El ex presidente Ma Ying-jeou está de visita en China continental. Presidente de la República de China (Taiwán) de 2008 a 2016, también viajó a la Gran Tierra del 27 de marzo al 7 de abril de 2023. Esa fue la primera visita de este tipo de un expresidente de Taiwán.
Este año, Ma encabeza una delegación de estudiantes. En su agenda incluye la visita a empresas y sitios de importancia histórica o cultural china en las provincias de Guangdong y Shaanxi. Song Tao, director de la Oficina de Trabajo de Taiwán del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) y de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado, es su anfitrión. Ambos han coincidido al señalar que “la sangre es más espesa que el agua”, una evocación de los profundos vínculos que unen a los dos lados del Estrecho.
Debido a que el viaje incluye en esta ocasión una parada en Beijing, se da por segura una repetición de la reunión de Ma en 2015 con el presidente Xi Jinping, ocurrida entonces en Singapur y con Ma aun en ejercicio. Aquel encuentro marcó la primera reunión de líderes de ambos lados del Estrecho de Taiwán desde el final de la Guerra Civil China en 1949.
Antes de abordar su vuelo en el aeropuerto internacional de Taoyuan, Ma dijo que en medio de las actuales tensiones a través del Estrecho de Taiwán, intentaría durante la visita transmitir “el amor del pueblo taiwanés por la paz y expresar la esperanza de que las partes puedan incrementar los intercambios bilaterales y evitar guerra”. «Este es un viaje de paz y un viaje de amistad», afirmó.
El viaje de Ma Ying-jeou se produce a poco más de un mes de la asunción de Lai Ching-te, quien tomará el relevo de Tsai Ing-wen el 20 de mayo, y en un contexto marcado por la reafirmación de los dos caminos que definen la encrucijada taiwanesa: la hostilidad irreductible frente a un independentismo sin mayoría en la isla pero con destacados apoyos internacionales y, alternativamente, el establecimiento de puentes que ayuden a preservar y desarrrollar los lazos entre Beijing y Taipéi con la perspectiva de la reunificación pacífica.
El gobernante Minjindang (PDP) le reclamó a Ma que dijera a Xi que “Taiwán es un país soberano e independiente”, y que se aseguraría de defender la libertad y la democracia durante su visita. La oficina de Ma rápidamente rechazó esta sugerencia, diciendo que se trataba de una solicitud para afirmar la independencia de Taiwán. «Taiwán no es un país, sino parte de China», apelando a la letra de la Constitución vigente.
Poco antes de las elecciones presidenciales y legislativas del pasado 13 de enero, Ma fue entrevistado por la emisora estatal alemana Deutsche Welle. Cuando se le inquirió para que dijera si confiaba en Xi, Ma dijo que cuando se trata de relaciones a través del Estrecho, hay que confiar en la otra parte.
Por tanto, es claro que Ma apuesta de forma clara por la reunificación pacífica y por avanzar progresivamente por ese camino. La complicidad continental es total.
Fueron pocas las repercusiones políticas del encuentro histórico entre Ma y Xi de 2015. Podría no ser el caso de este porque se producirá en un contexto diferente. Ma estaba entonces en rampa de salida. Ahora se inicia una nueva etapa en Taiwán con el riesgo de que la situación de seguridad se desestabilice. ¿Cuánto puede hacer Ma para evitarlo? ¿cuál es el valor político de Ma y cuál es su influencia en la corrección de ese hipotético escenario? Incluso, ¿cuánta es su influencia en el KMT cuando hay sectores en su propia formación que consideran que el Consenso de 1992 está “un poco obsoleto”? ¿Puede Ma arrastrar al otro polo de la oposición, el PPT, a esta dinámica? ¿Será Ko Wen-je el siguiente en visitar Beijing? Ciertamente, esto tendría un importante valor político.
Durante su reciente conversación telefónica con el presidente estadounidense, Joe Biden, el presidente chino, Xi Jinping, afirmó que la cuestión de Taiwan es la primera línea roja que no debe ser cruzada en las relaciones entre China y Estados Unidos. China no se va a quedar de brazos cruzados, indicó, e instó a la parte estadounidense a traducir sus palabras en acciones concretas que, por lo general, van en la dirección contraria.
El PDP insiste en prepararse para la guerra, blandiendo la amenaza continental del recurso a la fuerza como argumento para hacer piña con su electorado y ganarse la solidaridad liberal global. El viaje de Ma quiere ahuecar este discurso mostrando que otro camino es posible.
(Para Globalter)