Especial OPCh: Medio siglo del encuentro Nixon-Mao Con Francisco Javier Haro Navejas y Gonzalo Paz

In Especiales, Secciones by Xulio Ríos

El presidente Richard Nixon visitó la China de Mao hace 50 años, entre el 21 y el 28 de Febrero de 1972. El “histórico viaje” marcó un punto de inflexión en la trayectoria del siglo XX. Sin  embargo, hoy día, la oportunidad de aquella iniciativa es objeto de cuestionamiento.

El OPCh quiere sumarse a esta efeméride, recabando el parecer de algunos de nuestros más sobresalientes colegas, a quienes formulamos las siguientes cuestiones.

Preguntas:

  1. ¿Qué prevalece en su opinión: el éxito rotundo o el error estratégico?
  1. ¿Considera que el balance del proceso iniciado entonces constituye un activo para encauzar hoy las tensiones bilaterales?
  1. ¿Qué principales retos encaran actualmente las relaciones sino-estadounidenses?

Colaboran en este Especial del OPCh: Francisco Javier Haro Navejas y Gonzalo Paz

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RESPUESTAS de Francisco Javier Haro Navejas, especialista en varios temas chinos, ha publicado recientemente algunos capítulos de libros, como: Imposición lingüística y metaetnicidad identitaria en China,  Los japoneses vinieron a construir la sinidad: la cinetización y Los demonios en mi puerta, además de Global Power, Not a Hegemon…Yet: China and ASEAN Before and After COVID-19.

Preguntas:

  1. ¿Qué prevalece en su opinión: el éxito rotundo o el error estratégico?

La pregunta hace referencia específica a la decisión Nixon-Kissinger de integrar a China al sistema internacional y a que se produjera un reconocimiento diplomático tipo dominó favorable a Beijing. Por lo tanto, la respuesta es que fue un éxito incuestionable.

Éxito que se materializó de muchas maneras, empezando por el debilitamiento de la Unión Soviética y por un cambio en el estatus quo internacional sin que el sistema sucumbiera, al menos sin que el poder de Washington desapareciera o se debilitara de manera considerable. Surgen muchas preguntas, ¿fue el resultado de la guerra de Viet Nam una derrota para Estados Unidos y parte del proceso de acercamiento?

Hay muchos temas por analizar y establecer si están relacionados con el acercamiento a China, como el final del patrón oro y la muerte de los tipos de cambio fijos.

En 2021 lo que prevalece es el error, resultado de decisiones pésimas producto de percepciones erróneas.

Estos 50 años han sido un sube y baja de éxitos y fracasos, pero la tendencia es hacia el fracaso estadounidense.

  1. ¿Considera que el balance del proceso iniciado entonces constituye un activo para encauzar hoy las tensiones bilaterales?

Definitivamente sí, el problema es hacia dónde se encauzan.

Tanto en Washington como en Beijing han decidido hacia dónde quieren ir y qué pretenden, sin prestar mucha atención a lo que la contraparte desea.

En el campo de batalla quedan dos grandes contendientes, las cartas están sobre la mesa y las podemos ver, solamente una está boca abajo.

Recupero y parafraseo a Kissinger, Trump y Biden buscan, como en el ajedrez, la batalla decisiva, seguros de que van a ganar; mientras que Xi, quien supongo juega wei qi, se prepara para un combate prolongado, gana y pierde batallas, algo cercano a la guerra de posiciones. Al final, triunfará frente a Estados Unidos.

En la abstracción, apoyada en el repaso de la historia de los últimos 50 años, no es complicado aventurar una respuesta sobre pérdidas y ganancias de los contendientes.

  1. ¿Qué principales retos encaran actualmente las relaciones sino-estadounidenses?

Para la perspectiva de los estadounidenses la opción se balancea de la siguiente manera:

  1. Beijing aceptaría las reglas impuestas por Washington, incluso en lo político. Con lo cual se le podría aceptar como jugador decisivo en el sistema internacional.
  2. Beijing y DC, de acuerdo a la aspiración del mismo Kissinger en On China, “podrían unir sus esfuerzos no para sacudir el mundo, sino para construirlo.”

Entre a) y b) hay demasiados matices, el problema es que en las elites estadounidenses, sin importar sus simpatías políticas, hay resentimiento y frustración respecto a China. Se sienten engañadas de algo que ellas mismas proyectaron sin grandes sustentos. Su propio engaño las tiene en un callejón sin salida aparente.

Como ya son un poder global con demasiadas debilidades, para China es más complejo, pero no menos definitivo.

Por un lado, desde la periferia, los chinos rodean a las metrópolis, a las cuales ya han accedido de diferentes medios, como la inversión y el comercio, pero no solamente; por el otro, tratan de romper el cerco que les impide el acceso irrestricto al Pacífico, para lo cual tienen que acabar con el estatus quo de la Guerra de Corea, lo cual implica, entre otros temas, lanzarse duro en contra de Australia.

Además del complejo proceso de medidas económicas, culturales, financieras y militares, los chinos de muchas maneras y en diferentes niveles, no necesariamente bajo control estatal central,   están en un proceso de muchos niveles de construcción de un Estado civilizatorio que ya denominan democrático consultivo que se proyectaría universalmente.  Mientras que esta propuesta se liga al discurso de Xi, existe otra propuesta igualmente planetaria que aboga por valores universales dentro de la historia china y que los acercarían al ideal europeo.

Se vive, igualmente en muchos niveles, un proceso de rescritura de la historia del mundo desde China, donde se produce la relocalización y recolocación tanto de hechos como de actores históricos.

Se reescribe la historia, lo mismo de China como del mundo.

En términos concretos, respecto a Estados Unidos no hay marcha atrás, Para la elite china, no hay futuro sin su participación, aun así sea con una guerra de por medio.

Hay muchos errores en DC, el principal es creer que China tendría que y podría ser como Estados Unidos.

En términos de teoría de juegos, lo lamentable es creer que el juego de la gallina podría funcionar para intimidar a Beijing.

Un repaso a la historia desde 1949 se hace necesario para ver que esa creencia ha fracasado.

Durante mucho tiempo, el conocimiento sobre China que llegaba a Europa era a partir de comerciantes, sacerdotes, burócratas y espías de lo que hoy es Rusia. El conflicto de Moscú con Kiev posiblemente nos muestre conductas chinas que no hemos conocido. Por lo pronto, hemos visto que la Casa Blanca de Joe Biden no aprendió mucho de Nixon-Kissinger.

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RESPUESTAS de Gonzalo S. Paz, PhD. profesor en la School of Foreign Service-Georgetown University.

  1. ¿Qué prevalece en su opinión: el éxito rotundo o el error estratégico?

Es una pregunta de la historia, de muy largo plazo. El éxito rotundo seria decir que el acercamiento con China causó la derrota de la Unión Soviética. El error estratégico sería que debido a que Estados Unidos se acercó a China con Nixon, eso causó que hoy China sea una superpotencia y esta es una proposición muy aventurada. A veces una decisión estratégica produce un efecto beneficioso en un tiempo, y uno negativo en otro tiempo, esto es posible, y viceversa. Por otro lado, en procesos históricos, complejos, tan largos, es difícil determinar una sola causa. La decisión se tomó en USA en el contexto de la Guerra Fría, del enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. En ese contexto, para Estados Unidos, fue una maniobra estratégica de gran profundidad, que cambió la naturaleza de la Guerra Fría y que influenció en su fin. Ahora, las decisiones estratégicas siempre tienen unintended consequences (consecuencias no deseadas o previstas), y aun así hay que tomar decisiones, con un diagnóstico sobre el presente, sus oportunidades y restricciones, sin tener total control de todos los efectos que se pudieran desatar muchos años, décadas o siglos más adelante. Hacia adelante, la realidad puede desarrollarse en muchas direcciones posibles, y el hecho de que China se haya transformado en lo que se ha transformado era sólo uno de los infinitos futuros posibles que había en ese momento, medio siglo atrás. Adicionalmente, el presupuesto de que porque se tomó esa decisión se llegó a este resultado no puede sostenerse aisladamente, ignorando algo central, esto es el mecanismo causal, todo lo que está en medio de la supuesta causa y la consecuencia. Hemos llegado a la situación actual por otras razones tanto o más poderosas: la voluntad y eficacia del liderazgo chino, las inversiones masivas en China, la apertura de los mercados de USA y Occidente a las exportaciones chinas, y un largo etcétera, elementos muy importantes donde es difícil asignar peso causal, y hacer un ranking.

  1. ¿Considera que el balance del proceso iniciado entonces constituye un activo para encauzar hoy las tensiones bilaterales?

Se usa muchas veces el pasado, la historia, como una argamasa para construir sentido, para construir una realidad nueva. Ciertamente el hecho de que dos países tan profundamente diferentes como Estados Unidos y China hayan podido llegar a acuerdos, mantiene abierta la posibilidad de que pudiera suceder nuevamente. Se puede obtener inspiración del pasado para proponer un futuro alternativo, si media en ambos países o liderazgos la voluntad para ello. Generalmente se puede elegir un antecedente para proponer o justificar algo nuevo. Da la sensación de que más allá de treguas, calmas, pausas, estamos ante una tensión estructural en el sistema, que probablemente se sostenga en el largo plazo.

  1. ¿Qué principales retos encaran actualmente las relaciones sino-estadounidenses?

Las relaciones entre Estados Unidos y China, como he dicho muchas veces, son las relaciones bilaterales más importantes del mundo, y desde hace mucho tiempo. El estudio de las transiciones de poder en el sistema internacional nos dice que los cambios en el más alto nivel del mismo generalmente han incluido violencia. En general, las perspectivas teóricas realistas sostienen que el conflicto es inexorable. Las perspectivas constructivistas en general sostienen que no estamos presos por la historia, y que los seres humanos que viven hoy, pueden llegar a resultados distintos a los que llegaron los que vivieron antes, si se lo proponen. Estados Unidos quiere impedir o al menos dar forma (to shape) a esa transición de poder y al comportamiento de China, y China cree que Estados Unidos es el único que puede frenar o impedir a China a llegar a lo más alto. Hay temas puntuales de enorme gravedad, como Taiwán, que es un gatillo posible para una escalada bélica descontrolada, de consecuencias impredecibles. Y estructuralmente estamos potencialmente en el inicio de una clonación de la globalización tecnológicamente hablando, es decir de la emergencia de dos ecosistemas tecnológicos diferentes de gran escala, de directo impacto económico y estratégico. Por el otro, hay temas importantes, como el cambio climático, que demandan un abordaje cooperativo. Tendremos, entonces, agudización de la competencia y esporádica colaboración, probablemente en una progresiva polarización, donde el multilateralismo tendrá cada vez más problemas para funcionar.