¿Boicot a los Juegos Olímpicos?

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Los sucesos acaecidos recientemente en Tibet vienen a sumarse a otras denuncias de diferentes actores que reclaman una mayor presión sobre China en materia de derechos humanos. Asimismo, los problemas con algunos alimentos o la sucesión de informes sobre las dificultades ambientales de la capital han motivado quejas varias y abandonos de atletas de relativa significación. En su conjunto, todo ello ha animado el debate pre-olímpico, llevándolo mucho más allá de su dimensión estrictamente deportiva. Algunos proponen el boicot, total o parcial, a la celebración de las Olimpiadas de 2008 en Beijing.


Preguntas:




1. Cómo valora, en términos generales, la evolución del reconocimiento y respeto de los derechos humanos y de la conciencia ambiental en la China actual?

 

2. Cree que una medida como el boicot puede ayudar a mejorar ambos aspectos?

 

3. Considera que este desencuentro puede tener efectos en la relación futura de China con el mundo y en la orientación de la política de reforma?

 

Han respondido al cuestionario: Enrique Posada Cano (Colombia); Enrique Yang (China); Julio A. Díaz Vázquez (Cuba); Dora Martins (Portugal); Gustavo Cardozo (Argentina); Augusto Soto (España); Francisco Javier Haro Navejas (México).

 

Respuestas de Enrique Posada Cano (Universidad Jorge Tadeo Lozano de Colombia- Observatorio Virtual de Asia Pacífico).

 

1. ¿Cómo valora, en términos generales, la evolución del reconocimiento y respeto de los derechos humanos y de la conciencia ambiental en la China actual?

R: Quienes hemos vivido durante largo tiempo en China y venimos observando su evolución en los diferentes aspectos, registramos con complacencia los progresos realizados por esta gran nación. Son inmensos los esfuerzos hechos en estas últimas tres décadas por el Estado chino en materia social, en consonancia con su extraordinario crecimiento económico. Pero hay algo que quiero resaltar y que lamentablemente ocurre con frecuencia en la visión que los occidentales tienen sobre China: uno, con frecuencia olvida que, al referirse a este país, estamos frente a otra dimensión cultural, donde muchos de los conceptos derivados de Occidente como derechos humanos y democracia, tienen que ser traducidos o, mejor, ‘transvasados’ a una compleja estructura mental y ética signada por principios confucianos que datan de hace dos milenios y medio; dos, el observador extranjero suele pasar por encima de la estremecedora realidad de que los chinos constituyen una población de más de 1.300 millones de habitantes, lo cual supone que la superación de aspectos sociales relacionados con educación, salud, etc., que proceden de siglos de pobreza, no puede lograrse en sólo tres décadas. Al respecto, evidentemente, es más lo que falta que lo que se ha logrado; y tres, en el análisis de ciertos temas como el medio ambiente, se tiende a politizarlos cuando de China se trata, y esto tiene mucho que ver con la visión de competencia frente a un país que se empieza a configurar como potencia mundial. Lo que acabo a afirmar no quisiera que se viese como una justificación mía a los graves problemas de deterioro del medio ambiente que ha ocasionado el acelerado desarrollo de China, pero sí deseo resaltar: primero, a partir, sobre todo, del XVII Congreso del Partido Comunista de China, se aprecia que su dirigencia se hace cada vez más consciente de la importancia del tema ambiental y de la gravedad que el mismo representa en su país; y, en segundo lugar, se observa que cada vez, frente a cada problema crítico, Occidente tiende a sobredimensionar su efecto en China. La preocupación del mundo por el tema ambiental es relativamente nueva, y la sensibilización de la opinión pública mundial frente al mismo es algo que apenas comienza a hacerse sentir.

 

2. ¿Cree que una medida como el boicot puede ayudar a mejorar ambos aspectos?

 

No, de ninguna manera. El tema de los Juegos Olímpicos, una tradición tan noble y emblemática de la humanidad, no debe mezclarse con ningún otro asunto ajeno a lo puramente deportivo. No es la primera vez que surgen intentos, desde diversos ángulos y con distintos pretextos, para boicotear los Juegos Olímpicos en anteriores sedes. Esto es inadmisible, y tampoco esta vez tendrá acogida en los escenarios de la opinión civilizada del mundo.

 

3. ¿Considera que este desencuentro puede tener efectos en la relación futura de China con el mundo y en la orientación de la política de reforma?

 

Este llamado ‘desencuentro’ será un episodio más dentro de las relaciones de China con sus propias minorías nacionales, las cuales, estoy seguro, son susceptibles de mejorar y espero que se abran nuevos espacios de diálogo para superar el conflicto y que legítimos reclamos por ampliación de derechos y preservación de la cultura por parte de tibetanos y otras comunidades étnicas encuentren un punto de convergencia entre sus voceros y el Gobierno chino. Pero no a través de manifestaciones de violencia como las que han ocurrido sino en el contexto del dialogo y la negociación sanos y pacíficos. Así, de ningún modo se teme que se registren efectos negativos, sino todo lo contrario: China, con los Juegos Olímpicos de 2008, reafirmará su pasado y su presente de brillante civilización y cultura globales.

 

Respuestas de Enrique Yang, colaborador del Observatorio de la Política China.

 

1. ¿Cómo valora, en términos generales, la evolución del reconocimiento y respeto de los derechos humanos y de la conciencia ambiental en la China actual?

 

Víctima del boomerang del desarrollo salvaje de los 90, el gobierno chino trata de corregirse en los dos aspectos en función de lo que pueda redundar al máximo posible en favor del poder actual. Tal vez sus voceros puedan justificarse al declarar que China vive un “momento mejor que nunca” en lo referente a los derechos humanos, lo cual en realidad no es más que una pátina intencionadamente colocada por encima de una situación quizá menos mala en algunos aspectos visibles de su modus operandi. En cuanto a la protección del medio ambiente, se ha hecho público un rigor mayor en exigencias administrativas con la aparición en marzo de un nuevo Ministerio de Medio Ambiente. Los esfuerzos, que aún están lejos de llegar a producir un cambio sustancial, se encaminan en buena medida para promover la imagen exterior, punto frágil que el gobierno apenas puede atender al sorprenderse ante situaciones como la reciente en Tibet.



2. ¿Cree que una medida como el boicot puede ayudar a mejorar ambos aspectos?

 

Las autoridades de China intentan ofrecer una compostura ejemplar en los presentes Juegos Olímpicos, que organizan como un filón moral que ayudaría mucho a mejorar su reputación. Hacen lo posible e imposible para eso, pero también por encubrir lo poco presentable que no quieren o no pueden corregir por el momento, debido al incumplimiento habitual de muchas de sus promesas legales o constitucionales y, en especial, a ciertos compromisos heredados que aún las tienen sometidas. ¿Qué hacer ante la violación frecuente de los derechos humanos así como ante tantos casos de injusticia que se revelan en los recientes sucesos de Tibet y en la vida real de China? Hacer mutis o condescender no ayuda nada a mejorar la situación, y una presión intensa, una crítica fuerte y benévola, podría impulsar un comedimiento del gobierno chino que aún mantiene un narcisismo saludable. Un boicot expresa humillación para su honor, no surtiría tal efecto y, al contrario, generaría resultados contraproducentes.

 

3. ¿Considera que este desencuentro puede tener efectos en la relación futura de China con el mundo y en la orientación de la política de reforma?

 

Consta un hecho paradójico: por un lado, el gobierno chino se muestra sincero y dispuesto a integrarse en la comunidad internacional, y por otro lado, la reforma china que data de 30 años atrás y que, según dicen, seguirá adelante en ámbitos institucionales, no ha llegado aún a comulgar con los valores fundamentales que profesan casi todos los demás gobiernos. De ahí el origen principal de los desencuentros que a menudo surgen en sus relaciones exteriores. Abundan historias de desencuentro y nuevo encuentro. El Premier Wen Jiabao, participante en un principio en la acusación enérgica contra el Dalai Lama como instigador de la violencia en Tibet, llega a pedirle al líder espiritual tibetano, en su declaración del 30 de marzo en Laos ante la prensa, que “ponga en juego su influencia” para terminar con el caos en la región. Unas relaciones fluidas y un progresivo entendimiento mutuo entre China y el resto del mundo, no deberían tardar demasiado en hacerse presentes, en caso de que la reforma china siga su camino a buen puerto y las potencias occidentales sepan proceder con sensatez y asiduidad.

¿Cree que una medida como el boicot puede ayudar a mejorar ambos aspectos? ¿Considera que este desencuentro puede tener efectos en la relación futura de China con el mundo y en la orientación de la política de reforma?



Respuestas de Julio A. Díaz Vázquez (Universidad de La Habana).

 

1. ¿Cómo valora, en términos generales, la evolución del reconocimiento y respeto de los derechos humanos y de la conciencia ambiental en la China actual?

 

Primero que todo, antes expresar las reflexiones que nos provoca el contenido de las agudas e interesantes tres preguntas del cuestionario, parece útil precisar, al menos, alguna que otra cuestión. La primera, pocas veces el apotegma que reza: “en política lo real es lo que no ve”, expresa con tanta claridad su alcance, cuando se analiza, sin prejuicios, los lamentables y trágicos, así como manipulados acontecimientos acaecidos semanas atrás, en el Tibet y otras dos regiones de China.

En segundo lugar, es loable que el observador desapasionado, y más aún, todo hombre honrado debe sentir en carne propia aquello que menoscabe la integridad o coarte los llamados “derechos humamos” conquistados por la humanidad en el largo bregar de su existencia en esta gran aldea que llamamos tierra. Cierto, pueden existir situaciones criticables; y China, en este terreno, tiene por delante mucho camino por andar en esa milenaria lucha. Pero, también es de justicia señalar, lo verdadero, este inmenso y milenario pueblo nunca antes ha gozado de las prerrogativas “creativas” que hoy lo agitan. Baste recordar que los signos gráficos que recogen las palabras o morfemas del idioma, no incluyó, en sus orígenes, el vocablo “democracia”.

En tercer lugar, China, y no es una exageración sin fundamento, es el centro de la globalización; entre 1979 y el 2007 ha multiplicado por 10 el Producto Interno Bruto (PIB); en el índice de paridad del poder adquisitivo (PPA) es la segunda economía del mundo; antes de concluir el 2010 se habrá convertido en el primer mercado del orbe por el volumen del comercio exterior; sus reservas de divisas de más de un billón 600 mil millones de dólares, crecen diariamente en mil millones; en fin, China, en una generación ha realizado lo que a otras economías les costó cientos de años. Verdad de “Perogrullo”, lo negativo, este descomunal record, trajo las secuelas del galopante deterioro ambiental.

Tampoco es lícito desconocer que una de las tareas que las más altas instancias partidistas y gubernamental conceden prioridad, tienen su centro en la necesidad de recuperar y hacer coincidir el desarrollo económico-social y el ecológico. Esto está constatado en los planes y directivas que rigen el programa nacional de la economía hasta el 2010. Además, para dirigir todo lo concerniente al medio ambiente, recién se ha creado un nuevo Ministerio.

Igualmente, en lo referido a la calidad del ambiente en la región de Beijing, desde hace bastante tiempo, las autoridades y, en particular, la Comisión Organizadora del los Juegos Olímpicos “Beijing 2008”, así como el Comité Olímpico Nacional de China, apoyados por las autoridades municipales y el gobierno central, han venido prestando esmerada atención al control de los principales parámetros que miden la limpieza ambiental de la ciudad.

El escarceo en el terreno ecológico de la más estricta seguridad para los competidores en la magna cita deportiva del próximo agosto, es válida y debe apoyarse. Sin embargo, parece “sospechoso” que esos reclamos se hacen acompañar de más respecto para los “derechos humanos” y coincidan con los acontecimientos provocados por intereses bastardos en el Tibet. Hay margen, entonces, para concluir que la campaña orquestada contra China es un montaje interesado para deslucir y restar protagonismo a los esfuerzos realizados por China, para organizar los “mejores juegos olímpicos de la historia”.



2. ¿Cree que una medida como el boicot puede ayudar a mejorar ambos aspectos?

 

Indudablemente, puede calificarse de más que contraproducente, el intentar un boicot a China, argumentando, tanto razones de mejoría de los “derechos humanos”, autodeterminación – los anales históricos recogen que en más de dos siglos ningún país reconoció la independencia de la región tibetana -, para el Tibet, o esgrimiendo problemas derivados de situaciones ambientales.

Ante todo, es bueno recordar que, China, es sumamente sensible a las cuestiones que vincula con razones de política interna, por una aparte, por otra, cobra mayor relieve esta situación cuando afecta la integridad del territorio nacional. En el plano internacional son demasiados los intereses en juego para cualquiera que asuma la responsabilidad de encabezar esta “pírrica” batalla, por demás, llamada al más grandioso fracaso. Si nos parece lícito destacar que, también existen fuerzas a nivel internacional que hacen y harán todo lo que pueda “frenar” o crear “traspiés” en el camino de China hacia la consolidación de su papel como potencia regional y estatus mundial.

 

3. ¿Considera que este desencuentro puede tener efectos en la relación futura de China con el mundo y en la orientación de la política de reforma?

 

No es predecible y carece de sólidos argumentos o apoyos, para que la orquestación de la agitación montada alrededor de “mayores derechos humanos” y desconocer los “llamados compromisos con el Comité Olímpico Internacional” (COI), tengan protagonismo con relación al creciente papel que desempaña China en el mundo. Igualmente, este argumento puede aplicarse a los reclamos de más atención a los problemas medio ambientales, que como es ampliamente divulgado, están en el punto de mira de la política económico-social de China.

Por otra parte, es reconocido internacionalmente que todo Estado tiene derecho a la defensa. En este orden, pueden instrumentarse determinadas medidas que tiendan a disminuir la amenaza de violencia que destaparon las fuerzas – desde luego, sería ingenuo pensar que no hubo respaldo de intereses internacionales, hostiles a China -, del llamado “gobierno en el exilio de Dalai Lama”. Sin embargo, la “reforma y apertura” conservará toda su fuerza y dinamismo; por ello, es impensable que aparezcan frenos en su curso.

 

Respuestas de Dora Martins (Instituto Portugués de Sinología).

 

1. ¿Cómo valora, en términos generales, la evolución del reconocimiento y respeto de los derechos humanos y de la conciencia ambiental en la China actual?

 

Los líderes chinos conceden cada vez más atención a los derechos humanos y sobre todo a la protección ambiental. China es ahora una gran potencia mundial y desea ser una gran potencia responsable. Las preocupaciones ambientales se expresan en expresiones como el desarrollo verde ó las Olimpíadas verdes. Aunque todavía falte un largo camino a recorrer, es evidente la voluntad del gobierno chino de promover el respecto por algunos derechos humanos y por el ambiente pero siempre tiendo en cuenta la realidad china. Con 1.300 millones de habitantes de una gran variedad étnica y sobre todo con grandes desigualdades regionales, una elevada tasa de desempleo y un nivel de vida muy bajo, China es aun un país en vías de desarrollo. Los líderes chinos defienden que por el momento solo pueden intentar asegurar los derechos económicos, sociales y culturales, dejando los derechos civiles y políticos para una segunda fase. Aún así es difícil asegurar todos estos derechos.

 

2. ¿Cree que una medida como el boicot puede ayudar a mejorar ambos aspectos?


El boicot a los Juegos Olímpicos como una forma de presión sobre China ni siempre ha resultado en un país autocrático como China. Los líderes chinos siempre se opusieron a la llamada teoría de la evolución pacífica con el objetivo de cambiar políticamente China. Aún así, ahora, como en 1989, China está muy expuesta internacionalmente. En junio de 1989, la violenta represión sobre los estudiantes chinos en la Plaza de Tian’anmen fue divulgado internacionalmente por los medios de comunicación social que estaban en China haciendo la cobertura de la visita del líder soviético Gorbatchev. China vuelve a estar sobre la atención internacional. Beijing fue escogida como la ciudad organizadora de las Olimpíadas por lo que no se justificaría un boicot. Por otro lado, las autoridades chinas no adoptarán medidas violentas o contra el derecho internacional para resolver problemas como las manifestaciones en Tibet, porque China no quiere volver a estar aislada internacionalmente, ya que sería un retroceso en su diplomacia de la última década. Hasta la realización de los Juegos Olímpicos, China va a ser una niña bien comportada, finalmente una gran potencia responsable.

 

3. ¿Considera que este desencuentro puede tener efectos en la relación futura de China con el mundo y en la orientación de la política de reforma?

 

Me parece que la realización de los Juegos Olímpicos más que el boicot podrá tener un efecto positivo sobre China, tanto en términos de política interna como exterior. La realización de los Juegos Olímpicos en Seúl en 1988 tuvieron un efecto positivo en la democratización del modelo político sur-coreano. Eses cambios estaban ya siendo desarrollados por los líderes de Corea del Sur y la exposición internacional dieron todavía más un pequeño impulso. Considero que las Olimpíadas tendrán un efecto positivo para la diplomacia china en el desempeño de un papel de gran potencia, enseñando una imagen de potencia capaz y de la cual China obtendrá lucros considerables a medio y largo plazo. Por otra parte, la organización de eventos internacionales como las Olimpíadas ó la Exposición Mundial en Shanghai en 2010 son un aspecto importante de la integración de China en el sistema internacional, un sistema con reglas, las cuales China debe cumplir. Con respecto a la política interna, los líderes chinos están buscando un modelo político que se adecue a la realidad china pero que también tenga algunas características occidentales, finalmente adaptándose a la orientación democrática. En la última sesión de la Asamblea Nacional Populares, los líderes chinos subrayaron la importancia del rule of law y también de la construcción de una sociedad civil. China se está transformando y adaptando cada vez más la realidad internacional, pero a su tiempo y adaptándose a sus propias características.

 

Respuestas de Gustavo Cardozo (Centro Argentino de Estudios Internacionales).

 

1. ¿Cómo valora, en términos generales, la evolución del reconocimiento y respeto de los derechos humanos y de la contaminación ambiental en la China actual?

 

En primer lugar, los gobiernos pueden asumir el vínculo entre los Derechos Humanos (DDHH) y la Seguridad Nacional de forma fructuosa o destructiva. Esto se debe específicamente a que los mismos (DDHH) se han tornado en cuestiones complejas dentro de las negociaciones internacionales, en los aspectos relativos a la naturaleza intrínseca del sistema global. Unas pocas observaciones ayudan a contextualizar los DDHH en China. En primer lugar, podemos argumentar que no existe historia de “derechos humanos” allí, tal como es comprendido en Occidente. Tanto en Asia, de la cual China forma parte importante, no existe una tradición similar de logros; es decir, las personas se cree tienen deberes básicos, pero no derechos básicos, y las obligaciones surgen del estrato social o grupo de afiliación de las personas, en el caso chino, el Partido Comunista.

A pesar de que existen fuertes antecedentes de reclamos de mayor “libertad” (Tiannanmen), los chinos están deseosos de hacer grandes sacrificios en pro del progreso económico, esto conduce al controvertido debate en el seno de la clase dirigente, de que se deben renunciar a algunas libertades civiles y políticas para alcanzar la prosperidad. Gran parte de la sociedad china está atravesando los fenómenos de la globalización producto del aumento de la riqueza e industrialización, encaminando los denominados “valores culturales” hacia un enfrentamiento entre la tradición y la modernidad. Por otro lado, esta compleja situación motivó un cierto temor –perdurable- del gobierno de verse afectado socialmente por la contaminación espiritual (jingshen wuran) de Occidente.

En ello podemos encontrar algunas conclusiones destacadas. En los legados del colonialismo, aún vivos en la memoria china, radica esta visión de no retornar a una situación débil como en el siglo XIX. El segundo factor se encuentra en la inestabilidad reinante en las regiones del oeste, entre ellas Xianjiang: Beijing adopta fuertes políticas policiales en la zona, modus operandi, rechazado muchas veces por la comunidad internacional. El tercer factor esta íntimamente relacionado con el segundo, y es el alto grado de escalada de violencia en la región de Asia Central, principalmente luego del 11-S, territorio colindante con las provincias autónomas más reaccionarias de China (aquí justamente podríamos encontrar un claro ejemplo de superposición entre DDHH y Seguridad Nacional).

En resumidas cuentas, China no escapa a la realidad de varios Estados asiáticos que consideran los DDHH como “desafíos” de su Seguridad Nacional, siempre y cuando se produzca la conjugación de estos factores: a- Sentimiento de persecución, (traducido esto como injerencia en los asuntos internos), b- amenazas internas y externas (Tibet, Xiangjiang, Taiwán), c- y por ultimo, la creencia de que la cultura occidental es nociva para el bienestar de la nación.

Con respecto a la conciencia ambiental, en China ha pasado por diversas etapas en la última década. Desde los procesos de reformas, lo más importante para el Gobierno ha sido la conclusión de las modernizaciones impulsadas a fines de los `70. El paso de una economía de base agrícola a industrial, con sus consecuencias urbanísticas en un país de más de 1.000 millones de habitantes, fomentó daños colaterales irreversibles en el medio ambiente del gigante asiático.

En un periodo de 20 años, más del 70% de los ríos de China se encuentran contaminados, cerca de 420.000 chinos han fallecido a causa de problemas respiratorios por el alto grado de producción de gases contaminantes e inhalación de monóxido de carbono por el crecimiento de la plaza automotriz. Según datos estadísticos del Banco Mundial, Beijing deberá invertir más de 390.000 millones de dólares para atender aquellas patologías provocadas por la quema de carbón ( el país es el mayor productor y consumidor de este combustible).

Informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), demuestran que China enfrenta brotes importantes de enfermedades consideradas erradicadas como la esquistosomiasis, la lepra y la tuberculosis, a causa de los problemas de contaminación en el agua antes mencionados, pero también por el déficit en la atención sanitaria en las zonas del interior. Si bien el aumento de la “conciencia verde” en la población china cada día se evidencia más, las respuestas del Gobierno a los malestares generados por las privatizaciones y la puesta en marcha de industrias extranjeras altamente nocivas para la salud de los habitantes no han sido del todo claras.

El gobierno chino ha demostrado en el último Plan Quinquenal, su preocupación por el futuro ambiental del país, aunque todo hace pensar que la situación no podrá revertirse en el mediano plazo, asumiendo que la población necesita urgentemente recursos naturales para atender la demanda de esos 30 millones de nuevos trabajadores que salen al mercado. Por otro lado, la puesta en marcha de ecociudades en los próximos años será todo un desafío para China, tomando en cuenta que la deforestación en el Norte está provocando que las barreras naturales que impiden el avance del desierto de Gobi se limiten, lo cual provoca que las tormentas de arena sean más intensas y por lógica afectan a regiones antes provistas de protección natural.

 

2. ¿Cree que una medida como boicot puede ayudare a mejorar ambos aspectos?

 

Considero que las medidas de boicot no ayudan de manera directa a mejorar el desarrollo de los DDHH y la conciencia ambiental en China. La comunidad internacional debe colaborar con el desarrollo y maduración de estos elementos, no imponiendo la visión occidental de los mismos: China una cultura milenaria, que sufrió la ocupación de las potencias coloniales, aprendió a no someterse a las directrices de otros países. China tiene su tiempo de maduración, es parte de su idiosincrasia. Este tipo de acciones no son productivas para la inserción del gigante asiático en el mundo, puede generar márgenes de temor, retrotrae sus ejes diplomáticos. Beijing necesita madurar junto con la comunidad internacional con la misma en contra.

 

3. ¿Considera que este desencuentro puede tener efectos en la relación futura de China con el mundo y en la orientación de la política de reforma?

 

No creo que Tibet sea un Tiannanmen del siglo XXI. China es China, con sus problemas internos, pero con un objetivo esencial en su diplomacia: “nunca ser y nunca actuar”. Nunca ser potencia y nunca actuar como tal. El primer término hace referencia al modelo de desenvolvimiento internacional de Beijing, tomando distancia del unilateralismo norteamericano; China está llamada a ser un grande entre los grandes, pero estamos lejos de observar un accionar de regente internacional, por lo menos en los próximos años. Por otro lado, China busca insertarse “suavemente” en el mundo, para ello sus reformas apuntan, y así lo demuestran, a preparar a la sociedad y el poder político chino para los nuevos desafíos que el país debe enfrentar.

 

Respuestas de Augusto Soto (Consultor y Profesor en ESADE)

 

1. ¿Cómo valora, en términos generales, la evolución del reconocimiento y respeto de los derechos humanos y de la conciencia ambiental en la China actual?

 

a) Probablemente estemos en la era de mayor respeto a los derechos humanos en China continental en toda su larguísima historia. Pese a los insuficientes grados de libertad que aún se viven. La sociedad china sigue su proceso de cambio y esa dinámica arrastra al propio Gobierno, que cambia y refleja las tendencias. Actualmente se reconoce el papel de la propiedad privada, del empresariado, de las religiones. Aunque se sigue constatando que en casos de crisis, cuando colisiona el Estado con los principios de la propiedad privada, con una más libre iniciativa empresarial o con las religiones (y las etnias), sigue ganando el Estado. O el Estado híbrido, como mejor se quiera interpretar.

A la vez, hay que reconocer que en el salvaje tono utilizado en estos días por parte de la propaganda del Partido y en la actuación de las tropas cuasi-fronterizas del interior se muestran tristes vestigios de las apreciaciones y métodos del pasado.

b) Pero hay avances, Otra cosa es que, en general, no se vean bien en el exterior por un masivo desconocimiento de lo que ha sido la realidad china en gran parte del siglo XX. O por advenedizos políticos y editorialistas de medios de comunicación que desde lejos se interesan por los asuntos chinos. O por quienes quieren comparar con prisa en un mismo tiempo histórico al propio país con China. O porque no hay una cobertura informativa a la que le importe el contexto histórico.

c) En cuanto a la conciencia ambiental. China es una de las cunas de esa percepción: el respeto medioambiental está anclado en el taoísmo. Más recientemente, en la época contemporánea los gestores con poderes fáusticos de Pekín han olvidado esa idea por completo. Pero está destinada a recuperarse algo de esa cordura ancestral a marchas forzadas. El ejemplo de lo que no se debe hacer son las megalópolis chinas, comenzando por Pekín, además de muchos esquemas de actuación descoordinados en provincias y regiones autónomas.

d) Viene la época de una nueva conciencia. El modelo de Dongtan, en las vecindades de Shanghai, es el que cabe difundir. Se acometerá por motivos medioambientales o por motivos de seguridad nacional (por una menor dependencia energética del exterior y para evitar el colapso de las infraestructuras sanitarias en unas décadas).

 

2.- ¿Cree que una medida como el boicot puede ayudar a mejorar ambos aspectos?



a) Sólo estropearía las cosas. En el campo medioambiental la cooperación es fundamental y un boicot traería una atmósfera de mala voluntad que retrasaría unas agendas para proyectos conjuntos que en parte incluyen a China. Y en parte porque sus problemas nos alcanzarán. Tal como hablamos de la importancia global del Amazonas es como debemos hablar del continente chino.

b) Es comprensible el boicot de asistencia presidencial anunciado por Varsovia y Praga. Allí leen la realidad de otros países (especialmente si son nominalmente comunistas) con parámetros de la experiencia propia. Una postura igualmente clara respecto a los derechos humanos la ofrece la presidenta de origen germano-oriental. Pero en China la posición centroeuropea no será distinguida de la de las potencias clásicas más avezadas en la diplomacia florentino-versallesca (literalmente), con principios pero con andares mediáticos. Tampoco se distinguirá de lo que decida Washington (o en la decisión en la que influyan las transnacionales norteamericanas, a las que, en cualquier caso, no les sirve el boicot). Como sea, hasta ahora ningún país aboga por el boicot de sus delegaciones deportivas.

c) Si se le siguen atribuyendo a los JJ OO un valor que no tienen, corremos el riesgo de un despropósito. Los Juegos no dependen de la valoración que de ellos haga un directorio de países. Tampoco los atletas pertenecen a una trouppe que refleje a un colectivo de seres inmaculados. Los deportistas son de este mundo y en el campo amateur y profesional acumulan algunos escándalos en su propio e inocuo territorio. Los Juegos habrían de entenderse como un espectáculo, como una competición técnica y un ejemplo de vida sana y de emulación para la juventud del mundo. Pero su llama no es la de la libertad en sí. Para esa llama la sociedad internacional tiene sus mecanismos propios. A veces son mecanismos lentos o algo diluidos por la realidad. Pero son ésos.

d) Lo que se podría sugerir es que el COI insistiese repetidamente en estos meses en que no basta la estabilidad del país anfitrión si no va unida a la armonía y a la transparencia comunicativa. Ahora en China y donde toque en el futuro. Pekín debiera hacerse cargo de ese mensaje.

 

3. ¿Considera que este desencuentro puede tener efectos en la relación futura de China con el mundo y en la orientación de la política de reforma?



a) Al hablar de China estamos habituados a decir Occidente cuando decimos mundo. Debiéramos tener en mente lo que se discute respecto de China en estos días en la India, en Japón, en Corea del Sur. Y en general, debiéramos leer qué dicen los países asiáticos, los árabes, los americanos, los africanos. Y si somos muy escrupulosos con los antecedentes democráticos de quienes hablan, por lo menos cabría considerar lo que piensen los 40 países políticamente más virtuosos de ese conjunto menos oído.

b) Sea como sea el desencuentro al que se llegue no tendrá ningún efecto en la reforma y la apertura chinas. Sin embargo, los Juegos sí acabarán teniendo una relación con el Tíbet. Pese a que la situación no parece mejorar mucho a fines de la primera semana de abril, tras los Juegos cabe esperar una reevaluación de Pekín respecto de su política en Tíbet (y quizás también en relación con Xinjiang).

c) Por otro lado, no hay que olvidar que en la política de reforma en la que se empeña Pekín en el Tíbet se incluyen aspectos muy consustanciales al comunismo y al capitalismo: asfaltar, electrificar, comunicar. Esto entronca con nuestros turistas en masa y con su involuntaria contribución a la modernización (o degradación, como se quiera ver en el Tíbet). La reforma a la que están acostumbrados los chinos de etnia han (y hui) en su periferia es la que deberá ser ajustada. Es la gran lección de este escándalo mayúsculo. En buenas cuentas deberá ser una nueva reconciliación de China consigo misma.

 

Respuestas de Francisco Javier Haro Navejas (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México).

 

1. ¿Cómo valora, en términos generales, la evolución del reconocimiento y respeto de los derechos humanos y de la conciencia ambiental en la China actual?

 

En 1995, la burocracia en Beijing impidió que se proyectara la película mexicana Frida, naturaleza viva (Paul Leduc, 1983) porque, se dijo, no estaba clara el tipo de relación de la pintora con León Trotsky; es decir, podría uno interpretar ahora, la opacidad de la relación podría referirse a lo político o a lo sexual, o bien a ambos. Tiempo antes, compré en Chengdu, si la memoria no me traiciona, uno de los clásicos en versión china del demonio del stablishment comunista: Literatura y Revolución. De hecho, existen trabajos en revistas académicas chinas que muestran el impacto de Trotsky sobre el ícono de íconos de la literatura china, Lu Xun, quien habría ajustado las ideas del ruso, qué sorpresa, a la situación china. Ya se sabe, la literatura con características chinas. El ejemplo-anécdota, permite ilustrar, al menos parcialmente, las dimensiones del problema: en muchas materias, no hay algo que pudiéramos considerar una política consistentemente autoritaria, de aplicación en todo el territorio y en todas las actividades intelectuales como producto de decisiones centrales. Hay demasiadas particularidades. En parte por ello, hay avances considerables en todos los niveles, los cuales están función de tres elementos, no necesariamente en orden de importancia: primero, institucionales-legales, como por ejemplo lo que se ha dado constitucionalmente en materia de derechos humanos; segundo, cambios en situaciones históricas y relaciones de fuerza centro-provincias y/o regiones autónomas que permiten expresiones de intensidad y de libertad diferentes; la disposición y poder de grupos políticos, burocráticos y sociales; finalmente, la influencia internacional, no siempre positiva, la cual se materializa con mucho en las transformaciones mencionadas, pero también en otros tantos de los desequilibrios existentes. En síntesis, como se solicita una valoración, considero que ésta es positiva, con demasiados bemoles, pero con una perspectiva alentadora en muchos sentidos, sobre todo porque diferentes sectores, en derechos humanos y ecología, encuentran y crean un mejor ambiente para su desarrollo.



2. ¿Cree que una medida como el boicot puede ayudar a mejorar ambos aspectos?

 

En lo personal, tengo en mente que los Juegos Olímpicos, no obstante su gigantesca proyección casi universal, son algo extremadamente limitado. Posiblemente para mal, la mayoría de los ojos no estarán puestos en China, ni siquiera en Beijing. Lo peor, tanto para los turistas in situ como para los virtuales, es que se verá la Muralla, pero sin entender su estructura, papel y funcionamiento; además, por supuesto, se obviarán la importancia de los ladrillos o bloques que la componen. En última instancia, poco importará lo que pase fuera de la Villa Olímpica y sus alrededores, lo cual es sustentado por las experiencias trágicas en sus propias dimensiones de Berlín, 1936, y de México, 1968.

En términos pragmáticos, por la cantidad de euros, dólares, yen, renminbi involucrados no es complicado descartar tajantemente el boicot; para empezar, las grandes empresas involucradas no cederán un ápice y no se suspenderán los juegos. Igualmente, la historia descarta esa posibilidad; en todo caso, la misma idea del boicot afectaría al muy débil elemento deportivo de la contienda y representaría un triunfo extremadamente limitado para los hipotéticos o reales impulsores del mismo, como pasó con Moscú (1980) y Los Ángeles (1984). El Tíbet, ¿tiene caso mencionarlo?, no es Afganistán.Mi perspectiva es que, derechos humanos y ecología, pueden ser mejorados sustancialmente en un ambiente internacional abierto y fortalecido por la negociación en un contexto dominado por interrelaciones fluidas que lleven a reglas del juego aceptadas por consenso. Diferentes modalidades de castigo están contempladas para el mejor funcionamiento del sistema internacional, expresadas sobre todo en la Carta de la ONU; sin embargo, no creo que sean castigos para China, si es que hubiera que castigarla por algo. En todo caso, la relación de China con el mundo tendrá como componentes esenciales los roces, a veces nada sutiles. No podría ser de otra manera, pero las desavenencias, a veces graves, no son el fin del mundo, como tampoco son el enfrentamiento entre buenos (democráticos) y malos (autoritarios). Siempre todo resulta ser más complejo.

 

3. ¿Considera que este desencuentro puede tener efectos en la relación futura de China con el mundo y en la orientación de la política de reforma?

 

Las posibilidades, al menos algunas, son las siguientes: primero, cerrazón china y represión interna; permanencia de la relación internacional actual y represión indiscriminada interna; profundización y mejoramiento de la relación internacional, represión interna discriminada y mejoras sustanciales en el Tíbet. Hasta ahora, es altamente improbable una especia de retroceso generalizado; en todo caso, se presenciará, a nivel interno, una combinación de posibilidades: mayor control sobre los más fieles seguidores del Dalai Lama, los cuales posiblemente se fragmenten; profundización de políticas en apoyo al Tíbet, bastante positivas, pese a su cariz colonialista; una creciente, pero lenta, preocupación de la población tibetana por intervenir en la decisión de su futuro; por supuesto, no faltará la educación política. Por lo demás, el “mundo” seguirá siendo esencialmente pragmático respecto a China, como lo fue después de junio de 1989. En todo caso, de persistir y dominar un espíritu negociador, pese a nubarrones y tormentas, los desencuentros pueden ser positivos para que China permanezca en la vía tomada e incremente la velocidad de las reformas. Entre los muchos aspectos que los diferentes elementos de la dirigencia política china tienen claro sobresale su deseo de contar con lo que llaman un entorno pacífico, de otra forma no podrán hacer lo que se han propuesto: llegar a ser una potencia global.