Tras 61 años ininterrumpidos de gobiernos colorados, las elecciones presidenciales del próximo 20 de abril pueden significar un verdadero y trascendental cambio político en el país sudamericano con el que, a su vez, podrían abrirse nuevos y ambiciosos horizontes en la diplomacia paraguaya. Todo ello, obviamente, ante el hipotético triunfo de la Alianza Patriótica para el Cambio (AP-C), plataforma política integrada por una gran coalición de partidos opositores encabezada por el ex obispo de San Pedro, Fernando Lugo, y que, por primera vez en décadas, tiene serias posibilidades de ganar la contienda electoral y apartar así del poder al Partido Colorado. El triunfo del ex obispo y de su heterogénea AP-C podría replantear las alianzas y los equilibrios internacionales en los que se asienta el gobierno de Mburuvicha Róga, y en especial su alianza estratégica con la República de China.
Factor económico
Sin duda, uno de los factores de presión más importantes que contribuiría a revisar las relaciones entre Paraguay y el gobierno de Taipei es el gran auge económico y las enormes posibilidades que supondría para el comercio paraguayo el gran mercado chino, que, como es sabido, agrupa a casi una cuarta parte de la población mundial y que, más importante aun, año tras año aumenta sus necesidades de materias primas, entre ellas las de productos alimenticios como la soja o la carne, que son a su vez las principales exportaciones de Paraguay.
En el caso de la soja -principal exportación de Paraguay, con un valor anual de más de 5 millones de dólares-, por ejemplo, es evidente el malestar de los empresarios paraguayos ante la falta de vínculos bilaterales con la República Popular China (R.P.Ch.), ya que ello les impide acceder a dicho mercado, primer consumidor mundial de soja. El perjuicio de los sojeros paraguayos ante la falta de relaciones bilaterales se hace aún más evidente si se compara con la situación de su más directo competidor, la industria sojera argentina; ésta destina un 56% de sus exportaciones al mercado chino1, y esa cantidad aumenta año tras año, mientras que los empresarios del estado brasileño de Mato Grosso, siguiendo el ejemplo argentino y conscientes de las grandes expectativas comerciales de ese rubro, han empezado a cultivar soja en grandes proporciones destinadas al país asiático2. Ante esta situación de evidente desventaja, la Cámara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco) propuso recientemente al canciller paraguayo Ramírez Lezcano el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China, ya que, como afirmó el director de Capeco, “esta diferencia gubernamental perjudica la exportación de soja […] no se vende porque no hay relaciones bilaterales entre los dos países”3. El sector de la soja, cabe decir, no es el único que directa o indirectamente aboga por estrechar lazos con el gobierno de China continental, y otros se suceden periódicamente; uno de los que más repercusión tuvo, en ocasión de la visita de Annete Lu a Paraguay el verano pasado, fue el del presidente de la Cámara Paraguayo-China, Ing. Raúl Torres.
Cabe destacar que las presiones, de raíz económica, no sólo fluyen desde los empresarios paraguayos, sino que también se suceden conatos de presión al gobierno paraguayo desde Beijing. Ejemplo de ello fue el intento de compra de la empresa estatal Millicom International Cellular por la estatal China Mobile a instancias del gobierno de la RPCh, y que en Paraguay se vivió con cierta alarma ya que Millicom era la propietaria de una de las mayores empresas de comunicaciones de Paraguay, TIGO. La operación, de clara intencionalidad política, habría dotado al régimen de Zhonanghai de una posición económica envidiable para presionar a los gobiernos en los que la empresa Millicom tiene presencia, ya que 5 de los 16 países en los que opera no tienen relaciones diplomáticas con la RPCh –El Salvador, Guatemala, Bolivia, Perú y Paraguay-4.
El desprestigio de las relaciones bilaterales paraguayo- taiwanesas
Otro de los factores clave que está contribuyendo enormemente al descrédito de las relaciones bilaterales entre el gobierno paraguayo y el taiwanés, a ojos de la oposición, son las enormes sospechas de corrupción que recaen sobre la ayuda que el estado asiático concede al Estado paraguayo, además de la cada vez más privilegiada relación entre el PDP y el P. Colorado, relación que por parte del gobierno de Chen Shui-bian se ha vinculado enormemente al “coloradismo” en detrimento de los partidos opositores paraguayos.
En lo que respecta a la poca transparencia de las ayudas taiwanesas y su utilización fraudulenta por los sucesivos gobiernos colorados, uno de los casos más sonados fue el de la concesión de un crédito por parte de Taiwán de 400 millones de dólares al ex presidente Raúl Cubas, que fue malbaratado durante el gobierno de su sucesor, González Macchi, suceso análogo a otros casos de corrupción en los que se vieron involucradas las ayudas taiwanesas y que afectaron a los ex presidentes de Costa Rica y Nicaragua, Rodríguez y A. Alemán.
El problema estriba en que Taiwán no controla los fondos destinados a la cooperación con sus aliados internacionales, tal y como sí hacen la Unión Europea o Estados Unidos, y ello supone conceder un cheque en blanco al partido gobernante de turno, y si a ello le sumamos que el Estado paraguayo es uno de los más corruptos del mundo, esa imagen y la malversación de los fondos destinados a la cooperación sólo contribuye al descrédito de las relaciones bilaterales, hecho ampliamente denunciado en los medios y por la oposición del país sudamericano. Es más, en la presente campaña política hacia la presidencia, el tema de la corrupción vinculada a las ayudas taiwanesas ha sido esgrimido por todo el abanico opositor paraguayo, e incluso por sectores no oficialistas del coloradismo, como el vinculado al ex vicepresidente Luis A. Castiglioni, agrupados en la denominada “Vanguardia Colorada”. La polémica surgió a raíz de una transferencia de 4 millones de dólares del gobierno taiwanés al paraguayo, de un monto de 71 millones concedido tras el viaje de Duarte Frutos a Taiwán, lo que desató una ola de desconfianza que se vio agravada a mediados de febrero tras la entrega de otra donación, por valor de 5 millones de dólares, en plena campaña electoral. Castiglioni, que lidera el sector Vanguardia Colorada –derrotado en las pasadas elecciones internas ante el sector oficialista de Nicanor Duarte Frutos- afirmó desear que Frutos “destine (la cooperación) exclusivamente para el bien de todos los paraguayos […] creo que hay que recuperar la credibilidad de la gente utilizando bien los recursos”, ya que “esa duda se ha instalado totalmente [en la sociedad paraguaya] porque no hay un manejo claro, transparente, de las donaciones”, mientras que el líder del Partido Patria Querida, tercera fuerza electoral de Paraguay, Pedro Fadul, afirmó que esa ayuda sería usada para financiar la campaña del Partido Colorado, ya que ”si usan todo lo demás, no nos sorprendamos si usan también esos 4 millones de dólares”5. La alarma suscitada a raíz de esas donaciones motivó, incluso, que la delegación diplomática taiwanesa emitiera un comunicado asegurando que las ayudas serían utilizadas por el gobierno paraguayo para construir viviendas sociales6. La polémica no acaba ahí, ya que la desconfianza persiste y, además, la construcción de viviendas sociales por parte del gobierno de Duarte Frutos–con fines claramente proselitistas- no están exentas de polémica, ya que una parte importante de estas construcciones adolecen de graves problemas estructurales que las convierten, prácticamente, en inservibles7.
Es de destacar que, en ese contexto de campaña electoral y de la polémica suscitada por las donaciones taiwanesas, senadores y dirigentes de partidos opositores unidos en la AP-C de Fernando Lugo, entre ellos País Solidario y PLRA- éste último es la segunda fuerza política en el país- también han criticado duramente las donaciones taiwanesas, e incluso desde Patria Querida y País Solidario se ha instado abiertamente al gobierno paraguayo a iniciar relaciones diplomáticas con la RPCh, muchas veces poniendo especial énfasis en el gran mercado chino, que a su juicio está siendo desperdiciado por los empresarios paraguayos a causa de razones políticas8.
En fin, tal y como sintetizó perfectamente Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, “todos estos escándalos [vinculados a las ayudas taiwanesas] y su magnitud […] complican seriamente la imagen de Taiwán […]. Sus implicaciones en el fomento de la corrupción erosionan, además, la confianza en la sinceridad de su política y pueden reducir significativamente su margen de maniobra futuro, en beneficio de Beijing”9. Como vemos, la tónica general de la diplomacia de la chequera –usada tanto por Taipei como por Beijing- es perfectamente visible en el caso de Paraguay, un país valioso para el gobierno de Taiwán ya que es su último aliado en América del Sur y actúa, de facto, como representante de la isla en el Mercosur.
Probables aliados políticos de Fernando Lugo y sus implicaciones para Taiwán
Por último, al considerar el futuro de las relaciones bilaterales entre Paraguay y Taiwán debemos tener en cuenta un factor esencial, el de las posibles alianzas internacionales del principal candidato opositor en el hipotético caso en que éste accediera a la presidencia del Gobierno paraguayo.
En efecto, el presidenciable con más posibilidades de vencer en la contienda electoral, Fernando Lugo, se ha mostrado poco transparente y claro a la hora de definir su programa electoral, hecho que aún se hace más evidente si repasamos la cantidad y diversidad de partidos políticos que conforman su coalición Alianza Patriótica para el Cambio, y su salida a escena ha estado empañada por innumerables intentos de desprestigiar su imagen desde las filas coloradas, vinculándolo tanto con las FARC como con los asesinos de la hija del ex presidente Raúl Cubas Grau, Cecilia Cubas. Eso sí, pese a esa ambigüedad calculada que tan bien ha sabido gestionar, su popularidad no ha parado de crecer desde que saltó a la arena política en 2006, sobre todo a causa de su férrea oposición a los tratados leoninos de Itaipú y Yaciretá, y su constante enfrentamiento con el Presidente paraguayo, Nicanor Duarte Frutos.; las constantes denuncias de Lugo a los manejos políticos del presidente –a menudo claramente inconstitucionales –entre los que destacan la retención de los cargos de Presidente de la República y del Partido Colorado en su persona, y su intento de reformar la Constitución para postularse nuevamente como presidente le han aportado grandes réditos políticos.
Ante el programa de Lugo, mayoritariamente ambiguo y poco claro, en el terreno internacional éste se muestra partidario de renegociar los tratados binacionales de las centrales hidroeléctricas de Itaipú (paraguayo-brasileña) y Yaciretá (paraguayo-argentina) teniendo como modelo y referente las nacionalizaciones de Evo Morales, y ha mostrado reiteradamente sus simpatías y admiración hacia el socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez, eso sí, matizando que él no trasplantaría un modelo foráneo de desarrollo al Paraguay –en clara alusión al modelo chavista, ante los recelos que ello despierta en amplios sectores de la sociedad paraguaya-, sino que deberían encontrar un modelo propio de desarrollo económico que garantizara, eso sí, una mayor igualdad social. Es importante destacar que también ha jugado a la ambigüedad calculada en el terreno de las relaciones bilaterales con Taiwán, ya que aún afirmando en alguna ocasión que no rompería sus vínculos con la República de China, también se ha declarado dispuesto a estrechar lazos con el gobierno de Zhonanghai y ha acusado a Nicanor Duarte Frutos de ser el primer “chavista taiwanés”, con lo que ello supondría de incoherencia ideológica, sin reparar que él también es firme partidario de Chávez y no renuncia, al menos claramente, a la alianza estratégica con Taiwán.
Ante ese panorama, son idóneas las palabras de Gustavo Cardozo, coordinador del Programa Asia-Pacífico del Centro Argentino de Estudios Internacionales, referentes al giro ideológico en Hispanoamérica y sus repercusiones, “Ambas partes, en vías de desarrollo, comparten una historia y aspiraciones similares, encontrándose actualmente más cercanas […] producto del giro ideológico latinoamericano en los últimos años […] que ya ha incluido la emergencia de un proceso revolucionario en Bolivia, […] el régimen venezolano de Hugo Chávez y la llegada al poder de Gobiernos de izquierda en Chile, Argentina, Brasil y Uruguay”10, sin olvidarnos de la llegada al poder de los sandinistas nicaragüenses y la probable irrupción de Fernando Lugo en Paraguay. Ante este incierto panorama en las relaciones paraguayo-taiwanesas, siempre y cuando venza el candidato opositor, no es de sorprender que Simon Ko, director general de Latinoamérica en el Ministerio de Relaciones Exteriores taiwanés, haya mostrado su preocupación por los resultados de la contienda electoral paraguaya ya que, según sus palabras, “la posibilidad de que en Paraguay sea elegido presidente un candidato partidario de China preocupa en la isla”11.
Conclusiones
Como conclusión, debo reiterar que tras una plausible victoria de la AP-C en Paraguay, existen una serie de factores que podrían contribuir a replantearse, en el seno del gobierno paraguayo, las relaciones bilaterales con Taiwán. Entre ellas, obviamente, destacan las sinergias económicas, ya que el enorme peso demográfico chino y el crecimiento vertiginoso de su economía han despertado las expectativas de diversos grupos de empresarios paraguayos que, ahora sí, presionan para mantener vínculos diplomáticos con miras a introducir sus productos en el mercado chino. Además, entre los factores que hemos analizado también es de suma importancia el desprestigio que las ayudas taiwanesas tienen para gran parte de la sociedad paraguaya, ya que se vinculan a casos de corrupción. A ello debemos sumarle la fuerte vinculación entre el gobierno de Taiwán –sobre todo a raíz de la llegada al poder del PDP- con el oficialismo, el Partido Colorado, vinculación que ha sido ampliamente criticada por la oposición y, recordemos, ésta el próximo 20 de abril está en condiciones de llegar al poder, por primera vez en décadas. Por último, es destacable la posición ideológica, ambigua aunque claramente escorada hacia la nueva izquierda hispanoamericana, de Fernando Lugo, que podría acercar posiciones entre Mburuvicha Róga y Zhonanghai.
Sin duda, Simon Ko hace bien en mostrarse preocupado ante el panorama que parece avecinarse, aunque si el establecimiento de relaciones bilaterales entre la China Popular y Paraguay llegara a producirse, ése sería el momento idóneo para que la diplomacia isleña meditara sobre si los escándalos de corrupción vinculados a sus ayudas y el excesivo vínculo entre el gobierno taiwanés y el Partido Colorado no han contribuido, en mucho, a ése hipotético -aún- desenlace.
Referencias
[1] Ríos, Xulio. Mercado y control político en China. Ed. Catarata (Madrid). Pág. 162.
2 Cornejo, Romer. “América Latina en la perspectiva de China”, en Política exterior de China. Ed. Bellaterra (Barcelona). Pág. 233.
3 ABC Color, 29 de enero de 2008.
4 La Nación, 29 de junio de 2006.
5 La Nación, 10 de octubre de 2007.
6 ABC Color, 20 de febrero de 2008.
7 ABC Color, 27 de marzo de 2008.
8 La Nación, 26 de marzo de 2008.
9 Ríos, Xulio. Taiwán, el problema de China. Ed. Catarata (Madrid). Pág. 157.
10 Cardozo, Gustavo A. China y América Latina: ¿un nuevo frente ideológico? En igadi.org, 11/05/2005.
11 ABC Color, 15 de abril de 2008.