El KMT de Eric Chu Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

Con un 46 por ciento de los votos emitidos, Eric Chu resultó claro ganador en las elecciones primarias del Kuomintang (KMT) celebradas el pasado 25 de Septiembre. No es tan evidente, sin embargo, que su victoria clarifique el futuro de la formación nacionalista.

Sus primeras declaraciones han cerrado a cal y canto el breve interregno abierto por su predecesor, Johnny Chiang, tras el fracaso electoral de 2020. En efecto, si este había intentado desarrollar una ambigüedad alejada del continente con la expectativa de mejorar los réditos electorales, Chu, aun apegado a su centrismo característico, recupera la tradicional ambigüedad pro-continental. Esta aseveración se ve ratificada por sus alegatos referidos a la recuperación del espíritu de la tercera cooperación entre el KMT y el PCCh, o del Consenso de 1992 como bases de la nueva etapa.

Xi Jinping felicitó a Chu, cosa que no hizo con Chiang. Y ambos cruzaron mensajes convergentes en cuanto a la compartida hostilidad hacia la reivindicación independentista. El diálogo y la cooperación entre PCCh y KMT se va a recuperar, aunque menos probable es que ello derive en una mejora de la deteriorada atmosfera entre Beijing y Taipéi, muy aquejada de la hostilidad PDP-PCCh. Para Xi, a priori, la victoria de Chu es una buena noticia. Aunque el PCCh ha mermado su confianza política en el KMT, representa una figura de consenso con la que puede entenderse. Xi y Chu se reunieron en 2015.

Chu no es un advenedizo. Fue elegido en 2015 al frente del partido, aunque dimitió un año después. Fue alcalde de Nueva Taipéi y es buen conocedor de los intríngulis gubernamentales y partidarios. En lo inmediato, tiene por delante retos como los referendos de diciembre o el de destitución (23 de octubre) del diputado independentista, Chen Po-wei. Mal comienzo sería iniciar su mandato con fracasos en estos asuntos en medio de críticas oficiales por su alineamiento con Beijing incluso en temas simbólicos como el formato de la fecha del calendario de la República de China. Es previsible que el KMT de Chu sea más beligerante con la gestión gubernamental del PDP ejerciendo una oposición de línea más dura.

En su acción necesita también tender puentes con EEUU. Si antaño era un interlocutor privilegiado para Washington, hoy es el PDP y su política quienes mejor se ajustan a las necesidades e intereses estratégicos de la Casa Blanca. Chu dice no querer tener que elegir entre Beijing y Washington, pero esta misma formulación es a día de hoy un ejemplo de decisión.

La situación interna del KMT es compleja. Necesita con urgencia, por ejemplo, mejorar su situación económica, muy afectada por las políticas de un PDP que por diversas vías ha cercenado sus cuentas, hasta no hace mucho de las más acaudaladas del mundo. Pero también la renovación de su base militante, que ya se planteó Johnny Chiang: solo el 3 por ciento de su afiliación tiene menos de 40 años. Por último, la unidad del partido, muy resquebrajada por la pugna fraccional entre los pro-continentales y los pro-localización con sus respectivos “claros” y “oscuros”….

Muchos sondeos indican que la identidad propiamente taiwanesa ha ganado terreno entre la población de la isla en estos años situándose en una frontera consolidada en torno al 60 por ciento frente a la mitad que se define como chino. La defensa de la política de una sola China representa el leit motiv principal del KMT que ahora se reafirma, con Chu, en su criterio pro-unificación pero quizá ello le aleje de algunos votantes si no gestiona ese discurso con la sensibilidad adecuada para evitar su huida no tanto hacia el PDP, cosa improbable, como hacia el Partido Popular de Taiwán (PPT) del alcalde capitalino Ko Wen-je.

La existencia de esta tercera opción “blanca” en el escenario político taiwanés representa un serio peligro para Chu. Debe hacer muchos equilibrios para evitar una sangría hacia el PPT y, al mismo tiempo, sin poder descartar la necesidad de activar una mayor cooperación mutua para enfrentar el rival común, el PDP, el más beneficiado por una división acusada del electorado de tendencia nacionalista.