Taiwán inicia un nuevo tiempo político. A resultas de los comicios presidenciales y legislativos del 13 de Enero de 2024, la isla ofrece un panorama marcado por el reflejo institucional de la la división de la propia sociedad taiwanesa en un aspecto crucial que afecta a su identidad futura: la preservación o no de la actual soberanía de facto. A un lado, el presidente Lai Ching-te, que asume el relevo de la presidenta Tsai Ing-wen, a la cabeza del soberanismo, enmienda cualquier propósito de caminar hacia la reunificación con el continente. A otro, una oposición articulada en torno a dos fuerzas principales (el Kuomintang de Eric Chu y el Partido Popular de Taiwán de Ko Wen-je) que, con diferentes matices, no descartan avanzar hacia un escenario de convergencia con China continental, aunque ninguno de los dos suscriben los principios ideados por Beijing para lograr aquel objetivo, muy especialmente el de “un país, dos sistemas”.
Este nuevo tiempo político en la isla tiene su reflejo en la mayor determinación expresada por Beijing para frenar el auge del soberanismo y, en paralelo, la intensificación del compromiso de EEUU -y otros actores como Japón- con la defensa de la isla. La premisa de la protección del sistema liberal vigente en Taiwán frente al autoritarismo continental se sustancia en un auxilio acrecentado (político, económico, en el ámbito de la seguridad) cuyo objetivo no es otro que mantener alejado a Taiwán de la estrategia de unificación del Partido Comunista de China (PCCh).
Las elecciones del 13 de Enero de 2024
A tres bandas, la más reciente carrera electoral permitió solidificar las tres principales opciones sobre la mesa en Taiwán. El escenario está definido principalmente por la posición de los candidatos sobre las relaciones a ambos lados del Estrecho, es decir, cuál debe ser la posición de Taiwán entre China y Estados Unidos. Por un lado, el soberanista Partido Democrático Progresista (PDP), en el poder desde hace 8 años; por otro, el opositor Kuomintang (KMT), más cercano de Beijing; y, en tercer lugar, la del nuevo partido populista, el Partido Popular de Taiwán (PPT), más centrado en canalizar las quejas internas y estratégicamente más ambiguo sobre la política hacia China continental.
Ningún partido obtuvo la mayoría en el Yuan Legislativo de Taiwán por primera vez desde 2004: el PDP obtuvo 51 escaños, el KMT 52 y el PPT ocho. Otros dos escaños fueron ganados por independientes alineados con el KMT. El PDP, con una mayoría en el organismo de 113 escaños desde 2016, sufrió una pérdida neta de 11 escaños, cayendo de 62 a 51 y perdiendo su posición de dominio.
Sin ningún partido capaz de obtener una mayoría, que necesitaría al menos 57 escaños, cabe imaginar una amplia colaboración entre el KMT y el PPT que, en cierta medida, ya fructificó en la confirmación de una presidencia opositora en el legislativo de la mano de Han Kuo-yu (KMT).
La última vez que ningún partido tuvo mayoría fue en 2004, cuando la legislatura de Taiwán tenía 225 escaños. El PDP obtuvo 89 escaños, el KMT 79, el Partido el Pueblo Primero (PPP) 34 y la Unión de Solidaridad de Taiwán 12. El KMT, junto con el PPP ideológicamente alineado y algunos miembros de la Alianza de Solidaridad No Partidista continuaron con una mayoría funcional de 2004 a 2008, cuando el Yuan Legislativo se redujo a 113 escaños después de que se aprobara una enmienda constitucional.
Pero la relación entre el KMT y el PPT no será fácil. Previamente a las elecciones, las conversaciones sobre una candidatura conjunta KMT-PPT parecían condenadas al fracaso desde el principio, incluso cuando los dos partidos de oposición comenzaron a mediados de octubre a explorar la posibilidad de una candidatura presidencial conjunta.
A pesar de participar en múltiples rondas de negociaciones, los dos bandos estuvieron constantemente en desacuerdo, discutiendo sobre el método que debería usarse para elegir al líder de la candidatura y, más tarde, cómo evaluar las encuestas de opinión, hasta que desaparecieron todas las posibilidades de llegar a un acuerdo.
El intento de varios meses para formar una candidatura conjunta terminó oficialmente cuando Ko y Hou You-yi registraron por separado sus candidaturas presidenciales el 24 de noviembre, fecha límite fijada por la Comisión Electoral Central (CEC).
Fue el desmoronamiento de esa alianza potencial lo que marcó el declive de Ko en las encuestas de opinión, ya que cayó del segundo al tercer lugar en la mayoría de ellas.
Los ocho escaños obtenidos por el PPT, un aumento de tres en comparación con las elecciones de 2020, podrían posicionar al partido como una minoría crítica en la Legislatura. Además, Ko logró obtener más del 26 por ciento del voto popular, lo que el PPT considera un «puntuación aprobatoria». Ko podría convertirse en una fuerza a tener en cuenta en las próximas elecciones presidenciales de 2028 si logra extender su atractivo a los votantes de mayor edad y si el PPT logra un buen desempeño en las elecciones de gobiernos locales de 2026.
Según el recuento oficial de votos de la Comisión Electoral Central, Lai obtuvo la victoria con 5.584.920 votos, o el 40,05 por ciento del total. Hou obtuvo 4.671.021 votos, o el 33,49 por ciento, mientras que Ko recibió 3.690.466 votos, lo que representa el 26,46 por ciento.
El balance de Tsai Ing-wen
Al hacer balance de los ocho años de su mandato (2016-2024), Tsai Ing-wen (PDP) admitió que las relaciones a través del Estrecho fueron, sin duda, el mayor desafío. Y si en su despedida algo ha pretendido destacar es la voluntad y la capacidad para gestionar riesgos, centrándose en la transformación de Taiwán en un país indispensable para el mundo (chips), internacionalizando el problema de forma que terceros países puedan participar y comprometerse en mayor medida en la gestión conjunta de los riesgos asociados a las relaciones entre ambas partes del Estrecho.
En lo económico, desde 2016, Taiwán ha subido ocho puestos hasta el sexto lugar entre 64 economías en el Ranking de Competitividad Mundial para 2023 publicado por el Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial (IMD).
El producto interno bruto (PIB) ha aumentado de NT$ 17,5 billones (USD 564,5 mil millones) en 2016 a más de NT$ 23 billones en 2022, y el mercado de valores de Taiwán ha aumentado de aproximadamente 8.000 puntos en mayo de 2016 a más de 17.000 puntos en la actualidad (CNA, 18 de Enero de 2024).
Estos logros, reconoce el propio gobierno, han sido en parte el resultado de proyectos de infraestructura promovidos por el gobierno en el marco del Programa de Desarrollo de Infraestructura con Mirada al Futuro desde 2017.
En 2022, Taiwán se convirtió en la 21.ª economía más grande del mundo, con un ingreso per cápita anual que superó los 30.000 dólares estadounidenses, lo que la convierte en la décima con mejor desempeño entre las economías con una población de más de 21 millones y la segunda más fuerte a juzgar por la paridad del poder adquisitivo.
También en los últimos ocho años, el crecimiento del PIB de Taiwán promedió un 3,1 por ciento, mejor que el de Singapur, Corea del Sur y Hong Kong, dijo.
En el mismo período, la inversión extranjera acumulada ascendió a 2,49 billones de dólares taiwaneses (80.320 millones de dólares estadounidenses) y la inversión extranjera directa en 2022 alcanzó un máximo de 15 años de 13.300 millones de dólares estadounidenses (CNA, 24 de enero de 2024).
Por contra, la gestión social ha sido una grieta en la armadura del PDP. Aunque el gobierno ha aumentado constantemente el salario mínimo en Taiwán, de NT$20.008 (US$646) en 2016 a NT$27.470 actualmente, y ha ampliado los subsidios para la crianza de los niños, persisten las carencias, por ejemplo, en ámbitos como la seguridad social o la protección a las personas mayores, el acceso a la vivienda, etc. La brecha de ingresos entre los hogares se ha ido ampliando porque el tamaño de las familias se ha reducido, lo que pesa sobre sus ingresos generales, a medida que la población de Taiwán envejece rápidamente. No obstante, el coeficiente de Gini de Taiwán, fue de 0,277 en 2021, más leve que el 0,333 de Corea del Sur, el 0,386 de Singapur y el 0,382 de China continental (CNA, 24 de enero de 204).
Una mención especial merece la política energética. La oposición ha sido muy crítica con la propuesta de un «Taiwán Libre de Energía Nuclear 2025» del PDP, que relaciona con los reiterados apagones ocurridos en los últimos seis años. Según la presidenta Tsai, si existiera una nueva tecnología nuclear que garantizara la seguridad, resolviera el problema de los desechos y contara con un consenso social suficiente, quizás se podría adoptar una actitud más abierta. Sin embargo, estas condiciones aún no están maduras en la actualidad.
Para la oposición, el problema es la escasez de energía. En 2016, la capacidad de reserva de energía fue extremadamente baja, alcanzando tan solo el 1,64 %. En contraste, durante todo el año 2023, la capacidad de reserva no fue inferior al 6 %, manteniéndose entre el 6 % y el 10 % (CNA, 24 de enero de 2024). Además, desde 2022, la capacidad total de generación de energía renovable en Taiwán superó a la de la energía nuclear.
Las tres plantas de energía nuclear de Taiwán representaron entre el 16 y el 20 por ciento de toda la energía generada en la isla entre 2000 y 2014, y entre el 11 y el 12 por ciento entre 2016 y 2021, después de que los permisos de la primera planta expiraran y fuera cerrada.
Ante el desafío de la transición a la neutralidad de carbono en 2050 y los estándares internacionales como RE100 para cadenas de suministro, Tsai reafirmó el compromiso de acelerar el desarrollo de energías renovables para cumplir con los objetivos establecidos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28): duplicar la energía renovable para 2030 y mejorar la eficiencia energética. Esto, según la presidenta, es esencial para asegurar la competitividad internacional de la industria taiwanesa.
En el ámbito diplomático, el balance de los dos mandatos de Tsai es problemático: frente a las deserciones de algunos aliados, cabe reconocer que la impronta de la isla entre los gobiernos de los países más desarrollados, muy especialmente EEUU, ha crecido notoriamente. No obstante, no ha dado los frutos esperados en todos los sentidos. Por ejemplo, la decisión del gobierno del PDP de permitir las importaciones de productos cárnicos que contienen ractopamina desde los EEUU y levantar la prohibición sobre la importación de productos alimenticios japoneses provenientes de áreas afectadas por desastres nucleares no dio como resultado que Taiwán tuviera acceso a un bloque comercial regional ni a acuerdos de libre comercio con Japón y Estados Unidos.
Un eje sustancial de la política de Tsai ha sido la determinación del gobierno de construir la autonomía de Taiwán en el área de los sistemas de defensa. Su política se ha centrado en que Taiwán obtenga «autonomía defensiva», concentrando los esfuerzos en fortalecer sus sistemas de defensa, impulsados en parte por su deseo de demostrar sus capacidades y su compromiso con la autoprotección.
En el futuro inmediato, los principales desafíos son cómo la administración entrante de Lai Ching-te garantiza que los beneficios y oportunidades que surgen del crecimiento económico se compartan equitativamente y cómo pueden florecer los sectores de la economía, incluida la industria de semiconductores. Será difícil implementar una reforma inmediata, pero al nuevo presidente compete buscar la cooperación con grupos políticos, civiles y académicos para lograrla.
Expectativas de la cohabitación interna
Al asumir el 20 de mayo, Lai Ching-te deberá enfrentar una legislatura donde ningún partido tiene mayoría, la misma situación que enfrentó el presidente del PDP, Chen Shui-bian, de 2000 a 2008. En cualquier caso, Lai no puede obviar que el 60 por ciento del electorado «quería un cambio» y votó por alguien diferente. Esto representa un importante desafío para su gobierno.
Tras proclamarse los resultados, el candidato del PDP dijo que esperaba trabajar con la nueva legislatura y que buscaría mejorar la comunicación, la consulta, la participación y la cooperación con legisladores de otros partidos políticos. Además, planteó la posibilidad de celebrar una “conferencia de asuntos nacionales” con los partidos de la oposición para encontrar áreas de consenso y cooperación. Aun así, es probable que se produzca un estancamiento político en el Yuan Legislativo.
El papel del PPT será objeto de escrutinio y especial atención por parte de las otras dos principales formaciones. En buena medida, tiene la llave de la estabilidad. Aunque su presidente, Ko Wen-je, dijo una vez que “odiaba aún más al PDP”, es poco probable que trabaje demasiado estrechamente con el KMT. Cualquier colaboración con el KMT enojaría a los jóvenes partidarios del PPT, y lo sabe. Por eso, en la última fase de las elecciones declaró que seguiría la agenda de la presidenta Tsai Ing-wen en materia de asuntos exteriores de Taiwán.
Un botón de muestra puede haber sido su decisión de no apoyar la propuesta del KMT para presidir el Yuan legislativo, optando por presentar un candidato propio. Pero no siempre será tan fácil. Y cualquier decisión puede llevarle a tener que lidiar con divisiones internas, una situación que otras pequeñas formaciones han tenido que afrontar en el pasado (el Partido Nuevo Poder (PNP) o el Partido el Pueblo Primero (PPP). Mal gestionadas, les llevaron a la irrelevancia política.
Las dudas sobre el sentido de las alianzas de Ko Wen-je o la sinuosa trayectoria de sus negociaciones en los últimos años explorando dobles tratos junto al valor crítico de sus votos, fundamentan las acusaciones de falta de fiabilidad y de oportunismo, a menudo tomando decisiones en el último momento basadas en maquinaciones políticas en lugar de principios.
Las pulsiones de la relación con China continental
Durante los últimos ocho años, las relaciones entre Taiwán y China continental han sido tensas. Beijing considera a la saliente Tsai Ing-wen y al PDP como defensores de la independencia de Taiwán. Tsai, cuando asumió el cargo en 2016, adoptó la posición de «mantener el statu quo» a través del estrecho (Ríos, 2020). Su sucesor, Lai, asegura seguir comprometido con ese concepto.
Por contra, Beijing se adscribe al llamado “consenso de 1992”, un entendimiento tácito entre el entonces gobierno del Partido Nacionalista Chino (KMT) y el gobierno chino (Ríos, 2005). El KMT lo ha presentado sistemáticamente como un reconocimiento por parte de ambas partes de que sólo hay “una China”, siendo cada parte libre de interpretar lo que significa “China”. El PDP rechaza la existencia de este consenso.
En las relaciones bilaterales existen esencialmente dos escenarios: o las posiciones de las dos partes están alineadas y todo funciona sin problemas, o hay un conflicto de intereses. La posición continental ha ido subiendo el tono en paralelo a la denuncia de las políticas de desinización en la isla auspiciadas por el PDP o de la connivencia con EEUU interesado en utilizar el problema de Taiwán para contener a China.
En un simposio celebrado para conmemorar el 130º aniversario del nacimiento de Mao Zedong, el presidente chino Xi Jinping prometió resueltamente impedir que alguien “separe Taiwán de China” (Xinhua, 27 de diciembre de 2023). En su discurso de Año Nuevo, Xi volvió a calificar de “inevitable” la “reunificación” de China con Taiwán. La alocución fue una nueva redacción de su “Mensaje a los compatriotas en Taiwán” de 2019. Los dos lados del Estrecho de Taiwán alcanzaron el “consenso de 1992” para buscar la unificación basada en el “principio de una China” de Beijing, y la fórmula “un país, dos sistemas” proporciona una base sobre la cual eso podría lograrse. Esta es la síntesis de la perspectiva continental. Los comentarios de Xi dejan claro que “una China” significa la República Popular China, sin lugar a la interpretación del KMT de que “una China” pueda significar la República de China.
Sin embargo, la mayoría de los taiwaneses rechazan el “consenso de 1992”. Después de que Xi afirmó su definición en 2019, una encuesta mostró que más del 80 por ciento de los taiwaneses no estaban de acuerdo con el marco propuesto por China de “un país, dos sistemas”, el 75 por ciento estaba en contra del “consenso de 1992” basado en el “principio de una China” y más del 50 por ciento dijo que el “consenso” no existe. Estas cifras se han mantenido en el tiempo. Pese a ello, el KMT le presta validez al enfoque.
La política continental hacia Taiwán incluye la adopción de medidas de diverso tipo. En lo económico, por ejemplo, priman las propuestas de atracción con base en los incentivos que puede ofrecer el continente, complementarios de una realidad exportadora de la que Taiwán depende en grado sumo (en torno al 40 por ciento y con superávit). No obstante, esto no impide que en determinadas ocasiones también se apliquen aranceles a determinados productos (también en reacción a comportamientos idénticos adoptados por Taipéi) o incluso se ponga en cuestión la continuidad del Acuerdo Marco de Cooperación Económica (AMCE), firmado en 2010 por el entonces presidente Ma Ying-jeou (KMT).
Tras superar la pandemia del Covid-19, en un importante ámbito como es el turismo, el toma y daca prima por el momento sobre cualquier otra consideración, víctima propicia del estado general de las relaciones. La Administración de Turismo de la isla mantiene cancelados los planes para reabrir viajes grupales a China, en protesta por la decisión de Beijing de alterar unilateralmente las rutas de vuelo.
Un dato revelador es la dinámica de las inversiones de los empresarios taiwaneses en China que en 2023 alcanzaron un mínimo histórico del 11,4 por ciento de la inversión extranjera total, según el Consejo de Asuntos de China continental (CNA, 19 de Febrero de 2024). Esta cifra representó un enorme descenso respecto del 83,8 por ciento en 2010, principalmente porque los empresarios taiwaneses han estado diversificando sus inversiones a nivel mundial durante los últimos años.
En medio de agitaciones geopolíticas y crecientes disputas comerciales y tecnológicas entre Estados Unidos y China, los empresarios taiwaneses han ajustado su estrategia de diseño global de acuerdo con la reestructuración de las cadenas de suministro internacionales. De este modo, han reducido la inversión en China y han aumentado la inversión en Estados Unidos, Europa, Japón y los países cubiertos por la Nueva Política hacia el Sur del gobierno para diversificar los riesgos de producción.
La estrategia continental tiene también otras referencias principales. La primera es la diplomacia. Apenas dos días después de las elecciones del 13 de enero, Nauru rompió relaciones diplomáticas con Taiwán y estableció vínculos con la República Popular China. Por primera vez –de ahí la escalada– un país que cambia su lealtad citó la Resolución 2758 de la Asamblea General de las Naciones Unidas como su justificación. La Resolución 2758 otorgó a la República Popular China un asiento en la ONU. Al aludir a la resolución por parte de Nauru, China está señalando un mayor esfuerzo en el recurso a fundamentos que relaciona con la legalidad internacional para aislar a Taiwán a nivel.
La batalla diplomática entre los dos lados del Estrecho de Taiwán ha estado en curso desde 1949. Esta competencia esencialmente expandió la Guerra Civil china al escenario internacional. Beijing y Taipéi han estado compitiendo por el reconocimiento como representante legítimo de “China” en las relaciones diplomáticas.
Antes de 1971, el KMT, que entonces representaba a China en la ONU, disfrutaba de un historial de votación favorable y un fuerte apoyo de los aliados diplomáticos. Después de que Chiang Kai-shek fuera expulsado del organismo mundial, la representación legítima de China se trasladó a Beijing.
Entre 1971 y 1978, el número de aliados diplomáticos de la República de China se desplomó de 68 a 22. Incluso Japón y Estados Unidos dejaron de reconocer al régimen del KMT como representante legítimo de China en 1972 y 1979, respectivamente. Durante ese período, el objetivo de la República Popular China era achicar al máximo el espacio internacional de la República de China. Mientras tanto, el KMT siguió abogando por la unificación con China. Así lo hizo mientras mantuvo el poder ininterrumpido en la política interna hasta 1999.
El enfoque diplomático de Taipei ha cambiado desde 2000, cuando experimentó su primera transición política. Desde entonces hasta 2008, durante el primer mandato presidencial del PDP, Beijing cambió la batalla diplomática de un legado persistente de la guerra civil a una que reprime la defensa de la independencia de Taiwán. Durante los ocho años de Chen Shuibian en el cargo, nueve aliados diplomáticos cortaron lazos con Taiwán, pero también recuperó cuatro aliados diplomáticos de China.
Para Beijing, si ambos lados del Estrecho compiten por la representación de “China”, la reunificación aún podría ser una posibilidad. Sin embargo, si Taipéi abandona su búsqueda de la representación de “China” y elige un camino de independencia, Beijing se quedaría solo en la afirmación de cualquier soberanía sobre Taiwán. Por eso, durante la presidencia de Ma Ying-jeou, de 2008 a 2016, cuando el gobierno del KMT defendía la “política de una sola China con sus respectivas interpretaciones” (el llamado “consenso de 1992”) y se oponía a la independencia de Taiwán, Beijing defendía la “tregua diplomática” y frenaba incluso el cambio de reconocimiento.
Si la oposición a la independencia se traducía en la permisividad en materia de conservación de los aliados diplomáticos, desde 2016, cuando el PDP recuperó el poder, Beijing ha vuelto a priorizar el rechzao a la independencia de Taiwán cercenando el apoyo diplomático a Taipéi. Como resultado, la administración de la presidenta Tsai Ing-wen ha perdido 10 países con relaciones diplomáticas oficiales. Tampoco ha podido participar en ninguna organización internacional como la Asamblea Mundial de la Salud o la INTERPOL, la OACI, etc., donde Ma Ying-jeou había logrado abrir camino.
La deserción de Nauru sugiere que el presidente chino Xi Jinping será más activo en este ámbito. Lo cual sugiere también que Lai encontrará más presión de China que la actual presidenta Tsai Ing-wen cuando asumió el cargo hace ocho años.
La seguridad y la defensa
El esfuerzo en seguridad ha representado una característica sobresaliente del doble mandato de Tsai Ing-wen que, a buen seguro, se mantendrá con su sucesor, Lai Ching-te. La “creciente coerción militar” del Ejército Popular de Liberación (EPL) es el argumento que justifica el aumento progresivo del presupuesto de defensa de Taiwán en un porcentaje superior al del PIB anual. Ello a sabiendas de que no importa cuánto gaste Taiwán en su autodefensa, pues China es mucho más grande y siempre gastará más, haga lo que haga Taiwán. En ello, el PDP no estará solo: el PPT propuso aumentar el presupuesto de defensa al 3 por ciento del PIB, más que el récord del 2,5 por ciento que el gobierno del PDP detalló en su propuesta de presupuesto para 2024.
Una crisis potencial a lo largo del Estrecho de Taiwán fue calificada como una «contingencia de Nivel 1» en un informe del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos publicado el 4 de enero por cuarto año consecutivo. Una crisis a través del Estrecho fue calificada como de probabilidad moderada y de alto impacto, añadió la encuesta. Entró por primera vez en el ranking como contingencia de Nivel 2 en 2019, y ha sido calificado como contingencia de Nivel 1 desde 2021.
El informe de la Encuesta de Prioridades Preventivas 2024 señala que «la intensificación de la presión económica y militar de China hacia Taiwán, especialmente en torno a las elecciones presidenciales taiwanesas de 2024, precipita una grave crisis a través del Estrecho que involucra a Estados Unidos y otros países de la región».
Desde la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a la isla en 2022, la presencia militar del EPL en el Estrecho de Taiwán se ha intensificado. En los últimos meses, la detección de globos aerostáticos de la República Popular China cruzando la línea divisoria del Estrecho para perturbar la defensa aérea y marítima de Taiwán unido a vuelos de aviones chinos (entrando en la Zona de Identificación de Defensa Aérea) o la presencia de buques realizando actividades cerca del área del Estrecho, han pasado a conformar una nueva normalidad.
Taiwán también echa sus cuentas. El Ministerio de Defensa reiteró el derecho a la autodefensa en respuesta a informes de los medios de que ha ajustado su modus operandi para un contraataque de autodefensa. La definición militar de «primer disparo» de China se había actualizado para denotar un «primer movimiento» que involucra aviones o buques militares chinos «que cruzan la frontera», es decir, entrar en las aguas territoriales y el espacio aéreo de Taiwán (CNA, 8 de marzo).
El concepto de «primer paso» se adoptó en 2021 y la definición se desarrolló aún más después de la visita de Nancy Pelosi, que llevó a China a realizar ejercicios militares a gran escala en todo Taiwán.
El reciente episodio del naufragio y muerte de dos marineros chinos como consecuencia de una persecución de la guardia costera taiwanesa ha dado pie a una nueva vuelta de tuerca en la presión continental. Beijing ha expresado el rechazo al concepto de «áreas prohibidas o restringidas», argumentando que los pescadores de ambos lados del Estrecho han operado tradicionalmente en las aguas alrededor de Xiamen y Kinmen, que están separadas por una distancia de menos de 10 kilómetros. El entendimiento tácito alguna vez sostenido entre China continental y Taiwán de que las aguas alrededor de Kinmen, Matsu y otras zonas periféricas eran «restringidas» o «prohibidas» parecen estar rotas. Y, en teoría, en estas aguas áreas marítimas controladas por Taiwán, según la ley, tiene derecho a defender si entran barcos chinos. El riesgo de incidentes ha aumentado de forma exponencial.
Por otra parte, el ajuste unilateral de China de las rutas de vuelo cercanas a la línea media del Estrecho de Taiwán, ha desatado otro frente de discordia. Beijing anunció la cancelación de lo que llamó una «medida de compensación» para la operación en dirección sur de la ruta de vuelo M503, que se encuentra al oeste de la línea media del Estrecho de Taiwán. Según Taipéi, los ajustes unilaterales a las rutas de vuelo cercanas a la línea mediana del Estrecho de Taiwán tienen como objetivo invadir aún más la frontera anteriormente tácita y ejercer más presión sobre Taiwán mientras monitorea el espacio aéreo en sus alrededores.
Si bien sigue siendo poco probable que el EPL intente una acción militar en el corto plazo, las medidas descritas y otras por venir se intensificarán en el inmediato futuro, entrañando importantes riesgos que podrían escalar en un contexto de incomunicación entre ambas partes.
EEUU, Japón y los chips
El papel desempeñado por Taiwán en la producción mundial de semiconductores constituye un auténtico escudo para la seguridad de la isla ya que involucra directamente a importantes potencias en su protección.
Taiwán sigue siendo el principal centro de producción para TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), con siete plantas avanzadas de envasado desde Hsinchu hasta el sur de la isla. Aunque se espera que Japón busque atraer inversiones en este ámbito bajo su política de revitalización de semiconductores, Taiwán sigue siendo la principal sede de producción para TSMC.
El gigante taiwanés de los semiconductores TSMC está expandiendo su presencia global con la planificación de una fábrica de procesadores de 3 nanómetros en Japón, siendo Osaka la ubicación más probable. Los planes abarcan desde EEUU, Europa o la India. Este movimiento se produce en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Muchos ofrecen importantes incentivos para atraer a TSMC y fortalecer su industria. Para Taiwán es de vital importancia garantizar que pueda mantener una posición de liderazgo en el complejo “triángulo del silicio” entre Estados Unidos, China y Taiwán.
En dicha perspectiva, el gobierno taiwanés se propone desarrollar una lista de tecnologías centrales y críticas para reforzar su dominio de la tecnología de semiconductores, y también cooperar con aliados internacionales en un sistema multilateral de control de exportaciones que evite la salida de tecnología de chips avanzada a China, así como el tráfico ilegal, la transferencia o movilidad de equipos, tecnología y talentos clave en semiconductores, para proteger las tecnologías centrales y el talento destacado en semiconductores.
Ese contexto, más allá de la razón política o estratégica, opera como un catalizador de alianzas con la mirada puesta en la preservación del status de la isla. Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, por ejemplo, han acercado posiciones para subrayar la importancia de la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán en una declaración conjunta emitida tras un primer Diálogo trilateral Indo-Pacífico en Washington (Taipei Times, 8 de enero de 2024).
La postura de Japón con respecto a la cuestión (“una contingencia de Taiwán es una contingencia de Japón”) es conocida, mientras que Corea del Sur ha comenzado a expresar preocupación sobre la situación a través del Estrecho en la segunda mitad de la administración del ex presidente surcoreano Moon Jae-in (2017-2022).
Durante las XVII Conversaciones de Coordinación de Políticas de Defensa entre China y EE.UU., celebradas los días 8 y 9 de enero en Washington, Beijing exigió a Washington que deje de armar a Taiwán y no apoye su independencia.
Desde el final de la Guerra Fría, Taiwán ha sido la joya del dominio regional indiscutible de Estados Unidos. La política de “ambigüedad estratégica” le procuraba cierta holgura en el manejo de las diferencias a través del Estrecho (Chan, 2023). El expresidente estadounidense Donald Trump cristalizó la política de sus predecesores hacia Taiwán al tomar varias iniciativas importantes, incluida la Ley de Autorización de Defensa Nacional para el año fiscal 2018, que exigía fortalecer la asociación de defensa entre Estados Unidos y Taiwán. Durante los primeros tres años de la administración del presidente estadounidense Joe Biden, Washington ha seguido profundizando los vínculos con Taiwán. Si bien esto quedó evidente en la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, la declaración de Biden de que Estados Unidos protegería militarmente a Taiwán si China atacara fue vista como un cambio importante en la política estadounidense. La Ley de Política de Taiwán de Washington aprobada en 2022 habla de garantizar la estabilidad regional y disuadir “nuevas agresiones” de la República Popular China contra Taiwán. También amenaza con severas sanciones contra China por acciones hostiles contra Taiwán. La nueva ley se ha centrado en profundizar las capacidades de defensa de Taiwán y Estados Unidos se ha comprometido a proporcionar varios miles de millones de dólares en asistencia de seguridad durante los próximos cuatro años. A mayores, ha designado a Taiwán como un “importante aliado no perteneciente a la OTAN”.
La cercanía de Washington y Taipéi se manifiesta igualmente en otros ámbitos. En lo político, por ejemplo, las delegaciones estadounidenses arriban a Taiwán con tanta frecuencia como prontitud. Nada más conocerse la elección de Lai Ching-te se anunciaba la presencia del ex asesor de seguridad nacional Stephen Hadley. Le sucederían muchas más. El presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Michael McCaul, planea visitar Taiwán para asistir a la ceremonia de investidura del nuevo presidente, Lai Ching-te, el 20 de mayo. China continental podría realizar ejercicios militares en respuesta.
Por otra parte, las ventas de armas han experimentado un progreso significativo. La administración Biden avanzó hasta trece paquetes de venta, subrayando la importancia que el gobierno estadounidense otorga a las necesidades de defensa de la isla y a la sólida asociación entre Taiwán y Estados Unidos.
La propuesta de presupuesto para 2025 publicada por la Casa Blanca incluye una solicitud de 100 millones de dólares para ayudar a Taiwán a fortalecer la disuasión y mantener la paz y la estabilidad a través del Estrecho de Taiwán (CNA, 11 de marzo de 2024). Es la primera vez que Estados Unidos incluye a Taiwán de forma independiente en su presupuesto, asignando fondos para fortalecer su capacidad de disuasión.
Sobre si los 100 millones de dólares incluyen fondos para una misión de entrenamiento permanente de las tropas de las Fuerzas Especiales estadounidenses en Taiwán, el Pentágono se remite a una «asistencia de seguridad tradicional». Fuentes taiwanesas (CNA, 15 de marzo de 2024) hablan de una “colaboración militar significativa” con Taiwán que implicaría el despliegue de fuerzas especiales en Kimen y Penghu. La presencia de Fuerzas Especiales estadounidenses en suelo de Taiwán fue confirmada por primera vez por la presidenta Tsai Ing-wen en una entrevista con CNN en 2021, aunque no se publicó ninguna información sobre su ubicación. El jefe del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos, el almirante John Aquilino, dijo que no hay personal de fuerzas especiales estadounidenses estacionado permanentemente en la remota isla Kinmen de Taiwán (CNA, 20 de marzo de 2024).
Además, en un resumen presupuestario separado publicado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, su propuesta de presupuesto fiscal para 2025 incluye una solicitud de 500 millones de dólares para reponer las existencias de armas estadounidenses en Taiwán a través de la Autoridad Presidencial de Reducción de Disposiciones, que toma armas de las existencias existentes del Pentágono y las envía al extranjero.
El fortalecimiento de la asociación de seguridad entre EEUU y Filipinas tiene una gran importancia para Taiwán. Washington y Manila reconocen que las tropas y los activos militares estacionados en la “primera cadena de islas” podrían servir para contrarrestar una hipotética acción del EPL. Hay planes para que Estados Unidos financie la construcción de una base naval en un puerto filipino en Batanes, en el estrecho de Luzón. Esta ubicación sería crucial para la defensa de Taiwán.
En el frente económico, la Iniciativa entre Estados Unidos y Taiwán sobre el proyecto de ley comercial del siglo XXI firmado por el presidente estadounidense Joe Biden en agosto de 2023, se ha definido como un ejemplo de “apuntalamiento de aliados”.
Conclusiones
Desde las elecciones del 13 de enero, las expectativas generales sobre la evolución de la situación en Taiwán se han vuelto más pesimistas (Courmont, 2024). China propicia la instauración fáctica de una “nueva normalidad” que restrinja la soberanía de facto de Taiwán.
El fin de los recortes arancelarios para algunos de los productos incluidos en el AMCE, el corte de relaciones diplomáticas por parte de Nauru, el desvío por parte de China de la ruta del vuelo M503, la suspensión de viajes de grupos turísticos a China, o la escalada de las controversias marítimas en torno Kinmen y Xiamen, trazan un panorama de mayor incertidumbre.
Dicha tendencia, que inicialmente podría interpretarse como un intento de influir en la orientación de la presidencia de Lai Ching-te, podría prolongarse a lo largo de su mandato. Lai es visto por Beijing como un cripto-independentista recalcitrante. Se ha descrito en más de una ocasión como un «trabajador pragmático por la independencia de Taiwán», y la última vez tuvo lugar en 2017, cuando era primer ministro. Sin embargo, ha bajado el tono de su retórica desde 2020, cuando asumió el cargo de vicepresidente, proclamando que «Taiwán ya es un país soberano e independiente» y que «no hay necesidad de declarar la independencia». Como parte de sus promesas de continuar con la política exterior y a través del Estrecho de la presidenta Tsai, Lai suscribe el mantenimiento del statu quo en el Estrecho de Taiwán.
Beijing persiste en su determinación de avanzar hacia la reunificación como expresión de la gloria del rejuvenecimiento de la nación china. En la isla, el KMT no lo rechaza. El expresidente Ma Ying-jeou dijo a los medios de comunicación alemanes que Taiwán no tiene más remedio que confiar en el presidente chino Xi Jinping en las relaciones a través del Estrecho, y que Taiwán nunca podría ganar una guerra contra China (Deutsche Welle, 17 de enero de 2024). Para Lai, Taiwán debe defender su democracia ya que se convertiría en otro Hong Kong si se adhiere a la idea de “una sola China”.
Más del 80 por ciento de los taiwaneses quieren mantener el statu quo con China, y los que prefieren mantener el estatus actual de Taiwán indefinidamente aumentan drásticamente, mientras que los que quieren la independencia han ido disminuyendo desde 2020, según el resultados de una encuesta (CNA,Taipei, 23 de febrero).
En la reunión entre el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente chino Xi Jinping al margen de una cumbre de APEC en San Francisco en noviembre de 2023 se aludió a la creación de “barandillas” para gestionar las tensas relaciones entre Washington y Beijing. Sin duda, Taiwán es la más explosiva. Cuando Xi califica “la reunificación de la patria” como una necesidad histórica y llama a resolver “la cuestión de Taiwán en un momento determinado” debe entenderse como un momento en el que el equilibrio de poder entre Estados Unidos y China favorece a Beijing, en lugar de un cronograma específico. Pero la independencia es una “línea roja” (Ríos, 2023).
La posibilidad de una reelección de Donald Trump en EEUU incrementa los riesgos (Burdy, 2024). La histórica llamada telefónica entre el entonces presidente electo Trump y la presidenta Tsai Ing-wen en diciembre de 2016, abrió un importante frente de discordia con Beijing. marcó la primera vez que un presidente estadounidense o un presidente electo habló directamente con un presidente taiwanés desde que Taipei y Washington rompieron relaciones diplomáticas oficiales en 1979.
Una guerra por Taiwán causaría pérdidas por 10 billones de dólares a la economía global, una suma equivalente al 10 por ciento del PIB mundial, dijo David Alton, citando a Bloomberg Economics (Bloomberg, 9 de enero de 2024). Además, sería una catástrofe geopolítica para Estados Unidos y sus aliados. Para el almirante retirado de la Armada estadounidense James Stavridis, quien sirvió como comandante del Cuartel General Supremo de las Potencias Aliadas en Europa de la OTAN de 2009 a 2013, China no estará lista para enfrentarse a Estados Unidos de una manera muy madura hasta dentro de una década.
Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China.
Referencias bibliográficas
Burdy, Jean-Paul (2024), Taïwan, le Japon et la Chine face à l´hypothèse dúne deuxième présidence Trump, En Diplomatie 126, Mars-Avril.
Courmont, Barthélémy (2024), Quel avenir pour Taiwan. En Diplomatie 126, Mars-Avril.
Chan, Steve (2023), La ambigüedad estratégica. En Vanguardia Dossier, nº 87, Abril/Junio 2023.
Ríos, Xulio (2005). Taiwán, el problema de China. Madrid: Catarata.
Ríos, Xulio (2020). Taiwán, una crisis en gestación. Madrid: Popular.
Ríos, Xulio (2023). La más roja de las líneas. En Vanguardia Dossier, nº 87, Abril/Junio 2023.
Para un acompañamiento de la evolución de Taiwán se sugiere: https://politica-china.org/opch/otros/hebdomadario
(Este texto forma parte del Anuario Ceipaz 2023-2024: ceipaz.org/anuari0-2023-2024/)