Taiwán y los semiconductores: ¿una potencia económica? Raquel León de la Rosa, directora del Observatorio de la Política China

In Análisis, General, Taiwán by Director OPCh

La pandemia ha sido un disruptor de las dinámicas globales, al igual que un factor clave para visibilizar la vulnerabilidad de las cadenas de suministro. A lo largo de este artículo se revisará el proceso económico de Taiwán y cómo se inserta en la innovación. Esto a modo de determinar sí esta economía puede ser considerada una potencia o no.

Construyendo la economía taiwanesa

Los años 2021 y 2022 representan un periodo interesante para esta economía, ya que a pesar de lo complejo que ha sido, Taiwán mantiene números optimistas pese al reto de la pandemia y la guerra en Ucrania. Ejemplo de esto son los datos que presenta el Fondo Monetario Internacional, como el crecimiento anual de 6.5% en 2021 y 3.3% en 2022; la inflación de 1.9% y 3.1%, respectivamente; y el desempleo del 3.6% para este año. Siendo de las economías asiáticas que menos afectadas se han visto frente a la turbulencia económica y el escenario que se vislumbra para 2023.

Esto es resultado del proceso que se inició hacia la década de los sesenta, con la industrialización y la orientación hacia la exportación, incentivada principalmente por sus vínculos con Estados Unidos; logrando un crecimiento anual promedio de 8.8% de 1951 a 1987. Esto gracias a la apuesta hecha a la innovación, pues en 1973 se creó el “Instituto de Investigación Industrial y Tecnológica”, que daría pie al Hsinchi Science-based Industrial Park, sede de la empresa Taiwan Seminconductor Manufacturind Corporation (TSMC), logrando una especialización en la manufactura de tarjetas madre, laptops, discos de computadora y teléfonos móviles. No obstante, estos años de bonanza se complicaron por: la escasez y el costo de la mano de obra, y el valor de su moneda. Por lo que, para la última década del siglo pasado, comenzaría un proceso de desaceleración, creciendo solo al 7.6%. Esto también generó un proceso de atracción de inversión hacia otras economías asiáticas.

Este reto logró sortearse con el cambio de normativa respecto a China continental, pues para 1990 las empresas taiwanesas comenzaron a colocar capital del otro lado del estrecho de Taiwán, logrando un abaratamiento de costos y una nueva ola. Sin embargo, esto llevó a un momento de crisis para final de la década, motivado por un crecimiento desequilibrado, la dependencia excesiva de la tecnología extranjera y la escasez de marcas reconocidas internacionalmente. Situación que llevó a una mayor proximidad con los socios continentales, teniendo como resultado que las exportaciones taiwanesas con China continental crecieran de 1.2 a 19.1 mil millones de dólares entre 1987 a 1996.

Construyendo los campeones tecnológicos

De acuerdo con el Foro Económico Mundial, Taiwán es una economía de innovación dirigida. Situación que se evidencia a lo largo del proceso que vivió durante las últimas décadas del siglo pasado. En este sentido, este periodo que va de 1986 a 1997 se gestó la transición de la industria pesada a la ligera, logrando una especialización en productos intensivos en tecnología, dejando de lado la manufactura tradicional. Mientras este tipo de industria creció en un 10.7% anual, la industria pesada comenzó a contraerse hasta en un 24.5% en 1997. Para lograr esto, cabe mencionar que la burocratización en la relación gobierno y empresa no fue tan rígida como en los casos de Japón, Corea del Sur o China continental, lo que permitió que las empresas taiwanesas tuvieran una evolución más equitativa. No obstante, políticas como «sin prisas, sea paciente» (戒急用忍) de 1996 comenzaron a poner candados sobre inversión en la parte continental, principalmente la inversión en semiconductores quedó prohibida. Para 2001, se implementó la política “apertura activa y gestión eficaz” (積極開放有效管理), que quitó las prohibiciones sobre los productos de alta tecnología. Con este cambio, las empresas taiwanesas comenzaron a utilizar sus subsidiarias chinas para entrar al mercado global, provocando un superávit en la balanza comercial y logrando que para 2008 más del 90% de las laptops y tarjetas madre comercializadas en el mundo fueran taiwanesas.

Resultado de esto, se identifican compañías líderes como: TSMC (líder mundial de semiconductores), ASE Technology Holding Co (ensamblaje de semiconductores), United Microelectronics Corp (semiconductores), Chunghwa Telecom Co (telecomunicaciones y banda ancha),  Himax Technologies Inc. (semiconductores), Foxconn/Hon Hai Precision Industry Co. (hardware y software), Pegatron (electrónicos), Quanta Computer (líder en producción de notebooks), Compal Electronics (electrónicos) y Wistron (información y comunicaciones). Para 2020, la oferta exportable de estas empresas se identifica en los siguientes productos y montos en USD (OEC, 2022):

  • Circuitos integrados ($138 mil millones),
  • Piezas de máquinas de oficina ($16,1 mil millones),
  • Computadoras ($10,9 mil millones),
  • Medios de audio en blanco ($9,2 mil millones)
  • Equipos de transmisión ($8 mil millones)

 

La consolidación de estas empresas da pie a resolver la pregunta: ¿por qué los semiconductores[1] taiwaneses son los más innovadores del mundo? Esta pregunta se resuelve a través de la evolución que ha tenido esta industria dentro de este territorio.

Es importante destacar cómo la conjugación de las políticas, el desarrollo empresarial y la educación llevaron a en menos de 50 años Taiwán logró la autosuficiencia. La alta manufactura de nanotecnología que se logró es algo que hasta el contexto de la pandemia se visibiliza, principalmente dejando en evidencia que este expertise es algo que ninguna otra economía del Este de Asia o Norteamérica tiene. Respecto a esto último, es importante señalar que en el colectivo las marcas que se identifican no son las taiwanesas, sino empresas como: Intel (Estados Unidos), Samsung Electronics (Corea del Sur) SK Hinyx (Corea del Sur), Micron Technology (Estados Unidos), Qualcomm (Estados Unidos), Broadcom (Estados Unidos), Texas Instruments (Estados Unidos), MediaTek (Taiwán), Kioxia (Japón) y Nvidia (Estados Unidos). Si bien estas empresas son las que comercializan, es importante señalar que el suministro de estas empresas se localiza en un 80% en Asia, del cual 90% se produce en Taiwán (BBC, 2021).

Aunado a esto, el otro tema es la innovación tecnológica basada en el tamaño. Esto se explica a través de la “Ley de Moore”, creada por el cofundador de Intel, que menciona “que el número de transistores por dispositivo se duplicará cada dos años”. Es importante señalar que esta ley se enfoca a la cantidad de transistores que hay en un área determinada. Resultado de esto es el continuo avance respecto al tamaño, ya que la tendencia es a que cada vez sean más pequeños. De 1971 al 2020, los semiconductores han ido de los 10 µm a los 5 nanómetros, rediciendo el tamaño en 18 ocasiones. De igual manera, se inició con 2 300 transistores y para los 2000 rebasan los 592 millones. En el caso de la empresa TSMC, para la década de los 2020 se ha focalizado a desarrollar semiconductores de 3 nanómetros, innovación que monopoliza esta empresa taiwanesa. Resultado de esto es que dicha empresa acapara el 55% del mercado mundial.

Fragmento. https://www.lavanguardia.com/internacional/vanguardia-dossier/revista/revista/20230310/8796448/taiwan-perla-indo-pacifico.html

(Para Vanguardia Dossier 87 – 2023, abril/junio)

[1] Los circuitos integrados (CI) fabricados con material semiconductor (como el silicio) son componentes fundamentales de los dispositivos electrónicos modernos (ADM, 2020).