(TAIWAN ELECCIONES 2024) Que vota Washington en Taipéi Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

Es sobradamente conocido que Taiwán es el asunto clave que enhebra las relaciones sino-estadounidenses. Esa extrema sensibilidad se pone de manifiesto con las reacciones chinas cuando considera que EEUU sube algún peldaño más en el estrechamiento de los lazos con la isla, que reivindica como parte de su territorio. En los últimos tiempos, especialmente desde el mandato de Donald Trump y en el contexto de la política de confrontación con Beijing, Washington tiene en Taiwán un instrumento de presión estratégica clave al que tampoco tiene intención de renunciar.

Así las cosas, de igual modo que a China continental puede interesarle la victoria de una u otra fuerza en los comicios del 13 de enero de 2024, también EEUU tiene sus preferencias. ¿Cuáles son? Cumpliendo con el ritual, meses atrás, los tres principales candidatos han viajado previamente a EEUU en buena medida para obtener el plácet correspondiente, lo que da idea de lo relevante del papel de Washington en la política taiwanesa.

De entrada, habría que señalar que gane quien gane, ello no va a influir en el trazo grueso de la política de EEUU hacia China. Biden siguió los pasos de Trump y republicanos y demócratas han cerrado filas en este asunto. Ese es también un dato que los candidatos en Taiwán deben tener especialmente en cuenta y que igualmente puede ampliar o limitar, según el caso, su capacidad de maniobra en la gestión de las relaciones triangulares con China y EEUU.

Washington tiene la clara intención de seguir valiéndose de Taiwán para meter el dedo en el ojo a China. Esa perspectiva también preocupa en Taiwán en la medida en que un giro en la tensión sino-estadounidense puede dejarlos al pairo. Como ocurrió en los años 70 del pasado siglo. Es verdad que hoy la situación es otra pero el síndrome del abandono ni mucho menos se ha evaporado del todo y las desconfianzas a propósito de la implicación de EEUU en caso de conflicto siguen siendo altas.

La mayor seguridad del compromiso actual de EEUU con Taiwán tiene que ver con la posición estratégica de la isla y el Estrecho en el comercio mundial y, sobre todo, la excelencia de su industria tecnológica que necesita ya que es, en gran medida, el núcleo de la competencia con China. Por otra parte, en el debate ideológico, la vitalidad del liberalismo democrático taiwanés en pocos entornos confronta con tanta visibilidad con el modelo político antiliberal que caracteriza el sistema continental, una disyuntiva muy celebrada por quienes sueñan con reeditar una guerra fría como argumento para lograr el aislamiento internacional de China.

Taiwán, por tanto, es muy útil para EEUU en su estrategia de contención de China.

A priori, quien más se alinea a día de hoy con la estrategia de EEUU es el verde PDP (Partido Democrático Progresista), con quien comparte no solo “ideales y valores” sino también estrategias de acercamiento político, tecnológico, económico-comercial, defensivo y estratégico. El rechazo de plano del PDP a la unificación es del máximo interés de EEUU. Para la Casa Blanca y el Pentágono, la victoria del PDP sería la mejor de las noticias posible ya que puede representar un punto de inflexión al asegurar la continuidad del soberanismo tras ocho años de mandato de Tsai Ing-wen. Nadie duda que Lai Ching-te continuará las estrechas relaciones con Estados Unidos desarrolladas por la presidenta saliente Tsai Ing-wen y que secundará sus exigencias, incluida la oposición a que Taiwán haga cualquier movimiento hacia la independencia de jure.

En caso de victoria de azules (Kuomintang, KMT) o blancos (Partido Popular de Taiwán, PPT), tampoco EEUU lleva las de perder. En el debe, las políticas más procontinentales de ambas formaciones, especialmente el KMT. Hou Yu-ih, el candidato del KMT, no quisiera, no obstante, perder el favor de EEUU bajo ningún concepto, lo que obligaría a mantener cierto equilibrio, especialmente en áreas sensibles. Hou aplicaría su hipotética impetuosidad en la dirección abiertamente contraria a Lai. Ello exigiría de EEUU una aplicación diplomática mucho más asertiva.

Otro tanto, quizá, podríamos imaginar, de la ambigüedad de Ko Wen-je, candidato del PPT, un personaje más volátil en su ideología y posicionamientos, antaño, en su condición de alcalde de Taipéi en su primer mandato más cerca del PDP y hoy más cercano al KMT, aunque recientemente se definió como “verde profundo de corazón” a pesar de haber negociado hasta el último momento una coalición con el KMT. Ko ha dicho en campaña que seguiría la política de asuntos exteriores de la presidenta Tsai Ing-wen “porque en su visita a Estados Unidos en abril se enteró de que su desempeño en este orden goza de una alta consideración”. Según Ko, aseguró a los funcionarios que conoció en Estados Unidos que, de ser elegido, se encargaría de que las relaciones entre Taiwán y Estados Unidos perseveren en el marco existente, apoyando la política internacional de Tsai.

En cualquier caso, entre las elecciones de enero y mayo, cuando se produce la alternancia formal, y las elecciones de noviembre en EEUU habrá un tiempo de stand by. Podemos especular sobre si el resultado de estas últimas puede afectar al apoyo de EEUU a Taiwán. De ganar Trump, el regreso de su comportamiento errático y de los desplantes exhibidos en su mandato, es previsible que la ambiciosa política de alianzas trabada por Biden se resienta con muchos socios. Menos probable es que afecte negativamente a Taiwán.