El día 27 de septiembre del año en curso se anunció el lamentable fallecimiento del ex Premier de China, Li Keqiang. Li ha sido una de las figuras políticas más relevantes de la era de la “reforma económica” en China. La primera y más importante parte de la carrera política de Li Keqiang fue como miembro, y posterior Secretario, de la Liga de las Juventudes Comunistas a finales de los 1990s, justo cuando la reforma económica aceleraba y el desarrollo de Shanghai como ciudad global emergía como el proyecto más importante del gobierno central.
Como Secretario de la Liga de las Juventudes Comunistas, Li estuvo coordinando muchas campañas “a nivel territorial”, haciendo trabajo de campo con miembros de la organización, generalmente en lugares marginales rurales y sub-urbanizados. En este contexto, Li absorbió el ADN político de la Liga de las Juventudes Comunistas adoptando una visión socioeconómica popular, lo cual se reflejaría en el resto de su carrera política. Li fue Secretario del Partido Comunista en Liaoning y Henan, provincias con condiciones socioeconómicas complejas y adversas. La primera, una provincia en la des-industrializada y económicamente estancada región del noreste de China. Mientras tanto, Henan, es una de las provincias más pobladas de China, siendo la inmensa mayoría de su población campesinos de escasos recursos.
La carrera política de Li Keqiang despegó cuando se convirtió en miembro del Consejo de Estado del gobierno central, con el respaldo de Wen Jiabao. El grupo político del que proviene Wen tiene históricamente sus raíces en el legado de Zhao Ziyang, uno de los líderes políticos reformistas más importantes de las últimas décadas y que pugnaba por una liberalización económica más amplia que empoderara a la ciudadanía china. Su destino fue sentenciado cuando cayó víctima de una purga política a finales de los 1980s. Como parte de este legado, Li Keqiang adoptó como su principal prioridad el desarrollo de la economía del pequeño y mediano productor, el fomento al consumo doméstico como principal fuente de crecimiento económico y la re-asignación del crédito a proyectos productivos y de interés social. Como Premier, Li aprobó políticas fiscales en favor de las pequeñas y medianas empresas y financió proyectos infraestructurales de baja escala en regiones peri-urbanizadas de las provincias del interior. Esta visión socioeconómica entró gradualmente en franco antagonismo contra la visión imperante tecnócrata que heredó la actual administración, la cual prioriza las inversiones intensivas de capital en mercados especulativos, así como ambiciosos planes, como el de “Una franja, una ruta”, cuyas prioridades no son precisamente el beneficio social a los sectores marginales.
La economía china actualmente está engullida por la especulación rampante del sector inmobiliario, la deflación provocada por un paupérrimo consumo interno y una deuda exorbitante creada por la orientación del crédito a proyectos infraestructurales redundantes que se transforman en “elefantes blancos” sin beneficio directo a la población. La conjugación de estas condiciones ha provocado crecientes brechas socioeconómicas entre la población. En este contexto, resulta casi inevitable pensar en los beneficios que traería a la economía china la implementación de más políticas con el ADN de la Liga de las Juventudes Comunistas. Con el triste fallecimiento de Li Keqiang, parece que también ha quedado sepultada la posibilidad histórica de replantear el modelo económico de China.