La Tercera Sesión Plenaria del CC del PCCh celebrada en Beijing entre los días 9 y 12 de noviembre concluyó con una serie de propuestas en diversos campos que se irán materializando en los próximos meses y años. En su conjunto, dice el PCCh, suponen un paquete integral que debe permitir un nuevo impulso del proceso de modernización del país con el objetivo inmediato de cumplir los grandes objetivos señalados en el XVIII Congreso del PCCh en los primeros años de la próxima década.
En tal sentido, agradeceríamos respondiera las tres siguientes preguntas:
1. ¿Cómo valora la importancia de esta tercera sesión en el marco del proceso general de la reforma china iniciada en 1978?
2. ¿Cree que en un segundo tiempo, a partir de 2017, a medida que las aprobadas ahora se vayan materializando, podría haber novedades de mayor alcance en el orden político?
3. ¿Considera que estas medidas permitirán a China limar asperezas con Occidente al introducir cambios en áreas relacionadas con la inversión, el comercio, los derechos humanos, etc., o por el contrario no cabe esperar alteraciones significativas en dicho orden?
Participan en este nuevo Especial del OPCh, Manel Ollé, profesor de Historia y Cultura de China contemporánea en la Universitat Pompeu Fabra; Romer Cornejo, profesor e investigador del Colegio de México. A los dos, muchas gracias por la colaboración.
RESPUESTAS DE MANEL OLLÉ, Professor en història i cultura de la Xina contemporània, Universitat Pompeu Fabra.
- ¿Cómo valora la importancia de esta tercera sesión en el marco del proceso general de la reforma china iniciada en 1978?
El reformismo chino desde finales del 1978 no ha cesado de introducir cambios a mayor o menor ritmo. El giro actual representa un tercer impulso reformista. Tras la fase inicial de 1978 tenemos el giro movilizador que se produce en 1992 con el viaje al Sur de Deng Xiaoping…Evidentemente las dos posteriores generaciones de dirigentes no han frenado el proceso reformista, pero el gradualismo y la discreción han presidido el proceso. La novedad en este caso reside en primer lugar en la explicitación programática y en el calado de las reformas, especialmente tras el anterior liderazgo de Hu Jintao-Wen Jiabao (2002-2012), con más retórica y expectativas que resultados tangibles, quizás por la debilidad que neutralizaba buena parte de los intentos de cambio. La actual escenificación del programa reformista nos habla al mismo tiempo de la voluntad de ejercer un liderazgo fuerte dentro del partido y de asumir compromisos con la sociedad, en un ejercicio de transparencia que supone todo un reto sin precedentes: por su explicitación detallada podrá ser evaluado el grado, el calendario y el nivel de cumplimiento.
- ¿Cree que en un segundo tiempo, a partir de 2017, a medida que las aprobadas ahora se vayan materializando, podría haber novedades de mayor alcance en el orden político?
No se puede excluir que en el segundo periodo del mandato del actual liderazgo Xi-Li irrumpa en el debate político el constitucionalismo, el imperio de la ley, o el horizonte de la democracia intrapartidaria o incluso el de las elecciones locales, así como algún indicio de separación de poderes, la dotación de algún margen de poder real al poder legislativo o judicial…La parcial renovación del Politburó con las jubilaciones previstas puede reducir el peso específico de la influencia paralizante de liderazgos anteriores. Podría entonces reconocerse la aportación de los reformistas políticos que cayeron en desgracia en los 80, Hu Yaobang y Zhao Ziyang, y del movimiento estudiantil de la primavera de 1989. La apertura de una agenda reformista política –lenta y gradualista, tendente al horizonte de una “democracia con características chinas”- dependerá de la fortaleza del Partido: el inicio de una senda reformista de este tipo solo será posible si el liderazgo actual consolida su primacía y el Partido no se siente amenazado y al mismo tiempo percibe la demanda social de este camino de flexibilización política.
- ¿Considera que estas medidas permitirán a China limar asperezas con Occidente al introducir cambios en áreas relacionadas con la inversión, el comercio, los derechos humanos, etc., o por el contrario no cabe esperar alteraciones significativas en dicho orden?
Creo que estas medidas se orientan básicamente a provocar cambios internos. A permitir el desarrollo de las clases medias y la urbanización, a poner coto al poder desmesurado de instancias opacas de los aparatos de seguridad, del poder local o de la gran corporación económica, a liberar energías económicas latentes en la sociedad, a reducir la tensión social en el campo, a reintroducir algunas coberturas sociales o sanitarias, a impulsar el paso de un modelo económico orientado a la exportación hacia uno más equilibrado con el peso del consumo interno… Como en etapas anteriores, un prerrequisito para que este programa reformista avance es el de un entorno internacional diversificado y pragmático, orientado a nutrir las necesidades del desarrollo económico y a proyectar su desarrollo y su fuerza inversora en distintos escenarios complementarios: Sinoamerica, APEC, Europa, África, Latinoamérica…Esto no excluye que la necesidad de afirmarse del liderazgo o las turbulencias internas pueden en algún momento exigir el socorrido recurso al enemigo externo…como ya en parte vamos viendo en las aguas de los mares de Asia Oriental.
RESPUESTAS DE ROMER CORNEJO, profesor-investigador del Colegio de México
1. ¿Cómo valora la importancia de esta tercera sesión en el marco del proceso general de la reforma china iniciada en 1978?
Esta tercera sesión oficializa algunos rezagos de la reforma económica, que ya venían planteándose en las discusiones dentro del Partido Comunista, en relación al ordenamiento financiero en las entidades locales, al relajamiento con respecto a la apertura al capital internacional y da algunos pasos con respecto a la propiedad de la tierra en el campo, que ya se experimentan de manera local. No significan un cambio estructural con respecto a las reformas previas, sino una sanción en el ámbito oficial a medidas que ya se estaban tomando.
2. ¿Cree que en un segundo tiempo, a partir de 2017, a medida que las aprobadas ahora se vayan materializando, podría haber novedades de mayor alcance en el orden político?
Es posible que haya novedades en el ámbito político local, sobre todo en la participación política, sin embargo esperar un cambio radical, como la instauración de un sistema multipartidista parece irreal. Lo que muchos estudiosos han esperado en términos de que el avance y perfeccionamiento del capitalismo en China pueda traer cambios democráticos, multipartidismo, al estilo occidental, no pasa de ser una proyección del deseo de los estudiosos. Aún en los sistemas capitalistas occidentales, como en Estados Unidos, muchas de las libertades previamente obtenidas han dado marcha atrás, con nuevas formas de vigilancia y control hacia los ciudadanos. El paradigma de capitalismo y democracia está francamente retado en el mundo actual, y posiblemente China se dirija hacia una propuesta híbrida de capitalismo con partido único y una ampliación de algunos derechos ciudadanos.
3. ¿Considera que estas medidas permitirán a China limar asperezas con Occidente al introducir cambios en áreas relacionadas con la inversión, el comercio, los derechos humanos, etc., o por el contrario no cabe esperar alteraciones significativas en dicho orden?
Creo que las alteraciones serán pequeñas en el ámbito político, en el económico sí habrá una relación más fluida en cuanto a inversión y comercio. Mientras las grandes empresas transnacionales continúen haciendo buenos negocios con China, no tendrán necesidad de presionar por cambios políticos. Gran parte del éxito del país en atraer inversiones extranjeras está precisamente en la no existencia de un sindicalismo independiente y beligerante. Por otra parte, en su gran campaña de poder blando China logra cada vez más una aceptación mayor de su sistema político.
Las propuestas de eliminación de los campos de prisioneros están vinculadas a las limitaciones del poder judicial del país, y de las propias cárceles, asuntos que sí se piensan modificar, pero no necesariamente a libertades políticas, como son entendidas en Occidente.