La casualidad (o no) ha querido que el inminente viaje de la presidenta Tsai Ing-wen a Centroamérica coincida con el del ex presidente Ma Ying-jeou a China continental. En ambos casos, destaca una fuerte carga simbólica pero también pone de manifiesto las prioridades políticas de las dos opciones que pugnan por determinar el inmediato futuro de Taiwán.
La presidenta Tsai visitará Guatemala y Belice con escalas en Nueva York y Los Ángeles. Es su séptima gira a la región desde que asumió el cargo en 2016. La visita a Centroamérica está ensombrecida por la decisión de Honduras de romper relaciones con Taipéi. Las presiones de última hora del asesor de alto rango del presidente Biden, Chris Dodd, quien se desplazó a Tegucigalpa para mediar ante la presidenta Xiomara Castro, no dieron resultado. Su canciller Reina ya se encuentra en Beijing para formalizar el oportuno reconocimiento. Y la expectación se amplía ahora a Paraguay, su único aliado en América del Sur, que celebrará elecciones el 30 de Abril: de ganar la oposición de Efraín Alegre, este ya anunció que también rompería con Taiwán.
Tsai espera compensar este clima diplomáticamente adverso con sus escalas en EEUU, donde confía desarrollar una agenda sustanciosa: reunión con el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, conferencia en el Instituto Hudson de Nueva York, además de contactos varios. La reunión anticipada de Tsai con McCarthy se considera una alternativa potencial a una visita delicada a Taiwán, un viaje que ha dicho que espera hacer pero tras las elecciones del 13 de enero próximo. La Casa Blanca ha intentado rebajar la importancia de la agenda de Tsai situándola en parámetros de “normalidad”, pero China ha reiterado sus advertencias sobre los contactos oficiales.
Por su parte, el antecesor de Tsai en la presidencia taiwanesa, Ma Ying-jeou, de 73 años, iniciará este lunes un importante viaje a China continental. La restricción oficial de viajar al continente tras abandonar el cargo ya venció en mayo de 2021, pero la pandemia postergó la gira. Con este viaje, Ma se convertiría en el primer expresidente taiwanés en visitar China desde 1949.
Según se ha informado, el objetivo de su periplo es rendir homenaje a sus antepasados en vísperas del Festival Qingming, también conocido como el Día de Limpieza de Tumbas. El itinerario le llevará a las ciudades de Nanjing, Wuhan, Changsha, Chongqing y Shanghái. También hará sendas visitas a los lugares históricos de la Revuelta de Wuchang y de la Guerra de Resistencia contra Japón. Ma Ying-jeou no visitará Beijing y no planea reunirse con ninguna de las principales figuras políticas chinas, aunque, según dicen, no cierra la puerta a tales reuniones (¿quizá con Wang Huning?).
Complementariamente, encabezará un grupo de estudiantes de Taiwán con una agenda centrada en la promoción de la comunicación y los intercambios con homólogos de varias universidades chinas y un enfoque centrado en la historia y la guerra, “para que aprecien aún más el regalo que supone la paz”.
Ma fue presidente de la República de China entre 2008 y 2016. En ese tiempo, las dos partes disfrutaron de las mejores relaciones desde el final de la guerra civil china en 1949. Tuvo una reunión histórica con el presidente chino Xi Jinping en Singapur a fines de 2015, poco antes de que Tsai Ing-wen fuera elegida presidenta en enero de 2016.
Tras el simbolismo del viaje de Ma hay una clara voluntad de reafirmación de las raíces chinas de Taiwán, y también una invocación al diálogo preventivo a fin de asegurar la estabilidad y la paz en el Estrecho. El planteamiento de Ma suena a algunos a “casi-traición” y quienes critican la inoportunidad y el enfoque de su viaje le advierten sobre la inviabilidad de cualquier intento de resucitar la atmosfera de su Administración.
No menos relevante es la coincidencia de este viaje con la declaración suscrita por 37 académicos taiwaneses, activos y retirados, que apelan a mantener relaciones positivas y equidistantes con EEUU y China para evitar el peligro de una guerra que podría sacrificar a Taiwán.
A esta hipótesis, que suscita un gran debate en EEUU, tendrá que referirse Tsai en sus contactos con la Administración Biden. La Casa Blanca se ha comprometido con un enfoque de seguridad que prima el estrechamiento de los vínculos bilaterales con Taipéi y la mejora de sus capacidades militares aun a riesgo de que todo ello pueda ser interpretado por China como un aval de la independencia.
(Para Globalter)