Un diagnóstico sobre China

In Análisis, Sistema político by PSTBS12378sxedeOPCH

El trigésimo aniversario del inicio de la política de reforma y apertura en el gigante oriental es una excelente ocasión para reflexionar sobre la inmensa transformación experimentada por este país en solo tres décadas y definir los ejes vertebradores de su agenda inmediata. En primer lugar, cabe destacar que la emergencia de China está cambiando el mundo a toda velocidad en un proceso que no se puede dar por concluso del todo y que tendrá importantes consecuencias en el reparto del poder global.

Por otra parte, el lugar y función de Pekín en el orden internacional va a depender de la evolución de su agenda interna y de la actitud de cada uno de los principales polos de poder a nivel mundial. Respeto del primero, cuatro asuntos sobresalen. En lo económico, la reducción de los desequilibrios territoriales y de las desigualdades sociales, es una exigencia ineludible que pese a los esfuerzos de las autoridades resulta complejo de abordar. Por otra parte, el gran reto económico de China consiste en culminar el cambio del modelo de desarrollo. El milagro chino fue el resultado de la combinación de tres variables: mano de obra barata, inversión exterior y orientación de la producción hacia fuera. Pero China no quiere ser el taller del mundo. El impulso al desarrollo agrario, la incorporación de los valores tecnológicos, ambientales, el uso racional de la energía, la plasmación de un mercado interior hoy enormemente endeble, son factores a tener en cuenta en esa transformación anunciada hace un par de años por Hu Jintao. La crisis financiera global y sus impactos proporcionan argumentos añadidos que acelerarán esta estrategia china.

En el campo social, después de décadas de deconstrución, llegó la hora de impulsar toda una revolución que sitúe a un mismo nivel el logro de la eficacia y la justicia. La sociedad armoniosa que predica el Partido Comunista chino (PCCh) refleja esa convicción de que el crecimiento no puede lograrse a cualquier precio y que hace falta instituír una red social básica (que no será completa ni llegará a toda la población antes de 2049, segundo los planes del gobierno), como única manera de evitar el crecimiento de las desigualdades.

En lo político, el liderazgo del PCCh afronta desafíos notables. La defensa de la estabilidad y el miedo al bloqueo estimulan hoy un experimento democratizador limitado con unos perfiles que fueron definidos en el Congreso celebrado en octubre del pasado año. Las autoridades chinas aspiran a democratizar su modelo, pero no a sustituirlo por otro. No cabe aguardar pasos significativos que apunten a una separación mayor entre Estado y Partido, que favorezcan la independencia de la justicia o que despoliticen el ejército. En lo estructural, un factor democratizador de alcance está relacionado con la arquitectura político-institucional, con tres referencias clave: la negociación con Taiwán con vistas a la unificación, el problema de las nacionalidades minoritarias (Tíbet y Xingjiang, básicamente) y las tensiones entre el poder central y las autoridades regionales. La necesidad de formular otra política alrededor de estos factores, conservando la iniciativa, puede dar lugar a mutaciones de calado que, incluso sin pretenderlo expresamente, profundicen en la apertura del sistema.







Por último, en lo exterior, cabe señalar que la diplomacia china fue evolucionando en su respuesta teórica y práctica a una situación históricamente nueva y caracterizada por su regreso al escenario internacional, respetando aquella indicación de Deng Xiaoping de “no llevar la bandera ni encabezar la ola”, lo cual deja siempre una sombra de opacidad y ambigüedad sobre sus intenciones reales. Para China, el principal factor de proyección exterior sigue siendo la economía y no la defensa, pero seguirá prestando una atención considerable al avance de sus capacidades militares. Las decisiones que adopte en materia de política energética, el grado de agresividad de sus multinacionales en el escenario global, los contornos de su política de defensa (en especial, la Armada y las armas anti-satélites), y el nivel de moderación o agresividad de su política global expresada en términos de cooperación o no con terceros, definirán la percepción exterior de su rumbo.







En cuanto a la actitud de las principales potencias en relación a su emergencia, esta incluye su consideración como un inmenso mercado, un socio económico, un competidor industrial o energético, un contrincante político o estratégico, o una amenaza. Para EEUU, por ejemplo, es fundamental facilitar una integración de China en el escenario global que no cuestione su liderazgo, fomentando alternativamente el establecimiento de vínculos con Japón, Australia, Taiwán, India, quizás Rusia también. A China, por el contrario, lo que le interesa actualmente es el afianzamiento de un sistema multilateral del que EEUU deba depender. En cuanto a Japón, compiten en influencia regional y China puede representar una amenaza para su aprovisionamiento energético. Los altibajos de la política japonesa de los últimos tiempos son inseparables del debate político interno a respecto de la equidistancia a mantener en relación a China y a EEUU. Rusia, por otra parte, observa a China como un cliente energético significado y con quien puede contar como aliado frente a Washington, tanto en términos globales como para blindar Asia Central frente a la penetración occidental. Respeto a la UE, la incapacidad para vertebrar una política propia la hace depender en exceso del seguimiento de Washington. 






 Los escenarios que resultan de la afirmación del proceso de reforma iniciado en 1978 podrían resumirse en cuatro. Primero, la emergencia pacífica de China, haciéndole un sitio en el orden global facilitando una integración cooperativa. Segundo, una multipolaridad inestable y competitiva, de suerte que China seguirá aumentando su influencia y generando inquietudes. Tercero, la busca de la supremacía, originando tensiones abiertas con EEUU, Japón, India o Rusia, abriendo las puertas a una nueva bipolaridad. Cuarto, conflicto abierto, básicamente con EEUU, con la principal causa ubicada en Taiwán. China afirma querer el primer escenario pero el más probable es una mezcla del primero y el segundo. Las dialécticas con EEUU y Japón serán claves para avanzar en una o en otra dirección.