Para quien siga minímamente de cerca la política taiwanesa, no serán una sorpresa los ejercicios militares desplegados por el Ejército Popular de Liberación (EPL) en el entorno de Taiwán. La causa inmediata es el discurso de investidura de Lai Ching-te el pasado lunes. Al reafirmar la idea de soberanía plena de Taiwán, esencia de su alocución, frente a una China continental que considera dicha afirmación una herejía, Lai violentaba abruptamente un tabú que incluso sus antecesores presidenciales soberanistas (Chen Shui-bian o Tsai Ing-wen) habían evitado mentar.
¿Calculó bien el alcance de sus palabras?
No es solo China continental. En realidad, Lai, aunque ostenta la presidencia, está en minoría en el Legislativo. Esto va a complicar y mucho su gestión. Su enfoque de las relaciones a través del Estrecho, por ejemplo, no es compartido por la mayoría opositora (62 frente a 51). De hecho, esa misma oposición ha criticado lo que calificaron de “retórica agresiva” de Lai, rechazan la política de “dos Estados” y mantienen el apego a la noción cultural -y política- de una sola China dividida en dos.
Las trifulcas, a golpes, vividas en el Parlamento, con varios diputados hospitalizados en vísperas de la toma de posesión de Lai, aventuran tiempos convulsos. La movilización de miles de personas en apoyo a su partido, el PDP, en minoría parlamentaria, sugieren que la inestabilidad política puede erigirse en una característica de un mandato que le costará enderezar. Más si en lugar de tender puentes erige su posición en temas decisivos como este como más tajante a pesar de su reconocida y delicada complejidad.
Al igual que ocurrió con la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, en agosto de 2022, el hecho va a ser rentabilizado por Beijing dando otra vuelta de tuerca sobre la isla. Si entonces pulverizó la línea media del Estrecho que los barcos y aviones del EPL cruzan ya como si nada, ahora, por primera vez, los barcos continentales entraron en aguas restringidas de las islas periféricas. Y no será una excepción. Al contrario, nunca más dejarán de hacerlo, volatilizando un acuerdo tácito que hasta ahora se ha respetado. China no lo respetará más.
Ya desde febrero último, cuando se produjo un incidente en aguas pesqueras cerca de Kinmen con el resultado de dos pescadores continentales muertos, la Guardia Costera de China continental hizo avanzar sus barcos. Y ahí se quedarán sin que la guardia costera taiwanesa pueda impedirlo. Y eso se produjo poco después de que Nauru rompiera sus relaciones diplomáticas con Taipei. También la modificación unilateral de la ruta de vuelo M503… Paso a paso, Beijing aspira a ir tomando el control efectivo de Taiwán. Parece que estamos lejos de eso pero cada crisis grave nos acercará un poco más.
Es así que, medida a medida, Beijing irá imponiendo su control jurisdiccional sobre más entornos estratégicos de Taiwán. Lo que está asumiendo de facto es el dominio de dichas áreas siguiendo el manual de la estrategia de cerco que tan buenos resultados dio a Mao en el pasado.
Unas maniobras que dejan la isla al pairo
Y, en paralelo, desde una perspectiva más general, la exhibición de destreza militar con estas maniobras de respuesta evidenciarían la capacidad de ataque del EPL en todas las direcciones de la isla sin dejar un solo punto ciego, formando una situación en que queda prácticamente bloqueada.
La magnitud de los ejercicios programados, más incisivos y completos que en anteriores ocasiones, da a entender también que el EPL estaría en condiciones de desarrollar una invasión de la isla, que esta no podría evitar. Por más que Taipei aumente el gasto en defensa, como pretende Lai, de poco serviría ante la magnitud alcanzada por el poderío continental.
Complementariamente, Fujian, frente a Taiwán, ha desplegado sus “redes de pesca”, en sentido metafórico, sobre los taiwaneses, con la firme voluntad de instar su “localización”, integrándolos en las redes socioeconómicas y culturales de la provincia vecina. Esto ha abierto otro frente de conflicto interno entre quienes aceptan esta política y quienes califican a sus beneficiarios de simples “traidores”.
Un mensaje a Washington
Los ejercicios también suponen un mensaje dirigido a Estados Unidos. Lai, que se formó en Harvard, y su vicepresidenta Hsiao Bi-khim, que tiene doble nacionalidad taiwanesa y estadounidense hasta 2002, tienen excelentes conexiones con Washington. La protesta de Beijing respecto a Lai se extiende también a los “apoyos externos” que brinda la Casa Blanca -y Japón- a su estrategia y les conmina a contener a sus “pupilos” si quieren preservar las balizas que deben evitar el desbordamiento de una relación que se prodiga en frentes abiertos. Este es, sin duda, el más delicado.
Las principales prioridades de Beijing siguen siendo la economía y la resolución de otros problemas internos. No es el momento de Taiwán, por más que se trate de un asunto muy relevante en su agenda, pero, ojo, deja claro que no se quedará de brazos cruzados si alguien se empeña en tensar la cuerda.
(Para Diario Público)