Las relaciones China y Rusia y su posición ante la invasión de Ucrania Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Estudios, Política exterior by Xulio Ríos

Como no podía ser de otra forma, la onda expansiva de la invasión de Ucrania por parte de Rusia también llegó a China. De una parte, obligándola a posicionarse en una incómoda tesitura que involucra a dos países, uno agresor y otro agredido, con los que mantiene importantes relaciones diplomáticas; de otra, explicándose para hacer entender que su principio de no injerencia no representa un doble lenguaje que puede deteriorar aún más las relaciones con EEUU y los países occidentales que le urgen a tomar partido.

La crisis de Ucrania “no es algo que queramos ver”, dijo Xi Jinping a Joe Biden en su cumbre virtual celebrada en marzo de 2022. Y China tiene sobradas razones para justificar dicha percepción. Culturalmente hostil a los enfrentamientos militares directos, aun reconociendo su proximidad estratégica al Kremlin y su rechazo de esa arrogancia estadounidense que le conmina a la genuflexión permanente, su agenda apunta en otra dirección. Para China, cuando las principales economías debieran estar centradas en la recuperación pos-pandémica, en la recomposición de las cadenas industrial y de suministro mundiales, esta guerra no puede ser más inoportuna y dañará las condiciones de vida de muchas personas en todo el mundo.

La posición oficial china ante la invasión rusa de Ucrania se podría resumir en lo siguiente: defensa clara de la soberanía e integridad territorial, comprensión de la ansiedad rusa ante el expansionismo militar de la OTAN y un hipotético ingreso de dicho país en la alianza, y llamamiento a la moderación, a la búsqueda de una salida diplomática con implicación de la ONU.

Conciliar la comprensión con el agresor y la solidaridad con el agredido no es tarea fácil. China se remite a los principios de su política exterior, de los que no se apea (Joyaux, 1993; Ríos, 2005). La integridad territorial es un capítulo mayor que, al igual que la no injerencia en los asuntos internos, tiene bien presente su propia fragilidad en esta materia, tal como se puede apreciar en los conflictos en Tibet, Xinjiang, Hong Kong y, por supuesto, Taiwán (Gill, 2007). Y la defensa de una seguridad compartida parte del axioma lógico de que no puede establecerse de forma unilateral, premiando a unos a costa de otros. Al señalar esto, recuerda que la política de cerco establecida en Europa frente a Rusia guarda grandes similitudes con la que está trazando EEUU en su entorno inmediato mediante la promoción del AUKUS, el reflote del QUAD y el fortalecimiento de las alianzas anti-China de todo tipo en el Pacífico Occidental, entre otros.

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