La alianza entre China y Corea del Norte, ¿todavía vigente? Bienvenido Tingyi Chen Weng es estudiante del Grado de Relaciones Internacionales en la UCM y realiza prácticas en el Observatorio de la Política China (OPCh)

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

Este año 2021 marca el 60 aniversario del Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua entre la República Popular de China y la República Popular Democrática de Corea (RPDC), más conocida como Corea del Norte. En su artículo 2, el Tratado establece una cláusula según la cual “en el caso de que una de las Partes Contratantes sea sometida al ataque armado por cualquier Estado o varios Estados conjuntamente y, por lo tanto, esté involucrada en un estado de guerra, la otra Parte Contratante prestará inmediatamente asistencia militar y de otro tipo por todos los medios a su disposición”.

A pesar de que en los años ochenta, tras la reforma y apertura de la economía china, Deng Xiaoping decidió establecer una política de “no alianza”, Corea del Norte se ha mantenido como su única alianza formal. Sin embargo, tras más de medio siglo de existencia y teniendo en cuenta los inmensos cambios que se han producido en China desde entonces, cabe preguntarse si esta alianza tiene todavía hoy sentido y sigue vigente.

Recientemente, en un intercambio de mensajes con Kim Jong-un reafirmando su alianza en marzo de 2021, el presidente chino Xi Jinping señaló las relaciones bilaterales como un “activo valioso” para ambos y prometió hacer contribuciones a la paz y la estabilidad en la península de Corea, además de un compromiso para “brindar a los pueblos de los dos países una vida mejor”.

Sin embargo, este tipo de relación afectuosa no ha sido la tónica general en las últimas dos décadas. Las pruebas nucleares norcoreanas han sido el principal escollo para el desarrollo de las relaciones sino-norcoreanas, pues China considera que estas pruebas desestabilizan la seguridad regional. Ya en 2006, Beijing cambió el tono respecto de su aliado respaldando la Resolución 1718 del Consejo de Seguridad de la ONU por la cual se impusieron sanciones a Pyongyang a raíz de la prueba de un arma nuclear en octubre de aquel año.

Durante el primer lustro de presidencia de Xi (2013-2018), las relaciones se enfriaron más aún. Con las continuas pruebas nucleares dirigidas por el nuevo mandatario norcoreano, Beijing firmó unas sanciones más duras y restrictivas en el seno de las Naciones Unidas. La imprevisibilidad y la “anormalidad” en las relaciones internacionales del régimen norcoreano en el sistema internacional desataron a partir de entonces todo un debate interno en China sobre la relación con Pyongyang.

En mayo de 2017, el diario estatal chino Global Times publicaba un editorial preguntándose si el Tratado estaba desactualizado. En dicho editorial, se señalaba que la búsqueda por parte de Pyongyang del desarrollo de un programa nuclear “ha perjudicado a su propia seguridad, así como la de la región, y también ha puesto en peligro la seguridad nacional de China”, violando así los principios del tratado.

Dentro del mundo académico chino también se inició un debate. En un análisis de Lyle J. Goldstein sobre una encuesta del académico chino Zhou Xiaojia titulado “El problema nuclear de Corea del Norte y las perspectivas de los académicos chinos”, señala la existencia tres posiciones principales para la cuestión norcoreana: 1) los que consideran otorgar un apoyo limitado a Corea del Norte; 2) los que consideran que se debe priorizar Corea del Norte; y, 3) los que defienden la ruptura de lazos con Corea del Norte.

La mayoría de los académicos encuestados optarían por la primera opción, es decir, ofrecer una asistencia limitada a Pyongyang. Los últimos consideran que China debería cesar todo tipo de ayuda a Corea del Norte, pues estiman que ha cruzado todas las líneas rojas de Beijing dañando los intereses chinos, aunque esta visión aún es minoritaria. En este sentido, muchos consideran que la RPDC no ha hecho honor al artículo 4 del Tratado según el cual “las Partes contratantes seguirán consultando entre sí sobre todas las cuestiones internacionales importantes de interés común para los dos países”.

¿Otra vez vigente?

La tendencia descendente cambió en 2018, cuando Kim y Xi se reunieron por primera vez en marzo de ese año, iniciando una época de relaciones bilaterales más amistosas. Desde entonces, se han producido cuatro visitas más: mayo de 2018, junio de 2018, enero de 2019 y en junio de 2019. Esta última fue la visita de Xi a Corea del Norte, siendo la primera vez que un presidente chino visita este país desde que lo hiciera Hu Jintao en 2005.

No obstante, a pesar de la reafirmación de la alianza, ésta sigue teniendo sus limitaciones, pues no está claro si Beijing acudiría en defensa de Corea del Norte en caso de un ataque. En un editorial de Global Times en agosto de 2017, se señalaba que “China debería dejar claro que, si Corea del Norte lanza primero misiles que amenazan el suelo estadounidense y Estados Unidos toma represalias, China se mantendría neutral”.

Cuando Estados Unidos está llevando a cabo una política exterior cada vez más asertiva de contención del ascenso chino, Beijing ha buscado, a falta de nuevas ideas, el mantenimiento del statu quo en la península coreana.

Para el profesor Nick Bisley, el colapso del régimen coreano tendría unos efectos desastrosos para China: millones de refugiados norcoreanos podrían cruzar la frontera; la consiguiente reunificación pondría al ejército estadounidense a sus puertas; y, en tercer lugar, el final del régimen podría ocasionar que el hardware militar y la tecnología nuclear pudiera caer en las manos equivocadas, generando una gran amenaza para su seguridad nacional.

Todas estas situaciones son las que Beijing quiere evitar y, por ello, aunque rechacen fervientemente la nuclearización de Corea del Norte, han llevado a cabo una política de asistencia limitada para el mantenimiento de la economía y evitar, de esta forma, la caída del régimen norcoreano. En este sentido, hay que tener en cuenta que, en la contorna de China, Pyongyang es uno de sus pocos vecinos en Asia Oriental que no es aliado de los estadounidenses.