Pueblo en Línea,17/10/2011
--La secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton ha publicado un artículo bajo el título de “la política de EEUU en el Pacífico” en la revista Foreign Policy, proponiendo que EEUU debe trasladar su punto de gravedad estratégico a Asia.
Clinton escribe que el futuro de los asuntos políticos se va a decidir en Asia, no en Afganistán o Irak. Una de las tareas más importantes del estadismo de EEUU en la futura década es garantizar un aumento sustancial en las inversiones –diplomáticas, económicas, estratégicas y demás- en la región de Asia y el Pacífico.
Las declaraciones de Clinton no tienen nada de nuevo. Durante su visita a Tailandia en verano de 2009, gritó a voz en cuello: “Estados Unidos ha vuelto”. Actualmente EEUU presta mayor importancia a Asia-Pacífico, sobre todo a sus inversiones militares en la región. Al regresar a la zona, EEUU se está involucrado profundamente en los problemas claves políticos, económicos y de seguridad regionales.
¿Por qué EEUU declara un regreso si nunca se ha retirado de la zona? En los últimos años, EEUU está preocupado por dejar de desempeñar el papel de liderazgo en la zona, que se ha experimentado un rápido desarrollo económico y ha formado una nueva estructura cooperativa. Al declarar que vuelve a Asia, EEUU intenta ganar más beneficio del desarrollo regional y fortalecer su posición hegemónica. Clinton ha dicho con toda franqueza que su país desea continuar interviniendo en los asuntos asiáticos y desempeñando el papel de liderazgo.
EEUU se enfrenta dos desafíos al regresar a Asia
Primero, EEUU debe aprender a coexistir con China. Con el regreso de EEUU a Asia también se reverdece el conflicto China-EEUU. No pocos estudiosos occidentales han señalado que la reafirmación del liderazgo estadounidense en los asuntos regionales está dirigido contra China, ya que como país emergente ésta está en condiciones de desafiar la hegemonia estadounidense. También hay países asiáticos que desean recurrir a EEUU, especialmente a su fuerza militar, para alcanzar un llamado equilibrio estratégico. Si Washington define esta ideología como la base estratégica de su regreso a Asia, las relaciones sino-estadounidenses estarán expuestas a un peligroso juego, situación en la que EEUU no logrará beneficiarse ni desempeñar un papel positivo en el problema de seguridad regional.
Y segundo, la ambición no es suficiente para jugar el papel directivo. Definitivamente, la posición de EEUU en Asia depende de sus inversiones reales, que deben estar exclusivamente destinadas a promover el desarrollo regional y fomentar las fuerzas constructivas para la cooperación regional en diversos terrenos. Aprovechar la oportunidad de fortalecer la presencia militar para ostentar su irremplazable empuje equivale a un callejón sin salida. Algunos eruditos asiáticos están preocupados por la posibilidad de que EEUU solicite apoyo a sus países, en caso de que el poderío de la nación norteamericana resulte insuficiente para hacer realidad su ambición. También hay aprensiones en el sentido de que EEUU acuda a métodos poco ortodoxos para provocar disturbios.
Para los asiáticos, el desarrollo es la tendencia general de los tiempos actuales y la aspiración popular. El desarrollo contribuye a estrechar las relaciones entre las naciones asiáticas, no a distanciarlas. EEUU debe aplicar una política sabia y constructiva en torno a Asia, zona donde la potencia tendrá suficiente espacio de maniobra.