Cuando el entonces director de la Oficina para el Alivio de la Pobreza y Desarrollo del Consejo de Estado de China, Liu Jian, entró en la sala donde concedería su concurrida entrevista colectiva al final de la reunión de líderes mundiales para actuar contra la Pobreza y el Hambre, promovida por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2004, portaba en su bolsillo un extraordinario balance sobre el combate a la pobreza en su país: el acelerado ritmo de crecimiento económico había retirado 231 millones de campesinos del umbral de pobreza absoluta desde 1978. “La proporción de pobres entre la población rural se redujo desde el 30,7% al 3% en este último cuarto de siglo, cifrándose actualmenteen 29 millones de personas”, sentenció Liu, en un tono cívico y redentor destinado a coronar de gloria la política de reforma y apertura de Deng Xiaoping.