El desarrollo económico de China, que en 2007 registró un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 11,4%, y alcanzó su mejor resultado en los últimos 13 años, constituye el eje principal sobre el cual busca legitimizarse el Partido Comunista Chino (PCC), que se adjudica los logros de la bonanza económica y los resultados de la reforma y apertura impulsada por Deng Xiaoping a finales de la década del 70.
Las sombras de estos logros quedan de manifiesto cuando la desigualdad crece a la par de la modernización. Los dramas internos acaecidos desde la instauración del PCC, que no han sido pocos, permanecen en la memoria social colectiva y si bien se adormecen en parte con los avances económicos, no desaparecen. Es más: se agudizan en algunos de aquellos sectores que no llegan a experimentar tal prosperidad.