Antes de la aparición del nuevo coronavirus en la provincia china de Wuhan y desatarse la pandemia a inicios de 2020, el 2019 había dejado abierto el debate sobre una serie de cuestiones que, sin dudas, debían impactar en la agenda internacional de la nueva década en materia comunicacional: el desarrollo de la quinta generación (5G) de redes inalámbricas para móviles, liderada por las compañías chinas Huawei y ZTE; se abría la carrera por el siguiente gran estándar, la Sexta Generación (6G), liderada por Japón; y el fenómeno de las fakenews unido al impacto de la postverdad se había extendido. De manera que la confianza tanto del usuario occidental como del asiático se vio peligrosamente comprometida.
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