Marcadamente, el año político se ha distinguido en Taiwán del año cronológico. En efecto, en el primer caso se iniciaría el 24 de noviembre de 2018, cuando se celebraron unas decisivas elecciones locales conocidas como “nueve en uno”, y duraría hasta el 11 de enero de 2020, cuando se celebraron los no menos decisivos comicios legislativos y presidenciales. Fue, por tanto, un año largo, marcado por un tenso pulso entre el PDP y el KMT y entre Taipéi y Beijing. Y, en resumidas cuentas, un ejercicio en el que Tsai Ing-wen resurgió como el ave fénix para consumar una victoria sin paliativos frente a su más directo rival, el nacionalista Han Kuo-yu, remontando la difícil coyuntura que le había abocado a presentar la dimisión de la presidencia de su formación en 2018. El transcurso del ejercicio en todos los órdenes ha evidenciado la existencia de firmes convicciones democráticas en una sociedad ampliamente movilizada y cuyo protagonismo se aquilata y afianza para decidir autónomamente su futuro.
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