China y la propiedad privada: algunas repercusiones importantes

In Especiales by PSTBS12378sxedeOPCH

La Asamblea Popular Nacional ha votado favorablemente el nuevo código de derechos

reales que establece la igualdad formal entre las diversas propiedades. El nuevo status

de la propiedad privada ha sido interpretado en el exterior como un nuevo paso en la

orientación capitalista de la reforma, equilibrado con la reiteración de llamamientos a la

armonía social y a un modelo de desarrollo sostenible. A la par que el PCCh consolida

su base “empresarial”, los sectores emergentes reclaman más canales de participación

en la vida política.

 

Han colaborado: Yang Enrui, Francisco Haro Navejas, Augusto Soto, Esteban

Restrepo Uribe y Seán Golden.

A todos, muchas gracias

 

Preguntas:

 

1. ¿Cabe imaginar un impulso a la privatización a raíz de esta legislación?

 

2. ¿Puede tener consecuencias en el orden ideológico y político para el PCCh?

 

3. ¿Considera que puede sentar las bases precisas para una reclamación “desde dentro”
de una mayor liberalización en lo político?

 

Resphuestas de Yang Enrui, colaborador del OPCh

 

1. ¿Cabe imaginar un impulso a la privatización a raíz de esta legislación?

 

Más que un impulso la promulgación de la Ley de Propiedades es una confirmación

jurídica de un proceso impetuoso que favorece explotaciones no estatales, incluida la

privatización de antiguas empresas estatales. Con esta ley, la usurpación de bienes

estatales, consumada ya en gran medida, seguirá adelante y tal vez en forma menos

ilícita, pero la ley no parece apostar por las empresas privatizadas para asegurar nuevas

perspectivas de la economía china.

 

2. ¿Puede tener consecuencias en el orden ideológico y político para el PCCh?

 

Por supuesto. Es un viraje en la aceptación ideológica, política y jurídica de la facultad

creativa del individuo, valor siempre pisoteado a lo largo de todo el pasado del PCCh.

Una dignidad económica genera propia estima y autoconfianza en cualquier individuo,

sea comunista o no, en todos los actores de actividades económicas y componentes de

la sociedad, donde el PCCh tendrá que adaptarse si pretende seguir permaneciendo

como única fuerza dirigente.

 

3. ¿ Considera que puede sentar las bases precisas para una reclamación “desde dentro” de una mayor liberalización en lo político?

 

Teóricamente sí, pero nada de eso hay en términos reales, al menos en estos momentos

en que arden al rojo vivo luchas de poder, confundidas en la lucha ideológica. Es de

notar que los máximos dirigentes chinos se pronuncian una y otra vez en favor de la

democracia, diciendo que “sin democracia, no habrá socialismo”. Al torrente

avasallador de la democratización, las autoridades chinas tratan de ir respondiendo a su

manera, a pesar de su aparente indiferencia, que tardarán en remover teniendo a buen

recaudo la paz doméstica.

 

Respuestas de Francisco Haro Navejas (UAM-I/UIA)


1. ¿Cabe imaginar un impulso a la privatización a raíz de esta legislación?

 

La ley es la culminación de un largo proceso que se remonta al inicio de su debate en

1993 y los primeros proyectos legislativos, 1999-2000; asimismo, es continuación de

los cambios a los artículos 11º y 13º de la Constitución, 2004. Como casi siempre

acontece, las leyes van retrasadas respecto a los procesos económicos; por ello, la ley

pone orden en la creciente privatización ya existente. Al mismo tiempo, hacia el devenir,

brinda certidumbre a los actores económicos, por lo que se puede considerar que la

legislación aprobada en marzo sí alentará el fortalecimiento del sector privado. Por

supuesto, en la medida que sigue el “modelo” gradual de puesta en marcha de políticas

tiene muchos huecos, respecto al sector rural, e inconsistencias, con el espíritu y la letra

del texto constitucional.

 

2. ¿Puede tener consecuencias en el orden ideológico y político para el PCCh?

 

Definitivamente. El primer elemento a destacar es que, la ley se aprobó sin recurrir al

proceso legal semi-autoritario mediante el cual la misma hubiera sido producto de una

decisión del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional, el que a su vez la

pasaría al presidente, quien firmaría el decreto correspondiente. Por el contrario, fue

aprobado por la mayoría de los asambleístas, con una oposición débil. Estamos ante un

proceso legislativo más abierto, sujeto a intensos procesos de negociación que abren la

puerta a la expresión de grupos económicos, políticos e intelectuales en ocasiones

contrapuestos. Segundo, en lo ideológico, una de las tareas esenciales será lograr la

consistencia entre la retórica respecto al socialismo y el fin de la explotación del hombre

por el hombre, presente en los primeros párrafos de la Constitución y en el mismo texto

de la ley aprobada. Al respecto, no estoy tan seguro respecto a si los chinos, en general,

son tan quisquillosos como los extranjeros respecto a las contradicciones de carácter

doctrinario. Finalmente, la ley es parte de un complejo proceso de transformación

político-ideológico de los componentes sociales; es decir, la estructura de clases, de

acuerdo a la clasificación maoísta de los años cincuenta, ha cambiado profundamente y

lo seguirá haciendo, ante lo cual el gobierno toma las medidas de protección legal,

beneficiando tanto a nacionales como extranjeros.

 

3. ¿Considera que puede sentar las bases precisas para una reclamación “desde dentro” de una mayor liberalización en lo político?

 

Considero que la liberalización política está en marcha desde hace muchos años. Por

ejemplo, se aprecia desde las escuelas de cuadros para empresarios y su ingreso al

Partido Comunista hasta la participación de intelectuales orgánicos en la elaboración de

le ley, pasando por la mayor fuerza de negociación que tienen los empresarios frente al

gobierno, lo mismo a nivel local que nacional. ¿Veremos en Estados Unidos algún día

un gobierno que no sea de los partidos Demócrata o Republicano? ¿Ascenderán al poder

los verdes o los comunistas en España despojando del duopolio al PP y al PSOE?

Dependerá de muchas variables. Cuando “maduran”, los sistemas y sus componentes se

hacen conservadores, cierran el paso a fuerzas “pequeñas”. En el caso de China los

cambios en el sistema político dependen, entre otros factores, de la capacidad del

gobierno para fijar reglas que permitan que los actores sociales vean satisfechas sus

aspiraciones, como tiende a ser hasta ahora. Claro, los niveles de satisfacción no son

para todos iguales, pero ¿el sistema chino tiene a todo mundo insatisfecho? Por lo

demás, la insatisfacción social no es acumulativa, como a veces parece serlo la

satisfacción.

 

Respuestas de Augusto Soto, consultor y profesor en ESADE (Barcelona)

 

1. ¿Cabe imaginar un impulso a la privatización a raíz de esta legislación?

 

Más que un impulso cabe más bien hablar de una continuidad. Normalmente, a lo largo

de todos estos años de reforma, la Constitución recoge las orientaciones que ya se

confirman en la realidad. Y la orientación capitalista en la que se inserta la propiedad

privada tiene larga data, reconociéndose sus señas de identidad a comienzos de la

década de los ochenta.

A nivel técnico el nuevo código tiene un nítido precedente inmediato en las enmiendas

realizadas a la Constitución en 2004. Hay claras vinculaciones que refuerzan a los

individuos. Por ejemplo, la cuarta enmienda, tercer párrafo del artículo 10, estableció

que cuando el Estado expropiase tierras, compensaría por ellas a los afectados. La

quinta enmienda, segundo párrafo del artículo 11 ya establecía expresamente que el

Estado protegería los derechos legales y los intereses del sector privado de la economía,

incluyendo los negocios tanto individuales como privados. La sexta enmienda, artículo

13, ya decía que la propiedad privada es inviolable y que el Estado, de acuerdo con la

ley, protegía los derechos de los ciudadanos a la propiedad privada y a su herencia. En

fin, bajo un paraguas protector mayor, la enmienda 8, artículo 33, consagraba el respeto

del Estado por los derechos humanos y la protección de los mismos.

Ahora, como siempre, resta, ni más ni menos, confrontar la materialización de la

normativa de la propiedad con la enorme realidad que ofrece China, un país en el que la

valoración de las leyes difiere por tradición con lo que se estila en los países

occidentales.

 

2. ¿Puede tener consecuencias en el orden ideológico y político para el PCCh?

 

La votación de la Asamblea Popular Nacional está en perfecta consonancia con la

ideología (flexible) y con el orden político existentes. Por tanto no cabe ninguna

alteración de la ecuación. Se podría entender como una manera de garantizar lo

avanzado y seguir marcando la orientación. La votación aprobatoria de la Asamblea era

prácticamente inevitable. Si se quiere, el marco legislativo preexistente es más

revolucionario que esta nueva ley. (O contrarrevolucionario, según quien quiera juzgar,

si hubiera de hacérsele un guiño a la Historia).

De cara a la relación con el exterior la ley sí que puede tener efectos, que no

necesariamente consecuencias, en la medida en que quienes negocien con China, y con

socios chinos en China, siempre podrán argüir, especialmente a la hora de los litigios,

que más que nunca tratan con un país que se precia de respetar la propiedad privada.

 

3. ¿Considera que puede sentar las bases precisas para una reclamación “desde
dentro” de una mayor liberalización en lo político?

 

Las bases reales y precisas son negociables, no están supeditadas a la ley. No hay que

olvidar el carácter dictatorial y por tanto discrecional del régimen chino. Pero a la vez,

en los últimos 27 años no hay ninguna medida importante de reforma y apertura en el

orden material que haya sido revocada. Todas siguen siendo modernizaciones en una

espiral progresiva. Por otro lado, en el terreno político no hay una fuerza regresiva. Al

fin y al cabo, mirada retrospectivamente ni siquiera la represión de Tiananmen lo ha

sido.

Por cierto, son fundamentales la élite del Partido Comunista y la clase empresarial

fundida y asociada con ella, que, más que asegurarse su estatus con esta ley (como se

comenta en estos días), continuaría, me parece, igualmente sobre ella. Para mencionar

sólo un hecho nada superficial y decidor, basta ver la perceptible presencia de vehículos

no oficiales que circulan sin matrícula y con vidrios polarizados, precisamente por las

vecindades de la mismísima Asamblea Popular Nacional y en las arterias principales de

la capital, así como en provincias, “más allá del bien y el mal”. Las recientes

defenestraciones de máximas autoridades en Shanghai no contradicen esta

excepcionalidad. Son más bien casos de poderosos que han realmente desafiado al

corazón del poder. En cualquier caso, en los entresijos de los grupos de poder sigue

estando la clave de una mayor liberalización en lo político, paradójico como pueda

resultar, más allá de las leyes.

Entretanto, los espacios de libertad más reales que se siguen abriendo para los

ciudadanos son un subproducto de la expansión económica hace largo tiempo desatada.

Respuestas de Esteban Restrepo Uribe (Universidad Javeriana-Colombia)

 

1. ¿Cabe imaginar un impulso a la privatización a raíz de esta legislación?

 

No necesariamente. Pese a que durante el proceso de aprobación de la Ley algunos de

sus defensores plantearon la necesidad de avanzar en las privatizaciones de empresas

estatales ante lo que denominaron como el debacle de la mayoría de las empresas

estatales, los intereses en juego parecen estar en dos áreas: la propiedad rural y la

inversión extranjera directa.

Sobre lo primero, hay que mirar todas las medidas adoptadas en la legislatura que acaba

de concluir, en conjunto. Parece claro que el punto es el desequilibrio entre el desarrollo

agrícola y rural. La ley consagra que la propiedad estatal es la dominante en las tierras

rurales y descarta la privatización de tierras agrícolas y de cultivo, reconociendo

expresamente indemnizaciones amplias y completas para estos casos, restringiendo

severamente su transformación en tierras de construcción.

Las indemnizaciones ya existían, pero no se cumplen y la percepción es que una de las

causas de la migración hacia las ciudades ha sido una serie de expropiaciones forzosas

llevadas a cabo por algunas autoridades locales para fines de urbanización – con una

serie de críticas y discusiones sobre los incentivos y riesgos de corrupción por la

concentración de poder a ese nivel.

En igual sentido apuntan las medidas anunciadas de rebajas de impuestos a los

campesinos y de mayores subsidios al agro.

Sobre lo segundo, durante la legislatura también se aprobó una nueva ley de impuesto a

la renta que fija un impuesto único para chinos y extranjeros, eliminando los privilegios

para las inversiones extranjeras directas (25%) con excepción de las de alta tecnología

(15%) que en su mayoría son de capital extranjero – aunque en principio esto afectaría

la inversión extranjera directa y consecuentemente las privatizaciones – de alguna

manera- se trata de un requerimiento dentro de los compromisos asumidos en el marco

de la OMC, lo cual envía un mensaje claro de estabilidad y compromiso en cuanto a la

solidez de sus reglas de juego.

 

2. ¿Puede tener consecuencias en el orden ideológico y político para el PCCh?

 

Representa un punto de quiebre significativo porque termina un debate que se prolongó

por cerca de 14 años sobre la iniciativa legislativa específicamente y como resultado el

texto aprobado refleja el triunfo – por así decirlo – de una visión del socialismo chino

que privilegia una orientación capitalista sobre las visiones ideológicas que ven en la

planificación estatal y la propiedad estatal de las empresas un medio evitar una cada vez

más creciente desigualdad en la sociedad.

 

3. ¿Considera que puede sentar las bases precisas para una reclamación “desde dentro” de una mayor liberalización en lo político?

 

Refleja una posición del gobierno central sobre los poderes locales. En punto a las

facultades y posibilidades de llevar a cabo expropiaciones forzosas para transformar

tierras agrícolas en urbanas, la percepción es que las autoridades locales habían contado

con demasiado poder sin ningún control, lo cual ha impulsado la migración hacia las

ciudades, en particular, y aumentado la desigualdad entre la China rural (socialista) y la

urbana (capitalista).

 

 

Respuestas de Seán Goleen (Director del Centro d’Estuids Internacionals i Interculturals (UAB))

 

1. ¿Cabe imaginar un impulso a la privatización a raíz de esta legislación?

 

Creo que el impulso a la privatización ya ocurrió en el año 1992 con el viaje que hizo

Deng Xiaoping al sur del país. Hoy en día el sector privado ya es el sector más grande

de la economía. Mantener cierto control sobre las empresas estatales estratégicos –y

sobre el sector financiero– forma parte de la política de control del Partido-Estado, pero

el impulso a la pequeña y mediana empresa y a la cultura emprendedora, con la ayuda

de la inversión extranjera directa procedente de la diáspora china transnacional ha sido y

es todavía el motor del crecimiento económico.

 

2. ¿Puede tener consecuencias en el orden ideológico y político para el PCCh?

 

Es difícil establecer cual es el orden ideológico del Partido-Estado hoy en día. Su

política es el mantenimiento del poder y el control de la estabilidad social. Creo que

debemos dejar de hablar del PCCh como partido político. Se podemos aplicar

paradigmas del concepto de un partido político nacidos de la historia euroamericana al

caso chino. China es un Partido-Estado, donde los enlaces entre la jerarquía del Partido

y la jerarquía del Estado (además de la jerarquía de las fuerzas militares) son tan

estrechos que las mismas personas ocupen los cargos equivalentes en cada estamento, a

cada nivel territorial. Además, los enlaces entre las jerarquías del poder del Partido-

Estado-Ejército y los nuevos ricos y emprendedores son tan estrechos que se tratan de

familiares o parientes en muchísimos casos. Con la nueva legislación, el Partido-Estado

pretende contentar a los nuevos ricos y absorberles. Esta estrategia podría funcionar

bien, siempre y cuando se mantiene el ritmo de crecimiento sostenido que ha

caracterizado la última época. Si no es así, y si estallan las crisis económicas y sociales,

creo que sí que podría haber una crisis política, pero en este caso, creo también que sería

el populismo, o un nacionalismo populista que amenace el poder del Partido-Estado,

además de los posibles regionalismos que podría surgir.

 

3. ¿Considera que puede sentar las bases precisas para una reclamación “desde dentro” de una mayor liberalización en lo político?

 

No. Creo que el reclamo de la gente que se está enriqueciendo es para más

liberalización del mercado, pero no para más reforma política. Es verdad que los nuevos

ricos no quieren intervención del estado en su acumulación de capital, y en este sentido

quieren menos gobierno, pero al mismo tiempo, necesitan a alguien que garantice la

estabilidad social. Por otro lado, pero, la consolidación de un gran mercado doméstico,

que podría aislar la economía china de los vaivenes de un crecimiento económico

dependiente de la exportación , necesita un gran incremento en el poder adquisitivo de

la población rural, algo que el actual modelo de desarrollo no puede garantizar. En este

sentido, la creación de una “sociedad armoniosa” y de un crecimiento sostenible,

debería ser defendida por los “liberales” chinos también…