El fortalecimiento de las relaciones entre China y Corea del Norte Rosa María Rodrigo Calvo, Licenciada en Estudios de Asia oriental y Máster en China Contemporánea y Relaciones Internacionales

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

China ha sido tradicionalmente un aliado incondicional de Corea del Norte, pero los lazos entre los dos países se rompieron alrededor de 2013 después de que Pyongyang iniciara una serie de pruebas nucleares subterráneas y comenzara a lanzar nuevos tipos de misiles balísticos para demostrar su destreza militar contra un mundo hostil. Sin embargo, las relaciones bilaterales entre ambos países experimentaron un repunte a partir de 2018, después de que el líder norcoreano, Kim Jong Un, iniciara la campaña diplomática global de Corea del Norte y visitara China (República Popular China, RPCh). El presidente chino, Xi Jinping, realizó una visita recíproca a Corea del Norte (República Popular Democrática de Corea, RPDC) en junio de 2019, durante la cual se comprometió a brindar asistencia alimentaria a Pyongyang. Aunque Corea del Norte ya no sufre la hambruna que la azotó a fines de la década de 1990 y se cobró innumerables vidas, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU estimó que entre 2018 y 2019 alrededor de 10 millones de norcoreanos no tenían suficiente para comer. Y se cree que la situación empeorará este año debido al cierre de fronteras por la pandemia de COVID-19.

La evidencia sugiere que las relaciones con Beijing se han convertido en la prioridad de política exterior más importante de Kim, aunque la relación también ha generado una serie de beneficios para China. La retórica para mejorar las relaciones en una variedad de áreas se convirtió rápidamente en acciones sustantivas, aparte de un compromiso diplomático y un apoyo político en la arena internacional. El interés de Kim en el modelo económico chino y el compromiso de Xi de ayudar a Corea del Norte a cambiar su situación de desarrollo cristalizaron en una variedad de formas como el intercambio bilateral, la cooperación económica, la ayuda o la inversión que parecen haber creado beneficios significativos para los dos países.

Los datos recopilados por NK Pro de los informes de los medios estatales muestran que este compromiso se tradujo en un aumento significativo en el número de delegaciones entre los dos países. En general, esto parece haber cristalizado en actividades y políticas diseñadas para proporcionar beneficios económicos tanto para Corea del Norte como para las provincias fronterizas de China, así como para incrementar el apoyo al desarrollo de la RPDC. Según el Rodong Sinmun, Xi dijo que él y Kim se centrarían en impulsar el intercambio y la cooperación en áreas relacionadas con «educación, cultura, deportes, turismo, juventud, áreas rurales y la vida de las personas». Hacerlo «contribuiría al desarrollo de ambos países y mejoraría el bienestar de la gente de los dos países».  Para las provincias chinas adyacentes a la frontera, la promesa y la realidad de una mayor cooperación económica con Corea del Norte a raíz de la cumbre de 2019 fueron bien recibidas ya que, como una de las partes más pobres de China, estas provincias se benefician significativamente del creciente intercambio con la RPDC.

El Asahi Shimbun citó fuentes anónimas para informar en agosto de 2019 que China enviaría una gigantesca entrega de 800.000 toneladas de ayuda de arroz a Corea del Norte a través de canales marítimos. Según las normas internacionales, la ayuda alimentaria se considera ayuda humanitaria y no está sujeta a sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Aunque a lo largo de 2020 la propuesta de China, junto con Rusia, para disminuir las sanciones de la ONU a Corea del Norte nunca se sometió a votación formal, la evidencia muestra que Beijing ha seguido suavizando su propia implementación del régimen de sanciones de la ONU. En noviembre de 2020, hizo envíos que comprendían unas 550.000 toneladas de fertilizantes y 600.000 toneladas de maíz y otros tipos de cereales para ayudar al empobrecido país a recuperarse de los daños causados por el tifón del verano que devastó las tierras agrícolas.

Sin embargo, casi todo se detuvo cuando la pandemia de COVID-19 llevó al cierre de fronteras, aunque Kim y Xi continuaron intercambiando cartas a lo largo de 2020, lo que sugiere que su intención mutua de mejorar las relaciones permanece. China brindó apoyo para ayudar a Corea del Norte a abordar la pandemia, aunque se hicieron públicos pocos detalles sobre el tema. Kim Jong Un, en particular, también ofreció apoyo a la República Popular China desde el principio. No hubo cifras publicadas ni en la RPDC ni en los medios chinos sobre la escala de la ayuda relacionada con la COVID-19 proporcionada en ninguna dirección.

Corea del Norte siempre ha mirado hacia adentro, la retórica oficial ha predicado durante mucho tiempo la doctrina Juche como ideología, basada en la autosuficiencia del régimen. Aunque ahora, tras el cierre de sus fronteras para combatir la COVID-19, se ha hecho más evidente que nunca que ningún país es una isla, que Corea del Norte no es autosuficiente y que necesita cultivar y priorizar las relaciones con los países en los que puede confiar. Ninguna nación puede evitar estas deliberaciones, si bien, éstas son especialmente importantes para los países pequeños, a quienes les preocupa que la debilidad signifique vulnerabilidad, al mismo tiempo que son conscientes de los riesgos de la dependencia. Corea del Norte presenta un grave dilema de seguridad de naturaleza existencial. El aislamiento político y las dificultades económicas internas plantean preocupaciones sobre la supervivencia del régimen, siendo su vulnerabilidad interna y externa la causa principal de la motivación para mostrar la fuerza a través del desarrollo de su programa de armamento nuclear.

Corea del Norte no puede mantener fácilmente su régimen político por sí solo, y es difícil imaginar a otros países que no sean China dando un paso adelante para apoyarlo de manera efectiva. China, tiene una influencia relativamente fuerte en Corea del Norte. Las relaciones entre ambos países no son sencillas, pero muestran factores que ejercen de puentes de unión como son las cuestiones de seguridad nacional o las relaciones económicas, aparte de los lazos tradicionales existentes entre ellos. Las preocupaciones por la seguridad nacional con respecto a Estados Unidos (EEUU) acercan a Beijing y Pyongyang así como, en el área de las relaciones económicas, el beneficio mutuo, aunque las diferencias en sus enfoques de la reforma económica puedan separarlos.

Al aferrarse a China, sin duda el cálculo de Kim Jong Un es que puede confiar en que la superpotencia en ascenso del mundo, cuyo duelo con Estados Unidos parece que va a continuar, lo respaldará a nivel internacional. Seguramente tenga razón en su análisis de que Beijing no permitirá que la RPDC se derrumbe por razones geoestratégicas y de seguridad. Sin embargo, para Pyongyang tener un único protector también conlleva riesgos. Xi Jinping podría tener más fuerza para presionarlo por una economía más transparente y abierta y, además, cualquier reanudación de las pruebas nucleares o de lanzamientos de misiles balísticos intercontinentales por parte de Pyongyang podría irritarle y debilitar los lazos de unión entre los dos países, como ya ocurrió en otras ocasiones, y provocar una disminución de su apoyo. China tiene unos intereses geoestratégicos muy amplios y complejos en su papel como potencia mundial y su política exterior no se reduce a las relaciones con Corea del Norte, sino que necesita mantener un equilibrio con los demás países de su entono. Recientemente, el presidente chino, Xi Jinping, dejó claro en una llamada telefónica al presidente surcoreano Moon Jae In que apoya el diálogo intercoreano y la «resolución política» de sus diferencias. Según la Casa Azul presidencial de Seúl, Xi también añadió que apoya el diálogo entre Estados Unidos y Corea del Norte y que la desnuclearización responde también a los intereses de Corea del Sur y China. Por lo tanto, Kim Jong Un tendrá que hacer un cálculo estratégico, equilibrar su juego con las armas de destrucción masiva mientras practica el arte del distanciamiento social en las relaciones internacionales: “mantén a tus amigos lo suficientemente cerca para brindar ayuda, pero no tanto como para contagiarte de sus virus ideológicos y políticos». Aunque en este momento las dificultades que atraviesa la RPDC son considerables, el desequilibrio de poder es demasiado grande y Kim Jong Un necesita del apoyo efectivo de la RPCh.

Es probable que China siga siendo la prioridad de la política exterior de Corea del Norte. En general, la evidencia muestra que la RPDC y la República Popular China han invertido un capital significativo en el calentamiento de las relaciones en muchos niveles sustantivos. Consecuentemente, en el mes de febrero, un año después de que comenzara la pandemia de coronavirus y Pyongyang cerrara su frontera de 1300 kilómetros, China ha designado un nuevo embajador en Corea del Norte, Wang Yajun, subdirector del Departamento de Enlace Internacional del Comité Central del Partido Comunista Chino, quien ha desempeñado un papel clave en las relaciones entre China y Corea del Norte como miembro clave del gobierno chino. En respuesta, Corea del Norte anunció a través de la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores que Ri Ryong Nam, exministro de Comercio, había sido seleccionado para el máximo cargo diplomático en Beijing. Ri es un veterano en las relaciones económicas exteriores de Corea del Norte y su nombramiento para la embajada puede ser un indicador de que Corea del Norte tiene la intención de fortalecer la cooperación con China, su mayor socio comercial.

Por ahora no hay indicios de un acercamiento entre la nueva administración Biden y la República Popular China en el horizonte, tal y como se ha visto tras las primeras conversaciones de altos funcionarios estadounidenses y chinos en Anchorage, Alaska, en las que no se logró ningún acuerdo sobre el camino a seguir. Para algunos, supuso la visión de una nueva era de amarga competencia entre superpotencias en la que se podían escuchar los “ecos de los viejos tiempos” de la Guerra Fría cuando ambos bandos veían en el otro un adversario ideológico y geopolítico. En su primera conferencia de prensa desde su acceso a la Casa Blanca, el presidente Biden afirmó que el desafío primordial de este siglo es sostener la democracia contra las fuerzas antiliberales que la amenazan y que está en juego el triunfo de la democracia frente a la autocracia. Por ello, es probable que Xi Jinping sea consciente de que posee una influencia creciente en uno de los principales problemas de seguridad nacional de Washington, Corea del Norte, y tenga interés en cultivar aún más sus relaciones con Kim Jong Un con lo que se puede esperar un apoyo estratégico en los años venideros.

Durante una visita reciente a Seúl, el 18 de marzo, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, pidió a China que utilice su estrecha relación con la RPDC para convencer al líder norcoreano, Kim Jong Un, de que se desnuclearice y comentó que. «China tiene un papel fundamental que desempeñar en el trabajo para convencer a Corea del Norte de que persiga la desnuclearización» ya que «prácticamente todas las relaciones económicas de Corea del Norte y su comercio van con China o a través de ella, por lo que tiene una enorme influencia”.

Por su parte, Corea del Norte emitió advertencias durante más de una semana. Juró que la administración de Biden pagaría un «precio», lo acusó de levantar «un hedor» en la península de Corea y calificó el esfuerzo de Washington de abrir un canal de comunicación como un “truco”, prometiendo tratar el «poder de los Estados Unidos» con “poder”. Ahora, parece que Corea del Norte ha terminado de hablar. El jueves día 25 de marzo, emitió su última advertencia al lanzar dos misiles balísticos de corto alcance frente a su costa este, el segundo lanzamiento en menos de una semana. Han sido las primeras pruebas de este tipo realizadas por el país en un año y su primera provocación significativa contra Estados Unidos bajo la presidencia de Biden. El lanzamiento, que desafió la prohibición del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las pruebas de misiles balísticos por parte de Corea del Norte, indicó que el país estaba recurriendo una vez más a una demostración de fuerza, aumentando las tensiones para ganar influencia mientras la administración Biden finaliza su revisión de la política de Corea del Norte. La prueba también fue vista como una señal para Washington de que Pyongyang llevará a cabo pruebas más provocativas, con misiles de mayor alcance, si decide que las políticas de Biden no son razonables. Se piensa que, a medida que los detalles de la política de Corea del Norte de la administración Biden estén disponibles en las próximas semanas, es probable que Corea del Norte reanude el aumento de las tensiones.

Beijing y Pyongyang mantienen una relación especial, no exenta de dificultades, que podría convertirse en un tema que permitiera a China ejercer una influencia futura sobre la nueva administración Biden, que prosigue con el mantenimiento de la postura dura hacia Beijing, ya iniciada por el anterior presidente Donald Trump. Su ascendencia sobre Corea del Norte le permitiría construir puentes de comunicación y diálogo con Washington que pudieran contribuir a disminuir las tensiones entre las dos potencias, a la vez que ayudaran a establecer las estrategias adecuadas para afrontar el problema norcoreano, atenuar su dilema de seguridad y evitar la confrontación. Es por ello que el fortalecimiento de la relación de China con Corea del Norte podría desempeñar un papel clave en la relación entre China y Estados Unidos, así como en la definición de la situación de seguridad y desarrollo del noreste de Asia en los próximos años.