“Sentidiño” con Taiwán Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

La Comisión Electoral de Taiwán ha anunciado la fecha de las elecciones presidenciales y legislativas de 2024. Será el 13 de enero. Hasta entonces se aventura un año especialmente agitado en todos los frentes.

Tal como se ha podido apreciar en las sesiones parlamentarias recién concluidas en Beijing, en China continental se está a la espera de conocer los contornos de la nueva política para Taiwán. Los principios inspiradores serán los mismos así como el objetivo final; sin embargo, es previsible otro carpetazo a la política denguista que en este caso, sobre todo a partir de la crisis de Hong Kong, muestra claros síntomas de agotamiento. ¿Qué sucederá a la fórmula “un país, dos sistemas”?…. De entrada, cabe pensar que se enfatizarán las similitudes existentes entre uno y otro lado del Estrecho, como la cultura y el origen étnico compartidos, en lugar de las diferencias.

En paralelo a ese proceso de reflexión que podría cristalizar próximamente en una conferencia política sobre Taiwán que este año va con retraso, cabe esperar que la normalización pos-pandémica facilite los intercambios entre gobiernos locales y el sector privado. Los auspicios del PCCh y del Kuomintang (KMT), cuyo vicepresidente Andrew Hsia visitó China el pasado febrero, serán decisivos para que cuajen dichos puentes.

La presidenta Tsai Ing-wen iniciará una visita a Centroamérica (Belice y Guatemala) en las próximas semanas y hará escala en EEUU. Todo indica que se reunirá con el nuevo presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, alejando la posibilidad de que este visite Taiwán, por el momento, ante el temor de que la reacción continental adopte medidas más serias que las de agosto pasado tras la visita de Nancy Pelosi y ello acabe por impactar negativamente en las expectativas electorales del Partido Democrático Progresista (PDP).  También en abril visitará EEUU una delegación del Partido Popular de Taiwán (PPT) de Ko Wen-je, quien trata de ampliar su propio hueco en el espectro político taiwanés.

La estrategia electoral del PDP pasa por evidenciar ante su electorado que cuenta con todo el apoyo de EEUU (lapidando poco a poco la tradicional ambigüedad), lo cual se plasmaría en medidas políticas y en mayores compromisos en áreas como la economía o la seguridad. En este último aspecto, el debate sobre si Taiwán debería convertirse en otro sitio de almacenamiento para equipos militares estadounidenses en Asia, además de Japón, Corea del Sur y Filipinas,  otorgándole el mismo estatus que Tailandia, Corea del Sur y los principales aliados no pertenecientes a la OTAN, no es baladí. Si el escenario propuesto se hace realidad, elevaría el estatus de Taiwán a un «aliado cuasi diplomático» de EEUU. Y Beijing podría interpretar dicha medida como un cruzamiento de su “línea roja».

China parece tener cada vez más la impresión de que EEUU coquetea con el restablecimiento de la alianza militar que mantuvo con la República de China de Chiang Kai-shek. El ministro de exteriores Qin Gang recordó estos días en Beijing, una vez más, que Taiwán es el núcleo de sus intereses centrales. Y advirtió que la política de EEUU en este asunto se ha «desviado por completo» del camino correcto, dirigiéndose los dos países al «conflicto y la confrontación» si Washington no cambia de rumbo. Qin sostuvo que Estados Unidos está tratando de «contener» a China «explotando» el tema de Taiwán.

¿Identidad o paz?

Según una encuesta de la Universidad Nacional de Taiwán del 13 de enero de 2023, mientras que entre 1994 y 2022 el porcentaje de encuestados a favor de la reunificación cayó del 4,4% al 1,2%, las respuestas a favor del statu quo se sumaron a las del «statu quo a la espera de la independencia» pasó del 46,5% al ​​54,1%.

En este contexto de tensión al alza y de incremento de la autoidentificación taiwanesa, el KMT trata de afianzar su imagen como interlocutor constructivo en el diálogo con el PCCh, imposible para el PDP. Si su posición pudiera resultar incómoda en el debate identitario, ni mucho menos lo sería cuando se trata es de elegir entre guerra y paz.

En este ambiente de extrema tensión, cabe retomar las propuestas de 14 sinólogos y profesores universitarios del grupo especial de reflexión sobre las relaciones sino-estadounidenses de “Asia Society” que el pasado octubre instaban en un documento a todas las partes a evitar adoptar actitudes que pudieran incitar a una escalada u obligar a la parte contraria a iniciar un conflicto. En los meses por venir, el riesgo será especialmente elevado de no calibrarse el suficiente juicio.

(Para Diario Público)