La Unión Europea es el mayor socio comercial de China y ésta es el segundo socio mayor de la UE. Se consolida aceleradamente la alianza estratégica que Beijing va tejiendo tanto con las potencias de la UE como con los socios comunitarios menores. Con los efectos todavía vigentes de la crisis económica mundial iniciada en 2007, y tras la decisión británica de abandonar el proyecto comunitario europeo (Brexit), el vínculo entre China y Alemania se torna núcleo de un alineamiento económico y político capaz de competir mundialmente con la declinante potencia norteamericana, y apunta a la posible conformación de un eje euroasiático Beijing-Moscú-Berlín como nuevo polo hegemónico mundial.
Aunque la alianza chino-europea amenaza también a la UE con tendencias que ya se traducen en déficit comercial y debilitamiento industrial, mediante el faraónico proyecto de "la Franja y la Ruta de la Seda" la burguesía monopolista china tienta a las dirigencias europeas con los enormes beneficios de un emprendimiento que podría traccionar hacia adelante la economía europea y mundial y recomponer las deterioradas tasas de ganancia.
Paralelamente, dirigencias de los países europeos con antiguo arraigo en América Latina son atraídas por la posibilidad de constituirse en intermediarias y socias activas para el arribo masivo del capital de la ascendente potencia china a la región.