El nuevo escenario taiwanés y las tensiones China-EEUU Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

Taiwán ha estrenado nuevo escenario político recién iniciado 2024. La victoria presidencial del candidato soberanista (Lai Ching-te, Partido Democrático Progresista PDP) equivale a la continuidad de las políticas de su predecesora, Tsai Ing-wen, caracterizadas por el impulso a un alejamiento de China continental. Lai, que se ha significado internamente como un firme valedor de la independencia de la isla, ha sido objeto de duras críticas por parte de las autoridades continentales desde que se anunció su candidatura. La posibilidad de retomar el diálogo suspendido en 2016 es absolutamente irreal pese a que Lai dice quererlo aunque “sin condiciones políticas”, un pero inaceptable para Beijing. (1)

En los últimos años, y muy especialmente desde el mandato de Donald Trump en la Casa Blanca (2016-2020), Taiwán ha ganado relevancia en las tensiones China-EEUU. La erosión de la tradicional política de ambigüedad estratégica de Washington en el contexto del ascenso de la política de confrontación con China se ha concretado en un incremento sustancial del apoyo de todo tipo a Taiwán. Dicha tendencia se puso en evidencia con la visita a Taipéi de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en agosto de 2022, que desató la conocida como “cuarta crisis del Estrecho” y paralizó sine die el diálogo militar bilateral sino-estadounidense.(2)

El expresidente estadounidense Donald Trump tradicalizó la política de sus predecesores hacia Taiwán al tomar varias iniciativas importantes, incluida la Ley de Autorización de Defensa Nacional para el año fiscal 2018, que exigía fortalecer la asociación de defensa entre Estados Unidos y Taiwán. Durante los primeros tres años de la administración del presidente estadounidense Joe Biden, Washington ha seguido profundizando los vínculos con Taiwán. Si bien esto quedó evidente en la citada visita de Pelosi, la declaración de Biden de que Estados Unidos protegería militarmente a Taiwán si China atacara fue vista como un cambio relevante en la política estadounidense. La Ley de Política de Taiwán de Washington aprobada en 2022 habla de “garantizar la estabilidad regional y disuadir nuevas agresiones” de la República Popular China (RPCh) contra Taiwán. También amenaza con severas sanciones contra la República Popular China por acciones hostiles contra Taiwán. La nueva ley se centra en profundizar las capacidades de defensa de Taiwán y Estados Unidos se ha comprometido a proporcionar alrededor de 4.500 millones de dólares en asistencia de seguridad durante los siguientes cuatro años, además de designar a Taiwán como un “importante aliado no perteneciente a la OTAN”.

China ha significado por activa y por pasiva que Taiwán es una línea roja y que en modo alguno va a transigir o ceder en esta cuestión frente a EEUU. La reunificación es un “interés central” que deja poco margen de negociación. Por otra parte, el presidente Xi Jinping, actualmente en su tercer mandato, ha indicado la necesidad de que este asunto sea abordado en su dimensión política para no dejarlo pendiente de generación en generación. La “prisa” deducida de sus palabras y la insistencia en el carácter “inevitable” de la reunificación así como la crisis de los principios que la inspiran con epicentro en los disturbios de Hong Kong (2019) ha alentado el nerviosismo en Taipéi. Y también en EEUU. Xi considera que la unificación de China continental con Taiwán está estrechamente vinculada al llamado “gran rejuvenecimiento de la nación china”, la quintaesencia del xiísmo, con la mirada puesta en 2049, centenario de la República Popular China.

En otro orden no menos importante, el papel de Taiwán en la cadena global de suministros y la relevancia de su industria de semiconductores así como el valor estratégico de la ruta comercial del Estrecho de Taiwán en una atmosfera de agravamiento de la competencia con China sugieren razones añadidas para que EEUU se interese muy particularmente en Taiwán, un affaire que le permite añadir presión estratégica a su contencioso hegemónico con China.

 

Las elecciones presidenciales y legislativas el 13 de enero se han interpretado como de gran importancia para la estabilidad de las relaciones entre China y Estados Unidos en medio de la actual competencia entre las dos grandes potencias. Ello se debe en primera instancia a que el próximo presidente de Taiwán tendrá gran influencia en cuanto a las ambiciones geopolíticas de China en la región y en la mediación de las relaciones entre China y Estados Unidos.

En este contexto, es comprensible la satisfacción de Washington al constatar que Taipéi pueda continuar el legado de la presidenta Tsai Ing-wen de mejorar los vínculos entre los dos países. Si los lazos entre Estados Unidos y Taiwán han experimentado importantes avances en los últimos años, incluso en áreas de cooperación en materia de seguridad, cabe prever que esta senda se va a profundizar en el futuro inmediato.

Taiwán es  la 21.ª economía más grande del mundo y el 10.º socio comercial de bienes de Estados Unidos. Desde el final de la Guerra Fría, en gran medida ha sido la joya del dominio regional indiscutible de Estados Unidos.

Taiwán y el consenso Biden-Xi

En la cumbre de noviembre de 2022 celebrada en San Francisco (EEUU) entre los presidentes estadounidense y chino al margen del encuentro de la APEC, ambas partes decidieron retomar el diálogo y restablecer las relaciones, en su punto más bajo de los últimos años (3). La fragilidad de este consenso se sustenta en la dificultad en avanzar en la recuperación de la confianza política mientras proliferan a diario las decisiones que la erosionan. Esta circunstancia podría agravarse en un año electoral como el presente 2024 en EEUU.

Hechos como la decisión de Estados Unidos de aprobar la venta de 300 millones de dólares en equipos de defensa a Taiwán, dada a conocer en plena campaña electoral en la isla, subrayó una vez más la sólida relación entre Estados Unidos y Taiwán y el interés y compromiso de Washington de ayudar a Taipéi a “protegerse”. Pero también que un asunto que China entiende como especialmente delicado está fuera de aquel consenso.

Durante las XVII Conversaciones de Coordinación de Políticas de Defensa entre China y EE.UU., celebradas los días 8 y 9 de enero de 2024 en Washington, Beijing exigió que el Pentágono deje de armar a Taiwán y que la Casa Blanca no apoye su independencia, ligando ambas cuestiones.

La eficacia de la tímida distensión lograda es, por tanto, relativa, y nadie debería hacerse ilusiones. Especialmente, si nos atenemos a ese propósito de fijar límites a ambas partes que eviten un deterioro sustancial o pongan en peligro la estabilidad. Para China, la gestión saludable de las relaciones bilaterales es la base de la coexistencia pacífica.

La regionalización de la cuestión de Taiwán

Taiwán tienen una gran importancia para la estabilidad general de las relaciones entre Estados Unidos y China y también para la cohesión del alineamiento regional Indo-Pacífico.

De forma reiterada, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur han subrayado en los últimos tiempos la importancia de la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán en diversas declaraciones conjuntas (4). Los tres gobiernos han establecido un Diálogo trilateral Indo-Pacífico que tiene en Taiwán uno de los principales focos de atención. Así, han reafirmado «la importancia de la paz y la estabilidad a través del Estrecho de Taiwán como indispensables para la seguridad y la prosperidad en la comunidad internacional».

La postura de Japón con respecto a la cuestión (“una contingencia de Taiwán es una contingencia de Japón”) es conocida, mientras que Corea del Sur ha comenzado a expresar preocupaciones sobre la situación a través del Estrecho en la segunda mitad de la administración del expresidente surcoreano Moon Jae-in. Garantizar la paz y la estabilidad a través del Estrecho de Taiwán redundaría en beneficio de los dos países, ya que un conflicto a través del Estrecho afectaría inevitablemente a Japón y el Estrecho es una puerta de entrada crucial al Sudeste Asiático y al Sur de Asia, según la Nueva Política del Sur de Corea del Sur.

Los no siempre fáciles pero crecientes lazos entre Japón y Corea del Sur durante el año 2023 tienen gran importancia estratégica en términos de seguridad de la región del Indo-Pacífico.  Por separado, Japón y Corea del Sur podrían considerar a Taiwán como una cuestión estratégica común, lo que tendría un serio impacto en las dinámicas de seguridad en la región del Indo-Pacífico.

Más allá de la región, otro aliado importante de EEUU, la Unión Europea, ha ascendido a Taiwán en su agenda política y en su discurso, en paralelo al desarrollo de ese enfoque que incide en la pretensión de reducir los riesgos económicos y políticos de sus relaciones con China (5). Esto último ha creado espacio para lo primero en las narrativas europeas actuales. Las dos dinámicas parecen evolucionar juntas, con diversos liderazgos y distinta intensidad atendiendo al nivel de seguidismo atlántico de las diplomacias nacionales.

Si bien la relación con China de la UE se define cada vez más por la desconfianza mutua que por la confianza estratégica, la UE, en contraposición, ahora ve a Taiwán como un socio confiable y de ideas afines, con el que puede interactuar mientras ambos repiensan sus relaciones con China. Al abrigo de las nuevas tendencias y teniendo en cuenta la particular influencia atlántica en la política europea, las relaciones UE-Taiwán pueden experimentar cambios al alza ampliando el nivel del compromiso mutuo y la inversión estratégica, especialmente en aquellas áreas como los semiconductores de particular interés para Bruselas.

Es previsible que la UE sintonice cada vez más con Taiwán desarrollando una agenda de mayor contenido en la que no pueden faltar los desafíos que ambas partes enfrentan, a saber, cómo mejorar la justicia social, abordar los cambios demográficos y mejorar las estructuras económicas para lograr beneficios recíprocos y mayor seguridad económica.

Como mayor inversor extranjero en Taiwán, Europa tiene motivos para prestar atención al desarrollo de la isla y de las relaciones a través del Estrecho. El nivel de detalle que esto pueda expresar será seguido atentamente por Beijing, reiterando advertencias similares a las esgrimidas en la relación con EEUU. En cualquier caso, más allá de iniciativas aisladas de algunos países (Lituania o República Checa, por ejemplo), el tono general de la UE tiene una intensidad media muy diferente a la expresada por EEUU.

Las dinámicas de defensa

En la cumbre Biden-Xi de noviembre de 2023, el presidente chino descartó planes de cualquier acción militar significativa relacionada con Taiwán en los próximos años. Es poco probable que el Ejército Popular de Liberación (EPL) intente una invasión militar de Taiwán en el corto plazo. Esto no impide que se registren picos de tensión que puedan enrarecer la atmosfera bilateral a resultas de acciones que en Beijing se interpreten como comprometedoras.

El EPL continuará fortaleciendo sus capacidades con la mirada puesta en la reunificación con Taiwán, por la fuerza de ser necesario. Y también es poco probable que las políticas de defensa de Taiwán cambien significativamente, incluyendo que el PDP cancele alguna política de defensa importante como el programa Submarino de Defensa Indígena, que provocó un debate en el período previo a las elecciones del 13 de enero. Aun así, no se descarte que el presidente electo Lai, a diferencia de la presidenta Tsai Ing-wen, sin mayoría parlamentaria, deba hacer concesiones a la oposición al no disponer de rienda suelta para hacer lo que quiera. Dado que el PDP no logró asegurar una mayoría legislativa en las elecciones legislativas, sus proyectos militares podrían enfrentar más obstáculos en la legislatura.

Es a este respecto que cabe hacer mención del «alto nivel de escepticismo» existente dentro del KMT, la principal fuerza parlamentaria de la isla, sobre el compromiso de Estados Unidos con la defensa de Taiwán. Washington ha mantenido durante mucho tiempo una «ambigüedad estratégica» sobre el posible apoyo a Taipéi en caso de invasión militar del EPL. Hay una creciente preocupación en el KMT de que haya un acercamiento excesivo con Washington, que pueda enredar a Taiwán en «un conflicto geopolítico entre Estados Unidos y China.

En términos generales, Taiwán sólo realiza cambios importantes en sus políticas de defensa a instancias de Estados Unidos, y no es probable que esto cambie.

Conclusión

Cualquier escalada entre China continental y Taiwán corre el riesgo de convertirse en un conflicto más amplio a nivel militar y económico, con la implicación de Estados Unidos, que tiene una importante presencia naval en la región, así como de Australia y Japón, que también se oponen a Beijing. La zona tiene asimismo gran importancia a nivel comercial, ya que casi la mitad de los buques portacontenedores del mundo transitan por el Estrecho de Taiwán. Se reconoce su indispensable papel en la cadena global de suministros.

Estados Unidos asegura estar comprometido con la política de una sola China, no apoya la «independencia de Taiwán» y respalda el diálogo entre ambos lados del Estrecho. Oficialmente, Washington asegura también que no adopta una posición sobre la resolución final de las diferencias entre ambos lados del Estrecho, siempre y cuando se resuelvan pacíficamente. Los líderes estadounidenses han dicho repetidamente que no buscan utilizar la cuestión de Taiwán como una herramienta para contener a China.

China espera que Estados Unidos cumpla estos compromisos, aborde las cuestiones relacionadas con Taiwán de manera prudente y adecuada, detenga las interacciones oficiales con Taiwán, y deje de enviar señales erróneas a las fuerzas secesionistas proclives a la «independencia de Taiwán».

Para Beijing, el principio de una sola China es un consenso internacional predominante y la base política de la relación China-Estados Unidos. La «independencia de Taiwán» es la mayor amenaza a la paz y la estabilidad entre ambos lados del Estrecho.

Taiwán sigue conservando el atributo de ser la piedra de toque del fin del dominio estadounidense en la región y en el mundo. La vieja Formosa es un elemento clave en la lucha por la hegemonía -económica y diplomática- en la región de Asia-Pacífico. Las conversaciones de contingencia en implementación actualmente bien pudieran no ser suficientes para el periodo de mayores turbulencias que se avecina.

Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China y autor, entre otros, de “Taiwán, el problema de China” (2005) y “Taiwán, una crisis en gestación” (2020).

(Para Anuario CEID, Argentina)

NOTAS

(1) DPP wins presidency but loses majority in Legislature, en Focus Taiwan, 13 de enero de 2024.

(2) Xulio Ríos, La cuarta crisis del Estrecho de Taiwán, en CTXT, 3 de agosto de 2022.

(3)  Biden y Xi acuerdan retomar el diálogo pero dejan claras sus diferencias, en El País, 15 de noviembre de 2023.

(4)   Declaración conjunta de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur respalda a Taiwán y aborda inquietudes sobre el comportamiento de China en el Indo-Pacífico, Reporte Asia, 8 de enero de 2024.

(5) ¿Por qué la UE mantiene relaciones fluidas con Taiwán pero no reconoce a la isla como Estado?, Euronews, 13 de abril de 2023.