Taiwan se acerca a Japón

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

Desde la llegada de Tsai Ing-wen y el PDP (Partido Democrático Progresista o Minjindang) a la presidencia taiwanesa, el distanciamiento respecto a Beijing se ha visto complementado con claros gestos de reafirmación de la asociación de seguridad con EEUU o la formulación de la Nueva Política hacia el Sur con especial hincapié en Asia meridional (India, sobre todo) en el marco de un reajuste general de la diplomacia taiwanesa. Asoma como uno de sus signos distintos  la especial proyección de Japón.

El nombramiento del ex primer ministro Frank Hsieh como representante ante Tokio pudiera simbolizar esa prioridad otorgada al fortalecimiento del eje Taipei-Tokio. La pasada semana, el presidente del Yuan Legislativo, Su Jia-chyuan, eligió Japón como destino de su primera gira al exterior. La presidenta Tsai fue también de los primeros líderes de la región en felicitar a Yuriko Koike, la nueva gobernadora de Tokio. Y el ex presidente Lee Teng-hui apelaba en una reciente visita a la isla Ishigaka a integrar la capacidad de I+D de las compañías japonesas y la capacidad manufacturera de Taiwan, urgiendo una cooperación más estrecha. Taipei, por otra parte, mira con buenos ojos el nuevo proyecto de reactivación económica presentado por Shinzo Abe mientras critica al KMT por apostar por la Franja y la Ruta que promueve el PCCh.

Pese al protagonismo reciente del mar de China meridional, la escalada de tensión en la región tiene en la disputa de soberanía sobre las islas Diaoyutai/Senkaku, en el mar de China oriental, un botón de muestra relevante. Beijing y Taipei comparten reivindicaciones en torno a las Diaoyu/Senkaku, pero es altamente improbable cualquier coordinación entre ambas. Taiwan parece confiar a la profundización de los vínculos con Japón –y EEUU- sus posibilidades de supervivencia frente a una China que no da muestras de ablandamiento en sus exigencias de reconocimiento del principio de una sola China y el Consenso de 1992. El aumento de las capacidades militares chinas topa en Japón con la única potencia regional capaz de confrontar sus ambiciones.

Al margen de las ecuaciones relativas a la seguridad, en lo que afecta a la integración regional, Su Jia-chyuan, enfatizó la búsqueda del apoyo de Japón a la participación de Taiwan en el TPP (Acuerdo Transpacífico, siglas en inglés), por otra parte de futuro incierto a la vista de las actuales disyuntivas políticas estadounidenses.

La reducción de la dependencia turística del continente tiene en Japón una alternativa deseada. Taipei quiere que más turistas japoneses visiten la isla. Entre enero y mayo del presente año lo hicieron 750.000 personas mientras que los taiwaneses que hicieron la ruta hacia Japón en el mismo período multiplican por cuatro dichas cifras. El turismo continental sigue cayendo a gran velocidad.

Ambas partes tienen los diferendos pesqueros como notorio escollo y no son fáciles de resolver como lo acreditan las tensiones en torno al estatus del arrecife de Okinotori y las aguas que le rodean. En 2013 firmaron un importante acuerdo que otorga derechos pesqueros a Taiwán en el entorno de las Diaoyutai/Senkaku con el propósito oblicuo de impedir una alianza con China continental en su reivindicación soberanista. La oficialización de un sistema de diálogo y cooperación en esta materia, previsto para el mes pasado, fue aplazada pero aunque por el momento no tiene fecha, pocos dudan de su materialización.

Taiwan parece temerse lo peor en su escenario internacional inmediato. Los rumores que apuntan a una próxima normalización de los vínculos diplomáticos de China y el Vaticano o la presunta larga lista de espera de aliados que podrían desertar a un leve chasquido de Waijiabou, sede del ministerio de exteriores, así como el bloqueo de la tímida participación lograda en organizaciones internacionales del sistema ONU en los años recientes, tendrían su compensación en la intensificación de las alianzas con aquellas capitales más implicadas en la estrategia de contención de China.

Las voces que apuntan a una matización del rechazo de Taiwan al dictamen de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya del pasado 12 de julio, diferenciando la negativa a reconocer las alusiones a la isla Taiping –definida como roca en la sentencia- pero asumiendo que el Mar de China meridional es un “mar de todos”, abjurando de la línea de 11 trazos (la línea en forma de U que defiende la República de China desde 1947), allanaría estas pretensiones.

Los intentos de rediseñar el paradigma de seguridad de Japón tienen en Beijing un lógico rechazo. A las denuncias del propósito de alterar el orden de posguerra se suman las escaramuzas en las disputas marítimo-territoriales. El enfriamiento Beijing-Taipei y las tensiones al alza entre las dos principales economías de la región acrecientan las oportunidades de reafirmación de un eje Taipei-Tokio.