aún más desafortunado en una era de tecnología de la información más avanzada.
Durante 53 días consecutivos, China no ha reportado nuevos casos locales de COVID-19. Su población está orgullosa de este logro que les ha permitido disfrutar en pleno las vacaciones por el feriado patrio del 1 al 8 de octubre. Más de 618 millones de turistas gastaron 454 300 millones de yuanes ($ 66 900 millones) en 7 días, mientras que la taquilla de los cines superó los 3,6 mil millones de yuanes.
Frente a las llamativas cifras económicas, la sociedad occidental ha desarrollado una mentalidad agria, con la esperanza de desacreditar a China por todos los medios. Solo su pesar hace que algunos occidentales sientan alivio. No obstante, ese autoengaño equivale a beber veneno para saciar la sed. Sus opiniones desfavorables no dañarán el avance chino, mientras que la hostilidad tampoco los ayudará a controlar la pandemia.