KMT: relevo generacional Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

Johnny Chiang (o Chiang Chi-chen) resultó vencedor en las primarias internas que el Kuomintang (KMT) celebró este sábado 7 de marzo. La elección fue consecuencia de la dimisión presentada por Wu Den-yih tras la derrota del partido en las elecciones presidenciales y legislativas del 11 de enero.

Chiang competía con Hau Lung-bin, ex alcalde de Taipéi y vicepresidente del KMT desde 2014.  Hau tenía todas las de ganar, pero perdió con rotundidad (31,2 por ciento frente al 68,8 por ciento de Chiang). Incluso en Taipéi, donde ejerció la jefatura municipal entre 2006 y 2014, Chiang barrió a Hau con similares porcentajes. Este, de 67 años, está claramente asociado con la “vieja guardia” del KMT, proviene de una familia con buenas conexiones políticas (su padre, Hau Pei-tsun fue primer ministro de 1990 a 1993), pero todo eso le valió de poco.

Chiang, de 48 años, es más joven que Hau y representa en buena medida el relevo generacional. Refleja otro estado de ánimo. Y otra ambición. En la campaña interna destacó algunos objetivos: introducir una nueva estructura organizativa, más descentralización interna, mayor interacción con el exterior, mayor aprovechamiento de las redes sociales, etc. Por tanto, Chiang apunta, sobre todo, a una actualización de las formas de comunicación y de los métodos de organización. Por el contrario, Chiang descartó expresamente cambiar el nombre del partido o suprimir sus señas de identidad, perseverando en los valores y principios centrales que forman parte del ADN del partido, empezando por los Tres Principios del Pueblo, y manteniendo su identidad “china”…

La ex presidenta del KMT, Hung Hsiu-chu, se quejó en los días previos a la votación de que, para su gusto, ninguno de los dos contendientes aclaraba suficientemente la postura en torno a una cuestión central de la política taiwanesa: las relaciones a través del Estrecho. Por eso, no son previsibles cambios sustanciales en este sentido.

La participación en estos comicios fue baja, del 35,8 por ciento. Y menos del 3 por ciento del censo son menores de 40 años. La tarea prioritaria de Chiang es asegurar la renovación de la base militante del KMT; no obstante, las diversas corrientes internas, aun muy poderosas (como la de veteranos militares Huang Fu-hsing o los partidarios de Han Kuo-yu) interpondrán diques cuando cualquier propuesta de reforma afecte a sus intereses creados. En las facciones, y no en los militantes, está la base del poder interno.

Preso de sí mismo, el KMT también debe hilar fino para evitar la confusión programática con el PDP; quiere esto decir que su vocación anti-independentista permanecerá intocable. Su futuro está en la tercera vía (ni independencia, ni unificación) pero en el actual momento de polarización, ese mensaje queda opacado por la praxis de la vieja guardia.

Chiang puede persistir en la histórica postura de defensa de la República de China pero el imperativo electoral sugiere que esa defensa debe ser convenientemente matizada a fin de evitar la equiparación del KMT con el PCCh. Esa asociación fortaleció las opciones del PDP. El rechazo al principio “un país dos sistemas” puede ser útil en ese empeño, pero eso podría hacerle perder las ventajas frente a su rival a propósito de una mejor comunicación con otro lado del Estrecho para alcanzar una solución pacífica del contencioso. Por lo tanto, es difícil una resurrección política sin una actualización a fondo del programa del partido, lo cual exigirá un amplio debate.

A pesar de haber perdido las elecciones del 11 de enero, el KMT sigue siendo un partido neurálgico en Taiwán, con una importante base territorial y organizativa. Los ajustes en el discurso y en la organización, propiciando un mayor poder de las organizaciones locales y de base frente al todopoderoso aparato central, le puede proveer de alguna oportunidad.

Efectuar el relevo generacional y dotar de una mayor frescura la imagen del KMT sin tocar los fundamentos del partido no parece una tarea fácil, pero ese es el reto de Johnny Chiang.