China pisa cada vez más fuerte en el espacio. Actualmente en curso, la Chang´e – 5 es la primera misión de ida y vuelta a la Luna después de los vuelos estadounidenses y soviéticos, in illo tempore. El hecho de que muchas de las operaciones asociadas a este último proyecto hayan sido retransmitidas íntegramente y en directo por los medios chinos revela sin duda el alto nivel de confianza alcanzado en su competencia y cualificación y demuestra los importantes progresos alcanzados en muy poco tiempo.
La misión, consistente en recabar y traer muestras de la Luna, es su primer intento de recuperar muestras de un cuerpo extraterrestre; es, por tanto, una de las más complicadas y desafiantes de la historia aeroespacial de China y entre sus objetivos científicos cabe citar la investigación de la zona de alunizaje para obtener datos de análisis in situ relacionados con las muestras lunares así como un análisis de laboratorio sistemático y de largo plazo de las muestras lunares.
La iniciativa forma parte del Programa Chino de Exploración Lunar, con una duración de 15 años, y sus etapas posteriores son aún más ambiciosas. Con este viaje se pone fin a la tercera fase del programa. En la cuarta fase, China planea construir un prototipo de una estación para la investigación científica lunar en 2022. Según lo planeado, la misión Chang’e-7 llevará a cabo una exploración exhaustiva de la topografía antártica de la Luna, la composición de materiales y el entorno espacial apoyándose en un ‘rover’ y un pequeño módulo de demostración con motores a reacción. Y la Chang’e-8 desarrollará tecnologías clave para la construcción de la estación lunar que permitirá la investigación científica y la minería en la superficie lunar.
El programa espacial es un ariete fundamental para promover el desarrollo científico y tecnológico de China. Ha habido contratiempos, algunos recientes como los lanzamientos de marzo y abril de este mismo año, pero en modo alguno han cuestionado la continuidad del programa espacial, compensándose con importantes éxitos logrados hasta hoy, confirmando las vastas ambiciones espaciales chinas.
En diciembre de 2018, China puso la primera piedra de su futura estación lunar que presumiblemente se ubicará en la cara oculta de la Luna, una zona mal conocida tras las misiones llevadas a cabo en el pasado por soviéticos y estadounidenses y donde podría instalarse un radiotelescopio a corto plazo. Esta región lunar podría ocultar importantes concentraciones de Helio 3, un isótopo raro en la Tierra y que podría fungir como carburante en los reactores de fusión nuclear.
La agencia espacial china lleva años preparando la logística y las tecnologías necesarias para llevar a cabo misiones tripuladas hacia la Luna, objetivo que podría consumarse a lo largo de esta década, pero también a Marte, bajo el impulso de la China Aerospace Science and Technology Corporation, el grupo industrial estatal que gestiona el proyecto, por el momento sin el lastre de las reservas presupuestarias que acompañan a las agencias estadounidense, europea o japonesa. Esto le ha permitido alcanzar una importante madurez en un breve lapso de tiempo, acompañando de cerca a la NASA, a cuyos ingenieros se les ha prohibido cooperar con China en este aspecto.
Complementariamente, China planea lanzar un nuevo satélite de observación de radar de apertura sintética (SAR, siglas en inglés) para monitorear las rutas marítimas del océano Ártico y construirá un nuevo sitio de lanzamiento de cohetes en Shandong ante la creciente demanda en el floreciente sector espacial comercial del país con capacidad para producir 20 cohetes cada año. Haiyang será el quinto sitio de lanzamiento de cohetes, sumándose al Centro de Lanzamiento de Satélites de Jiuquan, Taiyuan, Xichang y Wenchang. Debido a la creciente demanda de las empresas del sector, según fuentes oficiales, los lanzamientos de satélites en China crecerán exponencialmente desde los actuales más de 100 por año a cerca de 1.000 lanzamientos anuales en el futuro.
El sector espacial comercial de China ha forjado también una capacidad de lanzamiento estable y eficiente desde el mar, que tiene igualmente valor militar. En paralelo, ha completado el desarrollo de su programa de posicionamiento espacial Beidou con un nivel de cobertura y precisión superior en muchos casos al GPS de EEUU
El programa espacial chino se ha reafirmado como un importantísimo símbolo de la estrategia xiísta de revitalización del país. Y Xi, al igual que en la defensa, en la ciencia y tecnología ansía poner el broche de oro a las cuatro modernizaciones concebidas en los ya lejanos años 60 del pasado siglo.