Pekín y Pyongyang celebraron en 2009 “el año de la amistad entre China y Corea del Norte” con motivo del 60º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Se consideran “hermanos de sangre” desde la guerra de Corea (1950-1953). Sin embargo, las relaciones bilaterales son, cada vez, más complejas y contradictorias. China propulsó el inicio de las negociaciones multilaterales en agosto 2003 para lograr la desnuclearización del Norte. Los chinos desean reemprenderlas, pero los norcoreanos juegan duro y exigen que se les reconozca su status de potencia nuclear. Algo que, en ningún caso, aceptarán EEUU, Corea del Sur y Japón.
China se ha convertido en una gran potencia llamada a asumir responsabilidades internacionales. El régimen ha evolucionado ideológicamente desde el comunismo a un capitalismo con características chinas. La economía china, tras su incorporación a la OMC en 2001, es cada vez más interdependiente con la de EEUU, Japón y Corea del Sur. En cambio, Corea del Norte sigue anclada en el pasado y convertida en una monarquía estalinista con la doctrina “juche” que mantiene el país cerrado al contacto exterior. Si el régimen resiste se debe principalmente al apoyo chino que es el “cordón umbilical” por el cual le llega la ayuda alimenticia y energética para sobrevivir. China es el primer inversor y socio comercial. La segunda explosión nuclear norcoreana del 25 de mayo colocó a Pekín en una situación diplomática complicada. Pekín tolera al errático Kim Jong-il. Pero sus ambiciones nucleares pueden alterar el “status quo” militar en el noreste de Asia, precisamente cuando Pekín intenta un acercamiento con Taiwán. La consolidación de un Norte nuclear podría ser un pretexto para un fuerte rearme militar de Japón y Corea del Sur y afectar indirectamente a Taiwán. ¿Hasta dónde y cómo puede China presionar a su país hermano?
La posición china con su vecino norcoreano es ambivalente. Tiende a conservar el actual “status quo” y solo va a modificarlo en la medida que vea claro sus consecuencias. Por un lado, presionados por EEUU, los chinos votaron afirmativamente la resolución 1874 del Consejo de Seguridad de las NNUU que condenó en términos muy duros la prueba nuclear y reforzó las sanciones financieras y económicas contra Corea del Norte. Pero Pekín no las aplica de manera efectiva. Se justifica en que quiere favorecer la vuelta de Pyongyang a las negociaciones multilaterales. También pretende evitar a toda costa un colapso del régimen norcoreano. Argumenta, no sin razón, que provocaría un incontrolable alud de refugiados hacia la frontera china e incluso una catástrofe humanitaria. Sin embargo, hay intereses estratégicos chinos en juego. Un colapso del régimen norcoreano podría conducir a una reunificación de las dos Coreas y un posible resurgimiento del nacionalismo coreano. China tiene pendientes algunos contenciosos históricos con Corea. Existe una notable presencia de chinos de étnica coreana que viven en áreas de la región fronteriza con el Norte (la Región Autónoma de Yanbian) que algunos estudiosos coreanos vinculan históricamente con su país. Algunas empresas surcoreanas ya se han establecido en Yanbian.
La oposición china ante una pronta reunificación coreana se explica también por el comprensible recelo que le provoca la actual presencia militar estadounidense en el sur de la península coreana. Para los chinos una reunificación solo podría caber en el marco de un acuerdo general previamente negociado con EEUU, Japón, Rusia y las dos Coreas. Y mientras no se llegue a este acuerdo, a China, ya le va bien la existencia de dos Coreas. Asimismo habría que analizar cuales son los intereses estratégicos de EEUU y Japón con respecto a una eventual reunificación coreana. La intransigencia norcoreana a renunciar a su programa nuclear sirve a los EEUU para justificar su permanencia como potencia militar en Asia oriental y mantener, frente a China, sus alianzas estratégicas con Japón y Corea del Sur.
China está inquieta. Insiste en convencer a Pyongyang para que evolucione llevando a cabo unas reformas económicas como sí han hecho los comunistas vietnamitas. Este era el objetivo último de Pekín al iniciarse las negociaciones del Grupo de los 6. Hoy, desea que el diálogo multilateral prosiga cuando se den las circunstancias apropiadas. China sigue centrada en su asegurar su propio desarrollo económico mientras también debe afrontar algunos conflictos internos en el suroeste, en las regiones autónomas especiales de Tibet y Xinjiang. La intransigencia norcoreana daña los intereses chinos. China comparte, en la actualidad, más intereses económicos con Corea del Sur y Japón que con Corea del Norte. Todo ello sitúa a Pekín en una difícil tesitura. Quiere presionar a Pyongyang para que se abra a las reformas sin colapsar a su régimen. Aprueba unas sanciones internacionales pero no las aplica.
Los contactos diplomáticos al más alto nivel prosiguen. El primer ministro chino Wen Jiabao visitó Pyongyang los días 4 al 6 de octubre con ocasión de la celebración del 60º de las relaciones bilaterales. Su visita tuvo un doble objetivo. En primer lugar, Wen Jiabao presionar una vez más a Pyongyang a sentarse en la mesa del Grupo de los 6. Kim Jong-il manifestó su disponibilidad a volver a las negociaciones “bilaterales y multilaterales”. Y dejó claro sus prioridades: pactar antes con EEUU. En segundo lugar, Wen Jiabao y Kim Jong-il firmaron nuevos acuerdos financieros y comerciales para paliar, a las puertas del crudo invierno, la grave crisis económica y humanitaria que sacude el país, muy afectado por las sanciones internacionales. Se puede comprobar las diferencias de estrategia entre la flexible postura china y la más dura de EEUU a la hora de aplicar las resoluciones sancionadoras de NNUU. El viaje provocó un claro escepticismo en Washington, Seúl y Tokio. Consideran que Wen Jiabao sirvió para sostener económicamente al régimen de Pyongyang y diluir el impacto de las sanciones internacionales. Aunque aquel al reunirse el 10 de octubre en Pekín con Yukio Hatoyama y Lee Myung-bak informó sobre la voluntad de Pyongyang de volver a negociar.
Mientras tanto Pekín sigue incrementado su peso económico y comercial en el Norte y se asegura el control o monopolio para la explotación de sus cuantiosos y ricos recursos naturales. Ello no facilita una futura reunificación e integración económica entre las dos Coreas. Los recursos naturales representan el 41,3% de las exportaciones norcoreanas a su vecino chino. Al igual que ocurrió tras el primer ensayo nuclear norcoreano de 2006, China vuelve a aprovechar las sanciones internacionales a Pyongyang para aumentar la interdependencia económica entre Corea del Norte y China, especialmente con las tres limítrofes provincias chinas de Liaoning, Jilin y Heilongjiang.