Movimientos precongresuales en el PCCh Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Sistema político by Xulio Ríos

Con el horizonte del XX Congreso del PCCh a la vista, los movimientos en la política china revisten gran interés en la medida en que es en estos meses previos cuando las grandes decisiones se van cerrando de cara a la crucial cita de otoño.

Pasado el momento de tensión por los rebrotes de la Covid-19 en importantes ciudades del país, el Consejo de Estado ha reaccionado con un millonario plan de impulso económico con vistas a estabilizar la situación general y garantizar al máximo el cumplimiento de los objetivos principales para el presente ejercicio. En ese contexto, las especulaciones en torno al resurgimiento político del primer ministro Li Keqiang, incluso sugerido como hipotético rival de Xi Jinping, carecen de sustento. Ese protagonismo, plasmado en la videoconferencia con 100.000 gestores clave de todo el país el pasado 25 de mayo, es revelador de la situación de emergencia de la economía china y sus prioridades absolutas pero en modo alguno traduce otras certezas respecto al futuro político de Li, condicionado por una jubilación inminente y prácticamente cerrada a día de hoy.

Por su parte, el presidente Xi multiplica sus apariciones y movimientos, a la par que en su entorno se propician los indicios que avisan a navegantes de la firme consolidación de su posición y expectativas de cara al congreso. Su gira de inspección en Sichuan, que el 1 de junio sufrió un fuerte terremoto, rememora aquel espíritu con el que inició su mandato en 2012, de “cercanía con el pueblo”, aletargado (y también por ello, criticado) en otras calamidades similares en las que, a diferencia de Li Keqiang, no supo responder con la debida celeridad.

Se especula ahora con su presencia en los fastos por el 25 aniversario de la retrocesión de Hong Kong, el próximo 1 de Julio, para certificar la estabilización de la región tras las multitudinarias protestas de 2019. Trataría con ello de capitalizar los beneficios políticos de todo ello, pasando de puntillas respecto a cuanto ha supuesto en términos de daño a la imagen internacional de China. No obstante, internamente, su reivindicación del patriotismo y la seguridad como claves de bóveda para la solución del problema se ha impuesto sobre cualquier otra expectativa.

De igual modo, Xi ha tendido otro puente con una política que le hizo ganar popularidad en los primeros años: la lucha contra la corrupción, objeto de una reciente sesión de estudio grupal del Buró Político, con vistas a capitalizar también la severidad exhibida en este aspecto frente a “tigres, moscas y zorros”, que ha alcanzado niveles nunca vistos en la China reciente.

Huang Kunming, máximo responsable de propaganda en el Comité Central del PCCh, quien también inspeccionó recientemente la provincia de Anhui, va dando el tono territorial para ensalzar “los grandes logros de la nueva era”. Otro tanto se puede esperar de sus más fieles en el Buró Político y en su Comité Permanente. A partir de ahí, es previsible que asistamos en las próximas semanas a un torrente de pronunciamientos de líderes provinciales para significar la lealtad a Xi. Y también de autoridades centrales relevantes como el propio Hu Chunhua, que se afirma como claro sustituto de Li Keqiang el próximo año y figura en ascenso como número dos del PCCh. El coro de reconocimientos de la condición de “núcleo” de Xi y de su pensamiento como guía rectora del Partido marca el ritmo hacia el inusual tercer mandato, a pesar de las resistencias que pueda encontrar.

En lo discursivo, la multiplicación de publicaciones antológicas de sus discursos en diversas áreas revelan el pleno apogeo del xiísmo, acompañada de su presentación como el impulsor de una nueva etapa histórica en la sinización del marxismo, solo comparable doctrinalmente al salto sugerido por Mao cuando se distanció del dogmatismo soviético. He Yiting, subdirector de la Escuela del Partido, no ha dudado en calificar el xiísmo como “el marxismo del siglo XXI”. La reciente publicación del “esquema de estudio del pensamiento económico de Xi Jinping”, podría marcar el inicio de un nuevo salto en la canonización de su pensamiento y en su equiparación normativa con el de Mao.

En su agenda internacional inmediata, es previsible algún contacto telefónico con Joe Biden, mientras una cumbre presencial deberá esperar a finales de año si las cosas no se tuercen en el plano bilateral, un afán que en estos momentos ambos líderes parecen compartir a fin de controlar el delicado marco de disensiones. Si bien las espadas siguen en alto (como se evidenció en el foro de seguridad de Shangri-La del 10 al 12 de junio), algunos signos de apaciguamiento se manifestaron en el encuentro no anunciado previamente entre Yang Jiechi y Jake Sullivan en Luxemburgo el 13 de junio.

Frente a algunas críticas de excesiva proximidad de Xi a Putin, la conversación telefónica mantenida por ambos el 15 de junio, hizo alarde de una cooperación que no se verá sustancialmente afectada por la guerra de Ucrania.

Por tanto, la reafirmación de los ejes determinantes de su doble mandato condiciona la precampaña de Xi Jinping y su programa de cara a ese tercer quinquenio al frente de los destinos del PCCh y de China que se avizora como imperioso.

A la espera de la cumbre informal de verano en Beidaihe, la reunión llevada a cabo del 10 al 14 de junio en la capital china, preparativa de los documentos del XX Congreso, ha validado ya decisiones trascendentales como la no modificación del límite de dos mandatos de los dirigentes del partido y del Estado o los límites de edad de los dirigentes; no obstante, todo indica que alguna excepción habrá.