Un «choque de determinaciones» Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

Lai Ching-te ha tomado posesión como nuevo presidente de la República de China (Taiwán). Como era de esperar, su discurso ha acaparado mucha atención y ha sido analizado con lupa. ¿Ha dicho lo que se podía esperar? Las interpretaciones divergen como, ciertamente, cabría esperar.

Lai ha dado del tono de lo que será su mandato. El contexto, con la algarada en el Yuan Legislativo y la presión cívica en la calle, también. Todo apunta a que el suyo será un mandato convulso. Es la primera vez en 16 años que ningún partido tiene mayoría en el Yuan Legislativo. Y Beijing no se quedará de brazos cruzados ante quien no duda en calificar como independentista recalcitrante.

Lai ha basado su discurso en el concepto de los “cuatro pilares”. Estos  subrayan la importancia de la capacidad de defensa, la seguridad económica, las asociaciones con otras democracias y una política estable y consistente a través del Estrecho.

En su alocución destacó especialmente la defensa de la democracia y la significación de Taiwán como “punto destacado de la cadena de democracias del mundo”. Pero su llamado a los partidos de oposición para que trabajen con los legisladores del partido gobernante y el poder ejecutivo puede caer en saco roto.

También pidió a Beijing que reconozca el gobierno de Taiwán y dialogue con la isla, poniendo fin a la “intimidación”. Algunos han visto en sus palabras “buena voluntad” hacia el continente con sus alusiones a la reanudación del turismo o la inscripción de estudiantes del otro lado en instituciones educativas taiwanesas (hay alrededor de 2000 de posgrado en Taiwán), pero incluso eso que pudiera ser “fácil” podría encallar en una atmósfera enrarecida.

En cuanto a las relaciones a través del Estrecho, los principales puntos del discurso de Lai enfatizan que China “no puede evitar” el diálogo con el gobierno electo de Taiwán y que debe elegir «el intercambio en lugar de la contención y el diálogo en lugar de la confrontación» al tratar con Taiwán. Para Lai, la prioridad es preservar la soberanía del territorio,pero sin declarar formalmente la independencia de jure. Insistió en que la República de China -nombre oficial de Taiwán- y la República Popular China “no están subordinadas la una a la otra”, palabras que indican un claro deseo de afirmar la independencia de facto y de manera rotunda, circunstancia que no ha pasado desapercibida y que luego fue matizada al señalar que se refería a la realidad operativa constitucional de la República de China, “lo cual no puede ser considerado una provocación”.

Lai, pues, dejó claros sus principios. La  Cámara General de Comercio de la República de China (ROCCOC), con sede en Taipei, echó en falta “flexibilidad”.

El presidente del KMT, Eric Chu, expresó su preocupación de que Lai «hiciera notoria la ‘doctrina de los dos países'», que Chu describió como diferente del énfasis de Tsai Ing-wen en la Constitución de la República de China y la Ley que rige las relaciones entre la gente del área de Taiwán y el continente.

Hsiao Hsu-tsen, director de la fundación del expresidente Ma Ying-jeou,  calificó de «inconstitucional» la declaración que insinuaba que Taiwán sería un nombre alternativo para la isla.

El PPT, algo más tibio, se alineó con las reservas y críticas expresadas por el KMT.

Chen Te-sheng, investigador del mismo Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Chengchi, advirtió en el discurso de Lai un fuerte sentido de soberanía al mencionar «Taiwán» 79 veces y «China» siete veces. A modo de comparación, la predecesora de Lai, Tsai Ing-wen, no utilizó el término «China» en ninguno de sus discursos inaugurales en 2016 y 2020. En cambio, se refirió al «otro lado del estrecho [de Taiwán)» con sólo 41 y 47 menciones de Taiwán en sus discursos, respectivamente.

La reacción de Beijing

La condena de Beijing del discurso de Lai ha sido explícita y rotunda. “Retórica incendiaria”, dijo la Oficina de Asuntos de Taiwán. En su valoración destacó que se trata del discurso más pro-independencia de Taiwán que cualquier otro pronunciado por los ex presidentes Lee Teng-hui, Chen Shui-bian o Tsai Ing-wen.

La lectura es que Lai Ching-te ha tomado una postura más radical en la búsqueda de la «independencia de Taiwán». Ello se debe a que sus predecesores en el cargo sugerían que “China” aún no era vista como un país completamente separado. No obstante, la referencia directa de Lai a China como “China” ha eliminado esta ambigüedad de la manera más clara posible.

Por eso, Beijing destaca en su crítica que Lai no solo defendió la teoría de los «dos Estados», afirmando que los dos lados del Estrecho no se pertenecen entre sí, sino que incluso llegó a etiquetar a China continental como «un país extranjero». Un tabú.

Por otra parte, acusó a Lai de avivar maliciosamente los temores de una «amenaza militar» procedente de la parte continental, y de atribuir a Beijing la condición de ser «el mayor desafío estratégico para la paz y la estabilidad globales».

Por otra parte, como destacó Wang Hsin-hsien, subdirector del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Chengchi, Beijing podría interpretar los comentarios de Lai como intentos de internacionalizar la cuestión de Taiwán y como una indicación del firme propósito de coludir con Estados Unidos y buscar la independencia de Taiwán armando más al ejército.

En este contexto, la base de confianza, inexistente ya con Tsai, se quebrará aún más con Lai. Y no hay probabilidad alguna de que se reanuden las comunicaciones de alto nivel.

El aplauso de Estados Unidos

Washington celebró y aplaudió el discurso de Lai. Es claro que el Taiwán de Lai se está acercando a EEUU y se aleja de China continental, un hecho que avanza inexorable si analizamos la evolución de las exportaciones o de las inversiones o simplemente de la presencia de mano de obra taiwanesa en el continente.

Cabe esperar que las relaciones políticas, comerciales y de seguridad entre Taipéi y Washington se afiancen sin complejos, añadiendo más presión a Beijing.

Expectativas

Lai inicia su mandato con una mayor rotundidad en la afirmación de las discrepancias con Beijing, lo cual expresa una clara voluntad de establecer un camino propio y diferenciado de Taiwán para alejarse más de China continental.

Será Lai, por tanto, un hueso más duro de roer para el liderazgo del PCCh que deberá hilar muy fino si quiere desautorizar sus políticas ante la sociedad de la isla y la propia comunidad internacional. Y planteará tesituras delicadas y constantes al mundo liberal, de quien Lai espera una solidaridad sin fisuras.

La mayor determinación de Lai a la hora de fortalecer una identidad separada de la isla confrontará con la mayor determinación expresada por Xi Jinping por avanzar hacia la reunificación. El “choque de determinaciones” nutrirá una mayor inestabilidad en el estrecho de Taiwán.