Durante la presidencia de Donald Trump se observó un deterioro significativo en las relaciones sino-norteamericanas, particularmente tras desatarse la pandemia de COVID-19 en 2020. El creciente empoderamiento de China, junto con procesos políticos recientes en dicho país que no han correspondido a las expectativas de los sectores dirigentes norteamericanos, serían la causa de ésta dinámica bilateral más conflictiva.

La llegada a la presidencia de Joe Biden probablemente conlleve una desescalada en las tensiones, dados sus antecedentes políticos y el respaldo que ha recibido de sectores políticos y empresariales que respaldan una postura más conciliadora hacia China. No obstante, el retorno de actitudes más intervencionistas en la política exterior norteamericana bajo el gobierno de Biden, así como la escalada en las tensiones ruso-norteamericanas podría fortalecer la posición geopolítica de China, generando un mayor acercamiento de la misma hacia los gobiernos países en vías de desarrollo que resienten la injerencia política norteamericana, así como un reforzamiento de la alianza sino-rusa.

En un contexto de creciente fortalecimiento geopolítico de China, resulta posible que éste empoderamiento del país frente a los Estados Unidos conduzca nuevamente a una dinámica conflictiva en las relaciones bilaterales entre ambas superpotencias. No obstante, aún cabe la posibilidad de que la significativa interdependencia que han alcanzado ambos países y la necesidad de cooperación una influencia moderadora en la relación bilateral.

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